25/6/10

El oxígeno

Te escucho, un poco ansioso y un tanto espectante. ¿Cómo será permanecer feliz susurrando palabras privadas? ¿Cómo se podrá vivir respirando oxígeno limpio cada mañana, mirando un cuarto creciente cada noche? Estimo que habrá un par de instantes de tristeza, por aquello de poder comparar; quizá un segundo con lágrimas por un golpe de infortunio, pero sé, con una seguridad sembrada de irracionalidad razonable, que hay un océano calmado y templado esperándonos, una posibilidad de retar a la duda, a la insoportable manía humana de hablar de felicidad y procrear tristeza. Será nuestra labor, nuestra causa: demostrar a la estúpida fatalidad que se puede ser así, que podemos amarnos sin tiempo, sin miedo, sin dueños ni poseidos, sin dudas, con alegría, sin prevenciones y con toda el alma, dispuestos a prolongar este abrazo que comenzó hace a penas dos décadas y que precisa de otras tantas para sentirse realizado.

22/6/10

En este tiempo

Qué extraño esto de dedicar el tiempo a engañar al tiempo. Cómo disponer de los segundos para que se quemen más rápidos que el papel de mis cigarrillos; cómo hacer para que hoy sea lunes por venir y porvenir hecho tu; cómo evitar estas últimas horas de espera, de guardia, cuando no quiero otra cosa que posar mi cabeza en tu vientre preñado de mariposas; cómo controlar esta sensación de que este es tiempo extra, sobrante, grasa de las horas que, siendo deliciosa, es innecesaria en mi vida.
Te extraño como árbol al que le sacaron las raíces al aire y busca la tierra protectora; te espero, como guardian del paraíso dispuesto a cerrar la puerta tras de sí una vez dentro del mismo.

1/6/10

Negro con luz de fondo

A veces se viste de negro. Acontece en esas ocasiones que sus hombros rozan las nubes dejando que los tirantes marquen la estrecha vereda de mis vistorias. La piel, tan blanca como cobriza, trémula como luz de vela en noche de suave brisa, suele dibujar olas intermitentes que me mandan mensajes en clave para que me pose en su milpa de poros. Intuyo, siempre atento a las más leves variaciones en su melodía, dos súbitos amaneceres que buscan romper la noche, algunas laderas dónde guarecerse del rocío de la madrugada, siempre el río que permite refrescar el cuerpo antojadizo antes de renacer en sus brazos.
A veces, solo a veces, ella se viste de negro, y casi todo es luz en esta bóveda de nocturnidades y sombras, en este hogar sin dueños donde el orden se parece tanto al caos. En la distancia, mis manos tratan de adivinar el tejido del que está hecha su alma y siempre encuentran materiales nobles de los que pegarse para guarecerse del calor de la rabia.