18/11/10

La nueva independencia de Haití

Da igual si es instigada o no, si nos parece lógica o no, si estamos de acuerdo o no. A pesar del silenciamiento mediático (se cuenta pero sin valorar que es la primera revuelta seria contra la ONU en los últimos años), los haitianos vuelven a demostrar que tienen el gen de la idependencia metido hasta el tuétano. La revuelta contra los Cascos Azules (los boy scouts intergalácticos que tienen en su haber NO haber solucionado ni un solo conflicto armado en el planeta) es seria y va a más. La policía local es la encargada de hacer el trabajo sucio: disparar y dispersar a sus hermanos para que las tropas internacionales no se manchen las manos, como lo hicieron hace unos días al matar a tres ciudadanos desarmados.
La historia de Haití es la de la libertad: los que luchan por conseguirla y, aun peor, los que la consiguen son sevéramente castigados por el sistema que no permite estos deslices. Así fue aplasatada La Comuna en París (1871), así pasó con los luditas en Inglaterra (1890) o así aconteció cuando los trabajadores se levantaron en Santa Cruz en el episodio conocido como la Patagonia Rebelde (1921).
En 1804, antes que ningún criollo uniformado diera un paso hacia la independencia de las metrópolis, Haití se liberó de dos yugos: el del escalvismo y el de Francia. Aún paga sus consecuencias. Todo el mundo sabe lo que hay que hacer en Haití, excepto los haitianos. Esa es la teoría de tanta herminta de la caridad que anda suelta. Se olvidan, que los haitianos financiaron a Simón Bolívar, que fueron ellos los que reconstruyeron su democracia hasta que Washington decidió reinstaurar el caos. Se olvidan los internacionalistas de recordar que, justo antes del terremoto devastador de enero de este año, los Cascos Azules ya acumulaban un prontuario de violaciones de mujeres y niños y de delitos comunes.
La ayuda internacional no es gratis, ni desinteresada ni reconstructiva.
El enviado especial de la ONU para Haití es el niño bonito Bill Clinton al que el mundo le ha perdonado Somalia, la nefasta actuación en Kosovo, el endurecimiento del bloqueo a Cuba o la ruína de la mayoría de sistemas agrícolas del tercer mundo. La comunidad internacional ha inclumplido sus compromisos. Sólo Estonia y Brasil han puesto la ayuda comprometida mientras un grupo de intelectuales han puesto el dedo en la yaga al exigir a Francia que devuelva los 40.000 millones de dólares que serían el valor actual de los 90 millones en francos franceses que los haitianos le pagaron a París en "compensación" por su independencia.
¿Por qué confiar en todos ellos y e sus tropas vestiditas de azul? ¿por qué ceder la soberanía a los que tanto daño y dolor han sembrado en nombre de la supuesta paz internacional y el desarrollo?

1 comentario:

Clinton dijo...

Seria muy importante adicionar un link a la confesion del propio Clinton donde pide perdon pod haber arruinado la produccion de arroz de Hait. estas cosita no se pueden olvidar.
http://www.democracynow.org/2010/4/1/clinton_rice