8/6/11

Hogar portátil

Son seis. Construcciones disímiles, peculiares todas, nuestras. Ninguna en propiedad, que esa es una ficción engañosa. Todas tan nuestras... en ellas nos hemos dedicado tiempo y vida, hemos acariciado la espalda del otro como si esas paredes fueran las definitivas. Pero esa es otra ficción. Engañosa. Son seis y esta es la de siempre. Tan acogedora como todas pero más caliente que ninguna, tan luminosa como tu sonrisa pero húmeda como la comisura de nuestra espera. Esta es la sexta, o la séptima que en asuntos científicos no soy ducho, pero es la primera. O es como la primera. ¿O será como la segunda? Sabes lo que pasa, que no puedo ver con claridad el orden de las casas y de las cosas cuando llevamos el hogar a cuestas, cuando estar contigo es ser permanente, cuando sentir tu abrazo es estar acomodado en el sofá mullido de la vida.
Este hogar portátil es lo más fijo que tenemos, y es de un 'siempre' sólido, de un 'siempre' de los míos, de esos que no atiende a mutaciones sino a las acciones de nuestras huellas.
Hoy, en esta nueva cama tan antigua como mi mirada sobre ti me siento en casa. Como ayer, como antes de ayer, pero hoy me siento en casa. Gracias amor, por acurrucarte cansada en el arco de mi pecho a la hora en que los pájaros, los héroes y los autobuses se echan a dormir.