31/12/12

Mascarada


Hay algo de mascarada que me molesta y me molesta estar molesto. Hay algo de falsedad en los buenos deseos en los que nadie trabaja; hay algo de tristeza en tanto grito, en tanta pólvora, en tanto ritual vacío. Los hay llenos. No hay duda. Amig@s que unen sus almas en un día excusa para el parteaguas; comunidades que se reúnen alrededor de guirnaldas tejidas en el tiempo; pueblos que no beben ni comen en exceso sino que sueñan sin límite… Me temo que no es la mayoría.
Hoy, cuando mi cuerpo me falla y cuando mis anhelos no encuentran la alfombra roja, me aferro a lo que soy, a lo que tengo. Tengo la felicidad que no precisa de tiempo, y el amor que no sabe de fechas. Soy –o trato de ser- honesto con mis limitaciones e irreal en mis aspiraciones. Aspiro a sonreír sin tener; a tener sin poseer, y a compartir para tener. Eso me ocurre todos los días, no hoy. No especialmente hoy. Así que, ajeno a las emociones masivas, solo espero caminar entre los restos de las fiestas con las mismas dudas de las jornadas laborales en las que no trabajo.
A los que quieren quemar la vida, sólo un consejo: hay alegrías que no se beben y emociones que acontecen tras el estruendo de las masas. Hay sentidos que aún no conocemos y realidades que no desfilan en la televisión. Por tanto, una invitación a quemarla lentamente, sin la ansiedad del viernes noches y con la calma del nuevo jueves. La buena noticia, como escribía ayer el subco, es que "aquí estamos, existiendo". Y eso, sólo se hace sin máscaras.