26/7/10

El pliegue

Una sonrisa a cambio de la deuda mundial. Tu sonrisa para evitar el colapso de la civilización. Un abrazo tuyo para controlar el cambio climático. Tus poros como raíces necesarias para alimentar el alma de ensueño. Qué más buscar en este revuelo de mariposas, para qué asirme a otros barcos si el mar de leva tiene el color de tus ojos, cómo no tener fuerza, cómo no ser poderoso protegido en tu regazo, asomado en el repliegue de tus caderas....

15/7/10

Regalo de Manigueuigdinapi

(En respuesta a las declaraciones del Ministro Mulino en las que califica a los indígenas como "borrachos manipulados")

REFLEXIONES DE UN BORRACHO

Estoy mareado de tanta caña de maíz fermentada, me levanto de la hamaca, me enjuago los ojos y miro hacia la ventana, saludo a toda mi familia, al abuelo sol, a las nubes, a mis vecinos, a las piedras, a los árboles, a las aves y a las plantas. Les cuento a mis hijos de mis sueños y pregunto sobre sus sueños, me tomo un café con sabor a leña. Veo la sombra de la cigarra, el humo que se cuelga del cielo, lo verde, amarillo y rojo del campo, me hace sonreír las muecas de mis hijos.

Veo la angustia de mis hermanos en avisarme que hay que protestar, bajar de las montañas e ir a la selva de concreto, allí donde nadie te saluda, aunque le digas “buenos días”, “hola, como estas”, tienen pena o tendrán miedo de alguna venganza histórica o ancestral. La ciudad donde nadie escucha, ni ve, aunque haya cientos de bares y cantinas con música típica, rock o ballenato.

Estoy acostumbrado a las luchas, mis ancestros pelearon, mis abuelos me cuentan sus hazañas, mis padres también se jugaron la vida y mis hijos les tocará su turno, ahora me toca a mí, que suerte que no fui a la escuela, todos los que han estudiado ya no trabajan la tierra, aunque debo de admitir que saben sobre historia universal, de Sócrates, Hitler, Mussolini y del río Po, pero no recuerdan los nombres originales de nuestros ríos, ni las palabras de Kibian, UrraKa, Victoriano.

Debo confesar que soy borracho, que me encanta embriagarme con las flores de mi jardín, con el rocío de las mañanas, del canto de las aves y de mi conversación matinal con las plantas medicinales y las rocas hablantinas. Aunque un buen vino me hace recordar la ciencia y los acueductos del Pueblo Maya que aún funcionan en Guatemala, la arquitectura Inca, la orfebrería Chibcha, los cuentos Kunas de Ibeler y Duiren.

Ahora me llaman borracho, ignorante y analfabeta, moribundo desde una cama del hospital Santo Tomás, ahora vendo ojos por celular, otros ofrecieron sus vidas para una mesa de negociaciones, me han prometido un plasma, un celular para llamar a mi familia, una botella de seco a la semana para curar mis heridas del alma.

Pienso que estas personas que nos gobiernan dormirán tranquilos, besarán a sus hijos, los saludará en la mañana, contarán sus sueños a sus familiares, saludarán a sus vecinos, escucharan el grifo del baño y dirán buenos días al sol y a las nubes. O tal vez ya están sordos que no escuchan el llanto de la Madre Tierra y están ciegos que ya no saludan y tiene miedo y disparan contra todo ruido extraño, contra mis ojos, contra los corazones de jóvenes asesinados.

Y están mudos porque solo escuchan sus voces y no la de los niños que juegan en los ríos, ni descifran las letras de las hojas, plantas y flores, ya no veré los colores del campo, ni las manchas de la luna, debo salir de este maldito hospital, tomar dos cervezas heladas y ponerme a conspirar por la vida, por la tierra, desde la oscuridad y la sombra.

Manigueuigdinapi
Miércoles, 14 de julio de 2010

La memoria de las cicatrices

La carne lacerada se empeña en perdurar. Huecos sin sangre ya, olor a pólvora mojada por la lluvia de improperios y mentiras. Un presidente mintiendo, arrepintiñendose de la nada, siguiendo el manual del Perfecto Farsante Latinaomericano o Búlgaro o Español o Africano. Y la carne, sigue, terca en su empeño sediento, molida en la tarde del maiz y la gloria.
No hay disculpas posibles, sino justicia necesaria. No hay perdones otrogados, sino resarcimiento y asco a la impunidad. No hay discursos políticos, sino renuncias inmediatas para asumir el desastre. Las heridas no cicatrizan en el trópico. La memoria anida en ellas.

14/7/10

La cólera y el barro



Los gigantes se creen que lo son porque no tienen la capacidad de verse de lejos: tan pequeñitos, tan insignificantes al lado de los seres humanos de carne y hueso, de los dioses que cada día van a trabajar con la lunchera cargada de esperanza.
Los gigantes tienen los pies de barro y la cólera inflamada. Desvisten sus vergüenzas delante de las muchachitas y sueltan el látigo de su poder ficticio contra el coraje de los resistentes. Pobres los gigantes, tan pequeños, tan disminuidos en humanidad, tan deficientes en alma.
Los humanos los miramos con desprecio (y ellos lo saben), con algo de caridad (y ellos lo detestan), siempre con irrespeto (y ellos lo sufren). Despreciamos su pequeñez, su falta de inteligencia, sus toscas formas de proceder. Somos caritativos ante su discapacidad crónica de entender el mundo que los rodea, ante su voraz apetito de poder y acumulación. Irrespetamos su estirpe y su descendencia, las condenamos al ostracismo del ridículo y de la pobre riqueza material.
Hoy, que conozco más de cerca a los gigantes, me parecen más molinos que nunca: un estúpido mecanismo de repetir errores tan poco digno que solo tiene el poder. Nosotros, los humanos, preferimos tener la razón y la dignidad, dos bienes de no-consumo tan escasos en el Olimpo como los pañuelos de papel.

13/7/10

Bocas somos todos

EL MALCONTENTO

Bocas somos todos

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Lo que sucede en Bocas no suele acontecer. La paradoja es histórica. Como la cara oculta de la Luna, hay zonas del país, del planeta, que son invisibles hasta que el reflejo de las llamas que las incendia no se divisa desde la lejanía. Para los que creen que Bocas del Toro es el archipiélago turístico y cercenan el 95% de la provincia, puede parecer que la crisis de los últimos días es sorpresiva. Para los que conocemos bien la provincia, la caminamos y estamos con su gente, esto solo cristaliza la situación de abandono y discriminación sistemática que el resto del país practica con una de las zonas más hermosas, ricas y pobres del país.

Panamá se enriquece y desaparece al tiempo por sus dos extremos, Bocas y Darién. La gran diferencia es que en Bocas, los indígenas ngäbe–buglé son fuertes, están organizados y, ante todo, están cansados. ¿De qué? Del abuso laboral, de la falta de infraestructuras públicas, de la corrupción endémica, de los medios de comunicación pagados por empresas como AES o Empresas Públicas de Medellín, de los finqueros del medioevo que siguen manejando los hilos del poder, de las enfermedades estúpidas que matan sus hijos, de la suciedad, de la precariedad y el hacinamiento en las viviendas milagrosas, de los inversionistas abusadores o de los “turistas residenciales” que han desplazado a cientos de indígenas de playas y lomas para construir la postal que vendemos al mundo y que oculta barrios de refugiados como La Solución.

En Bocas del Toro es en donde el Gobierno Nacional se niega a aplicar las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que ordena la paralización inmediata de las obras de la represa Chan 75 por el irreversible daño que se le está causando a comunidades como Charco La Pava, Changuinola Arriba o Nance de Riscó; en Bocas del Toro es donde el ministro de Seguridad, José Raúl Mulino, trata de que los gobernadores actúen como en el Viejo Oeste expulsando a las comunidades naso de sus tierras ancestrales para beneficiar a su amigo vaquero Mario Guardia; en Bocas del Toro es donde se están expulsando de la carretera a cientos de familias ngäbe para vender esas tierras a mejores postores; en esa provincia es donde la Bocas Fruit Company ha hecho y deshecho a su antojo desde hace más de un siglo; es en Bocas del Toro donde el contrabando y los negocios dudosos son manejados por diputados, ex diputados y calaña similar de todo el arco político nacional.

La huelga de Bocas no ha sido solo por la Ley 9 en 1, la ley de la muerte. Esa ha sido la gota que ha colmado el vaso y el Gobierno del Cambio, en lugar de escuchar y entender, ha hecho lo único que saben hacer los finqueros: reprimir. Hay varias víctimas mortales, aunque el Ejecutivo no lo quiera reconocer, cientos de heridos, muchos líderes escondidos, compañeros heridos hacinados en el cuartel policial de Changuinola y, ante todo, mucha indignación, rabia, dolor. Los panameños son buena gente (y los bocatoreños son panameños aunque el mensaje desde ciudad de Panamá sea otro) y aguantan los abusos con excesiva calma… hasta que revientan.

En estos días, Bocas del Toro somos todos, todos los que creemos en la justicia, en la dignidad humana y en los derechos humanos. Los gorilas que han enviado a cientos de antimotines, que han reprimido antes de escuchar, que han tratado de estigmatizar al movimiento de Bocas por el hecho de que la mayoría son indígenas (habitantes originarios de esta tierra usurpada por rentistas), que se han burlado del estado de derecho y que solo se atreven a detener a estudiantes menores de edad en la capital, esos no son panameños, son enemigos de un pueblo que no aguanta ni un abuso más.

Son días de malos recuerdos, del deja vu dictatorial. Pero es por eso, precisamente, que también son los días del valor, de la resistencia, los días de la dignidad de las y los panameños y de todos los que aman a esta tierra valerosa.