29/11/08

SABIDURÍAS V

Palabras del mamo Ramón, desde la sagrada Sierra Nevada de Santa Marta. Para las personas que no lo tengan claro, para los indígenas ellos son el hermano mayor y los no indígenas somos los hermanos menores.


*Las esperanzas de Ramón en nosotros, los hermanos menores, son reducidas. Considera que no queremos comprender, aunque sí podamos. Su diagnóstico del momento es duro y los daños causados, quizá ya irreversibles: “Estamos acabando el mundo. No solamente por la tala, no solamente por profanación [de los territorios sagrados], sino por el desorden del cuerpo. Tenemos error de la vista, de la boca, tenemos error de la mano, tenemos el error de masculino, femenino, tenemos error de alma, de corazón. Ese error hay que reconocerlo, ordenar el cuerpo, pero ya en esta parte los indígenas también nos estamos desordenando. Ese desorden viene de pensar sólo en plata, mujer, tierra, ganado, carro, en tener armas…”.

En este desorden, Ramón atribuye diferentes responsabilidades pero casi todas recaen en los no indígenas. “Hermanito menor sólo piensa en la plata, pero nada más está trabajando aquí en oficina, aquí no se ve. El indígena está cuidando el bosque, el agua de la Sierra y no recibe ni un peso. Por eso digo, hay que trabajar todos unidos, para que hermanito menor entienda. Hermanito menor quiere conseguir la plata por medio de violencia. Mismo la naturaleza le está haciendo la guerra al hermanito menor y somos nosotros los que pagamos los platos rotos. Hermanito menor tiene el billete, tierras, tiene buen carro y tiene buena mujer. Pero nosotros sufrimos mucho cuando acaban naturaleza”.

26/11/08

Insomnios y aviones

Las apuestas

Es cierto. Nadie lo puede discutir. Bueno, sí, los que nunca se lo han planteado, los que prefieren el solaz de la fórmula a la tormenta de la búsqueda. Es cierto… es más fácil jugar en equipo, remar con la corriente aunque el caudal esté seco –desierto de bondades infinitas-. Hay trochas abiertas hace tiempo que se repiten en anuncios y contraportadas. Aun polvorientas nos llevan a un camino cierto. Dice el cartelito: continúa, aunque el barranco sea pedregoso. Señala la madre: por aquí mi bien, que estos son predios áridos mas conocidos. Es cierto, los consejos del tiempo son seguir en la ruta. Acontece, sin embargo, que al poner el pie en el monte bajo que acompaña y guía descubrimos la frescura de las hojas y el picor que llega con el anárquico zancudo. El camino, fuera de la trocha es hermoso e inseguro, un buscar, un machetear para ponerle el pecho al verde, para ver atardecer donde no hay bancas ni marcas, para, incluso, desde la soledad infinita, intuir un futuro diferente donde, de manera ingenua, te hago un ladito.

La locura

Parece del todo insano dejarse la vida en un trabajo con el orgullo del deber cumplido para que un hijo-de-la-gran-puta pueda prender el televisor en su yate de lujo y respirar profundo antes de sentenciar: “qué difícil es este mundo”. Y tú, premiado obrero de los tiempos, te deberás consolar con vestir la camiseta de la compañía, abrir unas cervezas en tu sofá de tela sintética y gritar “la-puta-que-te-parió” cuando tu equipo te niegue la estupidez de su triunfo.

La mayoría

La mayoría refunfuña. Lo hace de manera sistemática, como letanía aprendida en prime time. Una queja sobre el trabajo otra sobre el esquivo tiempo, una más –sin duda- sobre esa precaria vida sexual, la que resta sobre el pinche carro renqueante y, de quedar energía, una última sobre el costo de la vida. La mayoría evita mirarse al espejo, o se embadurna antes de espumas o lociones. No hay que permitir, para seguir al pie de la vida, que el reflejo cierto nos recuerde que somos solo lo que hemos sido capaces de torcer.

25/11/08

SABIDURÍAS III

Hubo un pequeño lapsus que me hizo saltar del II al IV. Una perla más del viejo Víctor.

Víctor ve clara la necesidad de Dios para que el hombre sea completo. Y aunque yo no esté de acuerdo, ni seguro de no estarlo, Víctor habla con tripas, espíritu y alma –“las almas respiran en la armonía, respiran en el ritmo”, Zambrano-, y por tanto me alimenta: “Usted sólo con sus creencias de la tierra no puede dominar nada. Usted tiene que corporarse como creador. Ese poder, ese espíritu, ese amor ya nos lo dio a nosotros. Somos nerviosos porque somos de carne y hueso, y ahí no está el poder. Nosotros –a través del mambe- pedimos ese poder, ese espíritu para uno romper el nervio, ese miedo, por eso es que yo digo que uno debe saber entrar y salir. Si usted no sabe salir, entró y ahí queda encantado, y… ¿quién le va a sacar de esa conexión?”.

Salir es tan importante como entrar y, en nuestra búsqueda, los occidentales somos especialistas en entrar, pero no siempre vemos las señales de Exit bien claras. Nos enredamos en relaciones que no sabemos dejar, viajamos a lomos de drogas que no sabemos descabalgar, entramos en la espiral de la ambición sin saber cuando parar la rueda… Cuando no encontramos la manera de salir, llega la enfermedad, la depresión. Mi madre siempre dijo que la depresión existe desde que alguien nos contó que la tristeza era una enfermedad. Antes, según su teoría, a eso (a la depresión) le llamaban tristeza y era tan normal como arrancarse los pelos de la nariz. Demasiado sencillo, aunque con un punto de razón. Víctor cree que eso que los occidentales llamamos depresión es un tipo de ‘enredo’. Demasiado sencillo, pero con otro punto de razón.

“Eso ocurre que uno está enredado –dice Víctor-. Piensa muchas cosas que no puede lograr, que no puede salir de ese abismo. Ahí hay que deshacer el camino, pensar para qué vino al mundo, qué herramientas le faltan, dónde se quedó enredado y quién sabe desenredarlo, quién le puede ayudar a quitar esa basura, quién le va a dar la mano ahora que está metido ahí, quién le va a sacar de esa palizada, quién lo va a limpiar. Y… el único que tiene ese machete filo, esa escoba de barrer, ese tractor para tumbar muro… ese es el creador. De nuevo es poca la fuerza terrestre, hace falta la fuerza divina. Poner la mano en el pecho, decir perdóneme los errores, cámbieme este corazón de piedra por un corazón de carne. Y es uno mismo el que tiene que cambiar de corazón… porque el sicólogo igual que uno es humano. El médico ayuda en una parte, pero en lo espiritual no puede”.

SABIDURÍAS IV

El jaibaná Jaime Jumí de la etnia embera no es muy complaciente con los occidentales. Lo que no comprendemos es así porque no queremos comprender...


] “¿Por qué será que los blancos o los mestizos no han podido entender las cuestiones de la naturaleza? La están acabando irracionalmente. Con las maderas que se encuentran, con las minas, con todo están acabando. Cómo será que están acabando con todo y, más tarde, cómo quedará esto. No va a haber animales en el monte, no habrá aves, ni peces, y al no haber esos animales cómo será la vida de los indígenas, de mis hijos… hasta ahí llegará, la vida se acaba. Hemos hablado mucho de esto con la compañera, con los hijos… Miramos desde aquí, desde esta cárcel que es la ciudad.

] “(…) Esa parece ser la idea de los blancos, de los mestizos, y son unas ideas como destructivas: tanto acabar con la naturaleza como con el mismo ser humano. Hasta acaban con la misma madre tierra, porque cuando meten la carretera es como mochar (cortar) pedazos de nuestra madre. Nuestra historia dice que estamos hechos de tierra, de madera de una palma que se llama Memé, y de un palo que se llama Chanú, de allá venimos nosotros. De eso hizo nuestro Dios a los indígenas. Todos eso que se ve alrededor son nuestros hermanos. Todo lo que usted ve alrededor tiene un espíritu. Lo que pasa es que los blancos no saben comunicarse con eso.
No lo hacen en parte porque no quieren saber, porque nosotros los indígenas se lo hemos dicho desde que vinieron las primeras lanchas con españoles…. Les venimos diciendo qué significa la brisa, porque esas hojas suenan así… todo eso se lo hemos dicho desde hace siglos. Entonces es porque no quieren saber. Ellos de pronto piensan que están trabajando para el futuro, pero para nosotros eso no es futuro, eso es acabar el futuro, condenarnos a todos a la muerte del cuerpo y del espíritu.

]Los blancos saben y parece que no saben. Yo creo que es porque no quieren saber. Se tapan los ojos, se tapan los oídos para no saber”.

23/11/08

SABIDURÍAS II

Sigo con el encuentro con Víctor y todo lo que provoca


(...) Para Víctor, el occidental tiene un excesivo apego a la razón, una desconfianza patológica a todo lo mutante. De algún modo, la paranoia de los indígenas con las leyes naturales –a las que se aferran como para no perder el sur-, se reproduce en los occidentales con las leyes de la razón –la obsesión por llegar a paradigmas científicos inamovibles, a verdades absolutas que, a fin de cuentas, son sólo absolutas hasta que otro científico avanza en el camino del conocimiento y demuestra que hay otra hipótesis más sólida, más absoluta-.

También tiene que ver con la forma de aprendizaje del occidental, que transmite paradigmas sin potenciar lo que Estanislao Zuleta llamaba el “trabajo del pensamiento”. Zuleta, al igual que Víctor, critica la escuela y la esclavitud del aprendizaje, pero desde una perspectiva de la búsqueda de la libertad, de la “búsqueda del descoyuntamiento crítico de las nociones, los valores y los prejuicios (…)”.

“Así, una educación que transmite el saber en el mismo proceso con que refuerza las resistencias al pensamiento produce uno de los logros más nefastos de nuestra civilización: el experto o científico que hacen aportes y que, fuera del campo de su especialidad, son las ovejas más mansas del rebaño, se atienen a las ideas y valores más dominantes, y conservas incontaminadas por su saber las más extravagantes creencias con tal que sean lo suficientemente tradicionales y colectivas como para que no les planteen problemas con su medio”, concluye Zuleta.

Los indígenas no creen en la razón como único asidero para subsistir, para progresar. En su discurso, el pasado es presente necesario que construye el futuro anunciado. Lo terrenal necesita de lo espiritual, aunque la tierra sea su única referencia cierta. Para un murui muiname, como para la mayoría de los indígenas americanos, nada es posible sin la fuerza de un creador, de un padre de origen que dictó unas leyes naturales y un conocimiento que se conserva gracias a la palabra amanecida que se divulga a través de los caciques y de los sabedores.

Víctor cree que los occidentales tratamos de solucionar todo entre seres humanos y nos falta la energía de ese creador. “El problema es que sólo sienten la fuerza terrestre. Nadie con la fuerza terrestre hace, sino con la fuerza divina. Toca aprender desde un principio. Nadie nació sabio en este mundo. Nosotros aprendemos a través de otro compañero y lo que sale por su boca no es él, es la palabra divina. Muchas veces miramos los defectos de esa persona… no hay que mirar porque son iguales a nosotros, son humanos los que nos enseñan. No mirar, escuchar”.

Y para escuchar, los murui muiname se refugian en la noche, cuando todo está tranquilo, cuando los seres bajan la guardia y están frescos para escuchar y en sus sueños mascullan el eco de las palabras para ponerlo en acción al día siguiente. Quizá esta lógica tan efímera es lo que provoca la desconfianza de Víctor hacia las escuelas occidentales. Desde su mirada, el conocimiento comienza en casa y se fundamenta en el amor, en la práctica cotidiana del amor al otro.

“El amor de los occidentales yo lo que he observado, es que no más dicen de la boca, lo dicen por la lengua no más, pero no lo emplean, no lo cumplen. Para cumplir el amor hay que dar, hay que satisfacer, no sólo decir (…). Eso no vale. Mucha máscara, en vano.
“El amor primero hay que dialogar, de noche. Al amanecer el día, hay que poner mano a la obra. Hay veces que ustedes creen que el amor es sólo sexo. Va pasando de mano a mano, nosotros no, lo que uno consiga hay que dar vida, hay que educar lentamente. Porque si el amor no lo educa, dónde está. Nosotros no somos animales, somos humanos, somos gente.
Algunos saben quiénes son. Para saber quién es uno hay que reconocer la familia. Primero, en el hogar, papá y mamá esos son los maestros. Si uno en el hogar no les da esos brindis y piensa que en el colegio les van a brindar eso…. No, allí van debilitando, van quedando porque eso allá ya está planificado en los libros. Es importante saber quién es el abuelo, el bisabuelo, de dónde procedemos. Y eso nos lo tienen que contar papá y mamá…”.

Nos tocaría pues, volver a escuchar y a confiar. Ese valor se ha perdido, igual que se ha diluido la necesidad social de ser reconocido, no para recibir la palmadita en la espalda, sino para comprobar que nuestro esfuerzo, que la tarea de descoyuntar nuestro pensamiento sí ha valido la pena. Ambas cosas –escuchar y confiar- tienen mucho que ver. Uno escucha cuando confía en la honestidad intelectual y moral de su interlocutor. Cuando, aunque no se esté de acuerdo, incluso pensando que el que habla defiende planteamientos descabellados, siente que hay corazón, que hay tripas comprometidas en el discurso.

María Zambrano, esa mujer que encontró en la palabra el poder que puede alimentar al cosmos, la que nos salvó al decirnos que no hay desdicha para “aquel hombre que puede contarse su propia historia”, habría encontrado un filón de pensamiento si el concepto de ‘palabra amanecida’ hubiera caído en su mesilla de noche. “Forzoso es aceptar que al mirar a este último período lo encontraremos lleno de ciencia y conocimiento puro. Pero pobre, inmensamente pobre, de todas las formas activas, actuantes del conocimiento. Y entendemos como activas las que nacen del anhelo de penetrar en el corazón humano. Las que se encargan de difundir ideas fundamentales para hacerlas servir como motivos de conducta en la vida diaria del hombre vulgar que no es ni pretende ser filósofo ni sabio. Formas que no descubren ni inquieren, sino que transforman lo inquirido y descubierto en “ideas vigentes’”. Es decir, que al final Zambrano habla de conocimiento amanecido, puesto en práctica, vigente, pertinente, necesario, humano, soñado, completo, parte razón, parte emoción, parte humanismo, parte espiritualidad –diría Zambrano religiosidad-.

22/11/08

SABIDURÍAS I

Fragmentos tras una conversación con el cacique murui muiname Víctor de La Chorrera (Amazonas colombiano)

} Dicen los murui muiname, los tuyos Víctor, que para que la comunicación sea auténtica, efectiva y útil, deben darse cuatro momentos. El momento del pensamiento, que implica pensar positivamente, sin mantener pensamientos secretos (dañinos porque el que mantiene el secreto niega su identidad, que es la pureza). El momento del corazón, cuando todo pensamiento se lleva a la luz del amor, al hacerlo, todo pensamiento negativo o secreto se podrá exteriorizar sin atacar a nadie, y todo pensamiento positivo llegará hondo, al corazón de los que escuchan. El momento de la palabra, donde el pensamiento que se ha llevado al corazón se expresa en palabra dulce (vuestra forma de hablar de la palabra sabia, necesaria, pertinente), que no ataca ni hiere sino que atrae, une y construye. Y, por último, el momento de la obra, el momento de las consecuencias reales de lo que se dice".

} En la forma de entender el mundo de los murui muiname no hay coherencia si la palabra no se corresponde con el pensamiento y no se aplica en acciones concretas. No vale aquello de “haz lo que yo diga, no lo que yo haga”. La contundencia de la acción relacionada con la palabra es la que otorga la credibilidad a un líder comunitario verdadero. La palabra así toma sentido si quien la escucha identifica al sabio y lo respeta. Escuchar y hablar es lo que se hace en la maloka después de lograr la conexión con la madre y el padre.

} Víctor cree que el occidental tiene atrofiado ese sentido de la escucha. Algo nos pasa que él no comprende. “Es raro, nosotros que somos culturas ancestrales tenemos la palabra nueva siempre y ustedes, que son nuevos, tienen la palabra vieja”. Desde la mirada de este cacique, los occidentales desperdiciamos el caudal de sabiduría de nuestros propios ancestros, cuando, según él, “desde que aprenda una persona nueva, la palabra es siempre nueva, no como en los libros”. La escuela es un lugar donde “el conocimiento se arruma como discos antiguos”, un lugar donde se enseña, fundamentalmente, el valor del éxito, no el precio de la búsqueda. La palabra, al quedar impresa y archivada, deja de pronunciarse y pierde vigencia. En la cultura murui muiname cada vez que se rememoran los mitos del origen, éstos se adaptan a la situación del que los requiere. La temporalidad no es un problema, el espacio no cambia: siempre es el espacio sagrado del intercambio. Se mantiene pues, lo que dijo el primer indígena colombiano que quiso dejar un ideario propio. Quintín Lame ya dijo que los libros de los blancos no sirven como única fuente de saber: “se han envejecido (…) sin aprender a pensar”.

Serie, Sabidurías

Comienzo hoy una serie que estoy denominando Sabidurías. Todos y todas acumulamos sabiduría, pero esta sólo crece cuando se mira al espejo de otras. Quiero compartir con ustedes en los próximos textos lo que he aprendido con algunos caciques indígenas. Alguna vez pensé darle forma de libro pero vamos a hacerla palabra viva en esta vitácora.
Espero sus comentarios o sus silencios, ambos son igual de potentes porque sé que cuando la palabra se siembra el trabajito ya está hecho: cada cual cosecha en su momento.
Gracias mil.

A desalambrar

La Minga Nacional de Resitencia Indígena y Popular de Colombia dio otra lección de madurez. Después de reunir a casi 40 mil almas en la Plaza de Bolívar de Bacatá (nombre original muisca de Bogotá) y de no ser recibidos ni escuchados por el piramidal y obtuso presidente de la República no hubo un solo altercado, ni un disturbio, ni un problema. Lo que aconteció fue hermoso: el compromiso de dedicarse a desalambrar el pensamiento, como dijo Aida Quilcué, y de construir algo muy concreto. Hoy sábado, en la Universidad Nacional se ratifica una gran alianza de movimientos sociales de Colombia y en un año, el 12 de octubre de 2009, se celebrará el Gran Congreso Popular. Si los pueblos indígenas han prendido la mecha, el resto de movimientos tienen que unirse a esta explosión de conciencia y palabra amanecida. Ojalá así sea.

21/11/08

En lo que ando

Por si quieren ver un poco en qué estoy. Este domingo lanzamos el rediseño del Diário do Pará. este es el video de presentación donde, además, podrán escuchar por primera y última vez al susodicho balbuceando tristemente el portuñol...jejeje

19/11/08

Minga Nacional de Resistencia Indígena

15.000 indígenas se acercan a Bogotá. Mañana llegarán a dar ejemplo de dignidad.

CARTA ABIERTA A LA MINGA NACIONAL DE RESISTENCIA INDÍGENA Y POPULAR

YA VENCIÓ LA PALABRA


Paco Gómez Nadal
Ya venció la palabra. En este mes largo de movilización nacional, de resistencia pacífica, de camino, de palabra amanecida, de soportar humillaciones e intentos de sindicación, de solidaridades, de amenazas, de la energía del arcoiris, de hombros que se tocan, de almas que se escuchan… en este mes largo ya venció la palabra. Da igual lo que se negocie, es indiferente si el gobierno o los medios de comunicación masivos y comerciales siguen invisibilizando lo más hermoso de la realidad, en nada influyen las escasas indiferencias ni las ruines estrategias del poder: la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular ya venció.
Yo, hombre blanco occidental, cargado con la responsabilidad histórica de mi pueblo, dispuesto al reencuentro en la banca de la sabiduría o a la sombra de un palo frondoso, les quiero insistir en que su ejemplo moral (algo cuyo valor no se enseña en la escuela) ya nos ha dado alas, nos ha hablado de dignidad, de vida, de futuro. A ustedes, hombres y mujeres de los pueblos indígenas, a los que tantas veces se les ha acusado de estar anclados en el pasado (los occidentales no distinguimos muy bien ese término del de tradición), están dado una lección de futuro posible.
Construir un futuro posible y justo, no solo para Colombia sino para la Humanidad, pasa necesariamente por la unión de los pueblos (la Minga lo ha hecho), por la solidaridad del camino (así está siendo), por la defensa a ultranza de la dignidad frente a los poderes hegemónicos político, económicos, culturales y mediáticos (ese es su principal aporte), por las plataformas de reivindicación generosas (su agenda política es para el país no solo para los pueblos indígenas) y por los actos de vida frente a los de violencia (eso los ha diferenciado del Estado en esta Minga heroica).
En esta carta abierta quiero agradecerles en mi nombre y en el de muchas ciudadanas y ciudadanos que nos hemos sentido orgullosos de habitar el mismo planeta que ustedes y tranquilos al saber que por encima de la ceguera generalizada de este mundo urbano y adormecido ustedes han sabido conservar la energía de los seres humanos que se saben libre y dignos. Su actitud ejemplar es movilizadora, no lo duden y muchos ya no podremos dejar de movernos en la misma dirección después de estos meses de octubre y noviembre de 2008. Sé que muchas veces antes se han levantado y han dado ejemplos similares, pero tengo la sensación de que esta vez han sido conscientes de verdad del poder real de la movilización masiva y popular.
Nadie podrá acabar con los movimientos sociales, pero ahora son los movimientos sociales los que empiezan a tomar la palabra. En realidad, están cambiando su propio nombre para convertirse en la Minga Nacional de Acción Indígena y Popular.
Buena suerte y un abrazo de hermano menor. Para lo que necesiten, para lo que necesitemos, nuestras almas, las de todas y todos los que hemos estado cerca de la Minga, están prestas.

18/11/08

El Malcontento de hoy 18

Controlar el deseo

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com
Lo bueno de las teorías es que si se dicen frente a un micrófono con la suficiente seguridad y cara circunspecta casi siempre cuelan. Por ejemplo, si mañana el presidente francés se planta en una conferencia de prensa y asegura con contundencia que la crisis financiera mundial es culpa del excesivo consumo de caramelos de menta, habrá voces que alaben la hipótesis. Igual ocurriría si alguna de nuestras autoridades ambientales justificaran el aeropuerto marítimo en pleno archipiélago de Las Perlas porque así las ballenas deben rodearlo y ese ejercicio extra ayuda a la forma física de las bestias (¿quién es la bestia en este caso?).
Aquí lo importante es el peso público de quién suelta la teoría y la seriedad y reiteración de los argumentos. Si se dan cuenta, la mayoría se creyó eso de las armas de destrucción masiva que se escondían en Irak, casi el 100% de los humanos aplica cada día esa teoría estúpida de que trabajar hasta reventarse el lomo por unos dólares ennoblece, y, si no fuera por la imagen de Delgado Diamante, hasta nos podríamos creer que su ‘incidente policial’ pasó por algún juzgado de turno que olvidó dejar constancia de la diligencia.
Mi hipótesis sobre las teorías flaquea ante la doble clase sobre el delito que nos dieron la semana pasada Mireya Moscoso, una mujer con gran autoridad moral para hablar de delincuentes y por Rodrigo Cigarruista, el suplente en la banca de DDD. La primera volvió a sacarse de la manga su famosa Mano Dura, aquella que aplicó con placer casi libidinoso en los últimos días de su gobierno contra pobres muchachos pobres, mientras repartía indultos a terroristas reconocidos, otorgaba concesiones dudosas y compraba unos modelitos de lujo para no ir por ahí andrajosa.
El segundo, Cigarruista, nos explicó que "para cometer un delito se requieren tres elementos: deseo, capacidad y oportunidad”. Y añadió: “nosotros no tenemos el control de que una persona tenga el deseo y la capacidad, lo único que podemos controlar es la oportunidad". Quedé perturbado, lo reconozco. Jamás había escuchado una explicación tan clara, ni repasando los capítulos de CSI, ni recordando algunas de las conversaciones claves de James Bond o de Batman en su persecución del mal. Pero quiero señalar un error que cometió el ministro encargado, quizá por los nervios de la comparecencia pública.
Fíjese señor ministro (e): la oportunidad es lo que no puede controlar. Porque para hacerlo debería evitar la ostentación de la riqueza de algunos, debería modificar el modelo de consumo desenfrenado que nos lleva a acumular estupideces en la casa que son robables o a comprar carros que brillan a los ojos de los ladrones provocando un incontrolable deseo de delinquir. La oportunidad no depende de usted. Si se trafica con droga es porque existe la oportunidad de vendérsela a los gringos o a los españoles cocainómanos; si se secuestra es porque existe la oportunidad de cobrar una cuantiosa vacuna; si se corrompe a los funcionarios públicos es por la magnífica oportunidad de hacer negocios que hay en el país…
No señor Cigarruista, no se enrede. El tema está en el deseo. No es que yo lo quiera animar a controlar todos nuestros deseos, eso le quitaría mucha emoción a la vida y atentaría contra el modelo de sociedad de consumo, donde la satisfacción del deseo es el único momento de verdadero placer del ciudadano. Pero sí puede concentrarse en modificar el tipo de deseos que acorrala a algunas personas y que puede hacerlos delinquir. Por ejemplo: si los jóvenes de Curundú, el Chorrillo u otros barrios excluidos de Panamá no se despertaran con el deseo palpitante de un apartamento decente donde no vivan hacinados, o con el deseo voraz de comerse un filete especial con papas y ensalada, o con el ingenuo deseo de estudiar en la universidad, o con el tonto deseo de cierta justicia en el reparto del botín del país, es probable que algunos de ellos no se torcieran ni se dedicaran al pandillerismo o a la delincuencia (una manera rápida y eficaz de sublimar el ‘deseo’ de venganza).
Piénselo bien, señor ministro (e). Su antecesor –bueno, en vacaciones ahora- tuvo un deseo irrefrenable de matar a un subalterno y él buscó la oportunidad, que esa siempre se presenta. Si hubiera controlado el deseo, probablemente no habría muerto ni enredo. Cambie de estrategia y quizá consiga ver realizado el deseo nacional de que la ex presidenta Moscoso también se tome unas vacaciones sine die.
[En este mundo de locuras repetidas hace falta valor, como escribe PFP, para perseverar. C. recarga fuerzas: “Hace falta valor / para seguir siendo si se sabe, / a-ciencia-cierta,/ que vencen y fracasan / eternamente los mismos, / que la impunidad que da nausea, / que el cruel desahucio / legisla, castiga y predica / cómodamente a sus anchas”.]

17/11/08

La cooperatio revolutum

Después de una semana sobre el terreno, no pude contener unas palabras.


Reflexiones sobre la cooperación, el mundo partidito en proyectos y la desactivación de lo político.



Paco Gómez Nadal
¿Cuál es la verdadera intención del sistema de cooperación internacional en caso de existir una?, ¿qué efecto han tenido los miles de millones de dólares ‘invertidos’ en países del tercer mundo en las últimas décadas?, ¿a quién sirven las élites profesionales que con chaleco en ristre reparten cheques y fórmula de desarrollo por medio planeta?

La cooperación internacional, y hasta la nacional, es uno de esos temas vedados para tratar en público. La buena intención que se le supone -como la valentía al soldado-, el principio del mal menor –mejor que esa plata llegue a que se dedique al hoyo financiero-, y hasta las formas de lo políticamente correcto impiden que se construya un pensamiento crítico serio acerca de la acción de las cooperaciones oficiales y de las ONG.
Llegaría así la primera pregunta: ¿son lo mismo? En un alto porcentaje sí. Son realmente pocas las Organizaciones No Gubernamentales que son realmente No Gubernamentales. La mayoría se alimenta de dinero público llegado de diferentes instancias. Las ONG, en su mayoría, representan el sector mercerizado de la cooperación, la buena cara de estrategias más complejas que tienen que ver con el mapa de la geopolítica y con ciertas formas novedosas de colonización económica, cultural y política.
Las pocas ONG que no obtienen la mayoría de sus ingresos de los estamentos públicos, tienen un mayor margen de libertad y se les nota, aunque en su caso la perversión pasa por la necesidad de recaudar fondos privados apelando a la misma sensiblería y marketing que una marca de chocolate. Durante un tiempo pude colaborar con una de las más reconocidas en su aparato de comunicación. Ahí aprendí como recaudan el 70% de sus ingresos en los pocos días de Navidad, “cuando la gente es sensible al mensaje”. Adoptar simbólicamente a un niño en Asia, pagar una cuota mensual para defender a los defensores de los derechos humanos, o donar un pírrico porcentaje de la compra semanal para engañar al hambre en Sudán son actos de compra, de consumo, al igual que lo sería comprar un pavo, un nuevo ipod o una moto. La diferencia es que al apoyar a una ONG se compra conciencia y una autoimagen complaciente y tranquilizadora. Luego entraré a analizar la acción de ONGs y Cooperación, pero no está mal un pequeño adelanto de realidad con las palabras de Femi Kuti, músico africano lenguaraz y directo como pocos: "Las ONG dicen estar trabajando, pero no se las ve. Las Naciones Unidas organizan conferencias inservibles. Los músicos occidentales promueven conciertos benéficos sin ningún resultado. ¿Recuerda aquella canción, We are the world? Han pasado más de 20 años y todo sigue igual".
Si hablamos de las cooperaciones internacionales oficiales la cosa es más evidente, excepto para los que trabajan en ellas. Diplomacia alterna disfrazada de corderito, canal de distribución de presiones e ideas vestido de novia simpática y solidaria, dinero y dinero derrochado en estructuras inservibles para que unas cuantas migajas lleguen a alguna comunidad que no pudo elegir en qué se invertía la plata.
Todas presumen ahora de sus métodos participativos, de tener en cuenta toda la listica de palabras de moda como sostenibilidad, incidencia, componente de género, productivo, evaluación y monitoreo, metas… un bla, bla, bla perverso que camufla la ineficacia y la necesidad de que la ayuda sea eterna para eternamente influir en realidades ajenas. ¿No les parece que si realmente se evaluaran deberían cerrar sus oficinas después de décadas de fracasos repetidos? ¿Es acaso este mundo mejor o más justo que el de hace 50 años?
No sé si estarán de acuerdo con la similitud en la acción de cooperaciones oficiales, cooperación intergubernamental (De la que la reina es la inoperante Organización de las Naciones Unidas) y la mayoría de ONGs, pero es fundamental para entender que en la siguiente relación de afectaciones que causa la misma no distingo entre unos y otros (cada cual sabe cuál es su grado de responsabilidad).

a. La cooperación como salida laboral
Todo es justificable. De hecho en nuestras vidas privadas así lo hacemos: tenemos razones para fumar y para dejar de fumar, para acumular y para no hacerlo, para reciclar o para decidir mandar todo mezclado al vertedero (hay que darle trabajo a los pepenadotes). En el mundo de la cooperación esto es un axioma. Cuando se comenzó a ‘profesionalizar’ la solidaridad el argumento era que había que tener a las y los mejores profesionales al servicio de la causa y que para eso había que pagar lo mismo que en una empresa privada, reconocer el valor del trabajo, no halar del voluntarismo.
Suena bien, para que negarlo. El problema es que con este argumento se eliminó de un tajo el compromiso político o, cuando menos, ético con el Otro. El recorrido es estándar. Como en una empresa, el joven cooperante entra en prácticas por un salario bajo, casi anecdótico. La baja remuneración se compensa por cierto heroísmo reconocido en el círculo social primermundista más cercano. Después, comprende el polluelo que hay una carrera por construir un largo recorrido de siglas que desmenuzan mejoras salariales considerables y una calidad de vida más que razonable sin perder mucho del halo heroico.
Al final, tenemos una élite cooperante, que habla varios idiomas, se desenvuelve como pez en el agua en lo étnico y que temblaría ante la terrible posibilidad de que el hambre y las guerras acaben porque tendrían que trabajar en el departamento de contabilidad de IBM y se perderían esta vida llena de ‘experiencias’. Son, sin duda alguna, la encarnación del flaneur de Bauman ["The flaneur is a witness, not a participant; he is in, but not of the place he walks; a spectator of the never-ending spectacle of crowded urban life; a spectacle with constantly changing actors who do not know their lines in advance; a spectacle of no beginning nor end; no unity of time, place or action" (Zygmunt Bauman 1992)].

b. La vida es un proyecto

Las organizaciones que gestionan los miles de millones de la cooperación no son especialistas en el pensamiento complejo: es decir, no saben que la vida es compleja. Como funcionan según las normas de las leyes de mercado tienen que diseccionarla en productos o en proyectos (que a la postre son lo mismo) que sena medibles, contabilizables, que permitan demostrar resultados según el esquema del libro de cuentas.
Resulta que la vida no es así, y menos en los países del tercer mundo, donde la distancia más corta entre dos puntos jamás es la línea recta. La fragmentación de la cooperación en proyectos ha fomentado la reorganización de los movimientos sociales de base para dar respuesta a esa estructura, ha desconectado las acciones antes concluyentes y ha desactivado buena parte de la fuerza de las comunidades.
Hay, por supuestito, un mercado de proyectos. Oferta y demanda, duplicación de acciones, repetición de las mismas. Un indígena colombiano relataba hace un tiempo cómo recordaba los primeros proyectos que llegaron en los años 80 de la cooperación holandesa. “Era de esos de hacer huertitas en las casas”. Según él, y de manera metafórica: “30 años después, todos los proyectos son igualiticos”.
Cambia eso sí, la moda, lo que vende en el momento. Hay años en que lo primordial es el género, otros en los que es la institucionalidad, la gobernabilidad, el cambio climático o la incidencia en políticas públicas. Si se quiere estar en el mercado de los proyectos solo hay que estar al tanto de las tendencias y adaptarse de manera pragmática a formularios, marcos lógicos y evaluación de metas.

c. Adiós política, adiós conciencia
Si hay una energía irreemplazable en las comunidades esa es de la conciencia política. Un movimiento social fuerte es una organización donde el motor nunca es la plata, sino la conciencia y la conexión con las bases. Para que sea así, deben confluir dos factores: tener base real (algo de lo que casi ninguna ONG puede presumir) y formar a la misma en la reflexión crítica y la formación política.
Al escribirlo ya me doy cuenta de que suena anticuado. La cooperación fomenta la existencia de movimientos sociales semiprofesionalizados que canalicen recursos y ejecuten proyectos fiscalizados por ONG y financiados por la cooperación.
Los parámetros de la cooperación no permitirían, además, una partida que explícitamente dijera: “formación política de las bases populares” (se consideraría políticamente incorrecto) o una que hablara de “gastos de transporte y alimentación para asambleas políticas”. Sin embargo, se multiplican los fondos para talleres y capacitaciones tan inútiles como costosos gracias a los cuales los expertos tenemos trabajo y los ahora funcionarios de los movimientos sociales comen bien durante un par de días y gestionan nuevos fondos para su organización en los corrillos informales del mercado de proyectos.
El resultado es pavoroso. Tenemos movimientos sociales en otro tiempo aguerridos y fuertes, debilitados al extremo, tan preocupados en mantener la estructura funcionando que olvidan su objetivo inicial. Y, del otro lado, vamos convirtiendo a las comunidades en ejércitos de pedigüeños a la espera de un nuevo proyecto que alimente la precaria economía formal de la cooperación (y las corruptelas que comporta).

d. La falsa participación
El discurso democrático occidental de la cooperación contempla, por supuesto, la participación de las comunidades en el diseño de su modelo de desarrollo. La realidad demuestra que, al igual que en la democracia, esto es solo un requisito formal o, en todo caso, estético.
La verdad es que en las oficinas de Naciones Unidas en Nueva York o en Ginebra o en los corredores de la Comisión Europea sesudos expertos en cooperación internacional, derechos humanos o desarrollo humano definen las tendencias y las prioridades.
Daría igual lo que una comunidad considere prioritario so esto no está alienado con los Objetivos del Milenio o con las prioridades estratégicas de la UE. Las ONGs saben qué vender a cada cooperación, conocen lo “que les gusta”. En el fondo, y a pesar de los esfuerzos por disimular, el eurocentrismo y el gringocentrismo siguen mandando en la relación entre la cooperación y los movimientos del tercer mundo. Los primeros disimulan y se comportan horizontalmente. Los segundos se aguantan la verticalidad porque es equivalente a dinero fresco.


Cualquier reflexión como esta debería comportar alguna propuesta de solución. O eso se supone que es lo constructivo. No la tengo. O la que tengo no les gustaría. Yo refundaría todo porque creo que el sistema está tan viciado que no puede ser reformado desde dentro (véase el fracaso del intento de reforma conservadora de la ONU). De momento, creo que no se puede ser cómplice, o que si se es por necesidad (de trabajo, de recursos o de acompañamiento) hay que ser muy conscientes y trabajar para su propio fin -y no para su reproducción infinita-. El regreso al compromiso, a la solidaridad entendida como hermanamiento y no como tutela, a cierta militancia de lo civil (no de grupos o sectas como hace unas décadas), podría ayudar a reconducir las relaciones. Sé que no he dicho mucho, pero prometo volver sobre el tema. Desde que constato sobre el terreno el terrorífico efecto de la cooperación tenía la necesidad de, primero, vomitar esto para los amigos y amigas más cercanas. Pero le daré forma, trataré de construir, partiendo de estas palabras, un texto que se pueda compartir y que, con un poco de suerte, pueda construir.




Amaneceres II

Cambio de plano

Mudé morral por maleta y humedad por clima controlado. No es tan difícil: solo tres aviones mal aliñados donde las aeromozas sonríen de plástico y la compañía duerme el sopor. Unas comidas de cartón piedra, revistas manoseadas por quiénes no leen y tarjetas de emergencia que no ayudan a vivir sino a evitar la estúpida muerte imprevista. Cuando aterrizo en la normalidad me siento un extraterrestre. Cada día, cada-día-de-estos, me cuesta más adaptarme a las necesidades imperiosas de quiénes me dan de comer. La destreza de conferirle importancia a todas estas estupideces se me está dañando y yo, preso de tantas preguntas como esquirlas de la noche, me dejo ir para no sentirme en el vientre del enemigo.

La tenencia

Tengo buenos amigos, ron de 12 años, trenzas postizas, palabras liberadoras, libertad empalabrada. Tengo amor en dosis mortíferas, tengo aliento, alimento y sustento. Tengo un pantalón que me cubre y una ruana prestada para las emergencias, una vela para prender fuegos y hasta un aparato para escribir varios te quiero. Tengo, cuando lo tengo, un hueco calentito en corazones ajenos, un abrazo de hermano, algunas ausencias que me duelen por su tamaño. Hay días que tengo frío, tragos atragantados, camas sin deshacer, sábanas prestadas y lágrimas en el recuerdo. Otras veces, amanezco en sudor y tengo un temblor de piel, un arranque de dignidad, incluso tengo en esas jornadas la fuerza de quien se mira al espejo sin mudar gesto ni estampa.
Tengo, cuando se trata de tener, las cosas fundamentales protegidas con espumas y mareas. Y allá, en el vaivén de la vida, ellas navegan entre mis dudas y tus vientos.

Más amaneceres

Estos días he estado muy desconectado, espero recuperar el tiempo ahora que permaneceré más de 24 horas en un mismo lugar. De momento, dos de esas cosillas que nacen por sí solas.

El contagio


Hay ya pocas posibilidades de ocultar la sombra propia ante tanto desdén. Cuando el resto duele, la piel y los días dejan de gozar el sol y las gotas de rocío, para convertirse en cómplices de la noche y las escaramuzas. Las justificaciones son paridas sin control en nuestras vidas de mentira. Todo, todo, todos, todo tiene-una-buena-razón-para-ser y, sin embargo, ahora me parece mucho más claro que nada, nada, nadie, nada puede poner como excusa una balada ni un tremor. Ha llegado el momento de ser coherentes si decimos que el resto somos nosotros.
En ese camino hay que ser cuidadosos al extremo. Acontecen encuentros con personas que ya llegaron a mirarse al espejo y renacieron para poder convivir con el reflejo. Esos seres, extrañas criaturas de ligereza peligrosa, tiene el poder de contagiar su enfermedad a los que en una noche de conversa o en un paseo de descargos osan a escuchar y a sentir el ritmo de sus batallas.
Para qué ser coherente, pregunta el hermano de murallas vírgenes y vírgenes acumuladas. Para contagiar bro, para contagiar, para provocar pequeños tsunamis de dignidad que vayan arrinconando a tantas almas adormecidas, a tantas caras camufladas en la rutina castrante de vivir. Lo demás, es profilaxis, miedo a la roncha en la delgada epidermis humana, pánico al estornudo que moviliza, a las segregaciones del otro revueltas en nuestras entrañas.


Gracias
Agradecido a los aviones y a las lágrimas, trato ahorita de permanecer en esta encrucijada. Imposibilitado para añorar, tentado a poseer, provocado para pedir más, me hago fuerte en la gratitud para constatar que pocos seres han estado en los lugares que yo frecuento. No es visita permanente, ni siquiera habitual, pero frecuento la felicidad como el caminante que evita gastar demasiado el mismo andén para conservar la sorpresa de lo desconocido.

13/11/08

Vuelve el insomnio... y sus texticos

¿Hasta dónde?

La ceguera tiene solución, aunque los científicos sean ciegos a esta afirmación contundente, excluyente, nada esperanzadora. Cierran los ojos porque la perspectiva sería abrumadora y dolorosa. Ver es doler. Ojos indispuestos ante las lacerantes verdades que arroja la calle, la vida.
Al caminar, los pies pasan por delante de una rejilla de madera. 40 cm x 40 cm que muestran otros pies. Los del desheredado por mi y por ti que duerme en este hueco que algún día tuvo otra función práctica.
La ceguera, cuando tiene solución, es dolor. Y es acción. Quedarse inmóvil, sin pestañear, cuando el velo de la ceguera ya no turba es admitir que no somos humanos, que se puede seguir viviendo como si no se estuviera viendo. La pregunta, en este punto de retornos, es ¿hasta dónde?, ¿hasta dónde mover los resortes de la decisión y de la acción? La coherencia, una vez que se practica es tan necesaria como la vista pero, al igual que esta, no hay sino que cerrar los párpados para olvidarse de su necesaria presencia.


Alturas

Añadir 170 centímetros más a estos 3.600 metros de dignidad parecería poco prudente. Me pregunto, pequeñito y casi sin aliento, como puedes respirar y sonreír al tiempo en este universo cargado de botas y quebrantos. Sin tener que hablar, me miras a los ojos, vuelves a reglarme una sonrisa, te ajustas el abrigo y pedaleas directa hacia el triunfo.
Una vez más, las razones para dar la pelea se alojan en almas irredentas, incapaces de cejar en el empeño de que vivir sea algo más que estar vivo.

4/11/08

El Malcontento /Elogio a la política

Publicado hoy en La Prensa



Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com
Voy a hacer justicia. O, mejor expresado, voy a fijar posiciones porque mis desahogos semanales pueden llevar a confusión. Suelo descargar la ira personal, la rabia de ciudadano frustrado, en los políticos, que no en la política. Y no en cualquier político, tengo la mala costumbre y de nefastas consecuencias –como habrán observado- de poner nombre –o, al menos, apellido- a los políticos que considero perversos o, como poco, ineficientes o decorativos.
Cargo menos con el sector privado y, la verdad, es que lo considero mucho más nocivo que el público, entre otras cosas porque suele ser la plata de algunos empresarios la que mueve los hilos de la política local. No hay duda que el mercado sin control, tan legal en territorios ‘desarrollados’ y tan selvático en tierras tropicales, nos ha engullido y la marcha a atrás, si es que la hay, será profundamente traumática para poblaciones enteras educadas ya en las vitrinas de los centros comerciales (esas catedrales tetratétricas llenas de luz y espejitos).
Hoy quiero hacer justicia y defender a la política por encima de todas las cosas. La construcción de lo público requiere de la política y de los políticos. Creo que todos, incluido este articulista, somos culpables de haber satanizado la política. Es ahora desagradable que alguien exprese en público que tiene aspiraciones políticas. Las miradas de resquemor y de desprecio marcan a esa persona que, si tiene pudor, suele desistir del intento. Un niño o una niña en la escuela tiene vergüenza de decir que su papá o su mamá se dedica a la política. No es un ‘trabajo’ de moda.
No hay problema, sin embargo, en presumir de sueños empresariales. Si el niñito dice que de mayor quiere ser millonario provocará la carcajada benevolente de los presentes que, por supuesto, nunca se cuestionarán el hecho de que para ser millonario hay que delinquir o especular –si es que no es lo mismo-. No tengo nada en contra de los millones, pero es que las cuentas no salen: para que unos pocos tengan tanto, otros muchos deben vivir en la frontera de la miseria y la explotación.
Por eso reivindico y redignifico el hecho de ser político o de hacer política. Necesitamos a las y los mejores en la política. No a los mejores empresarios, ni a los mejores artistas, ni a los mejores burócratas… lo que necesitamos es a la gente más inteligente y honesta. Servir a lo público debería ser un orgullo, no un sacrifico. Si lográramos que la política volviera a ser un territorio de esperanzas, los ciudadanos saludaríamos con respeto a los que se dedican a ello, agradeciendo que su inteligencia esté a nuestro servicio. En este sentido, sin ser yo un partidario pasional de Barak Obama sí reconozco en su discurso palabras que puedan construir un entorno político diferente, de imaginación y emoción, de entrega y construcción. Y de eso se trata la política: de construir lo social, lo de todas y todos, un modelo de país y de mundo en el que quepamos y podamos vivir con dignidad.
Recordaba estos días como en América Latina las mentes más lúcidas llegaron a la presidencia o lideraron procesos revolucionarios. Participaron en la política de forma contundente personajes como Domingo Sarmiento en Argentina (autor de Facundo) o Rómulo Gallegos en Venezuela (los míticos Doña Bárbara o Canaima), los muralistas de México (como Diego Rivera o David Alfaro Siqueiros), Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez en Nicaragua, Roque Dalton en El Salvador… La lista es larga. Perdón, era larga. Ahora escasean los ejemplos y eso ‘criminaliza’ la política.
Solo tenemos malas noticias desde esa vereda: corrupción, connivencia con intereses privados, enriquecimientos legales pero ilegítimos… Por eso es tan difícil creer en los políticos. Aun así, renunciar a la política es entregar nuestros países a los maleantes o tercerizar el Estado, que es lo que han estado buscando los pillos neoiliberales desde que el Consenso de Washington diera las órdenes precisas al respecto.
Creo en la política y ojalá que vuelvan los hombres y mujeres honestos e inteligentes a coparla. ¡Oh cielos! Me levanté demasiado soñador hoy. Perdón.
[C. recupera parte de un poema de Dalton que trata del papel de la palabra, de la posición ética de quienes estamos en los medios: “ay del traslado del crimen hacia los hombres de los débiles: “ay de las complicidades / ay de las delaciones /ay de los servilismos /ay de los soplos al oído del verdugo /ay de las tolerancias /ay de las mentiras matutinas y vespertinas…”. Tomo nota]