31/1/09

Un delirio con Caballero

Las noches pueden ser cortas como un adios, o eternas como un beso aplazado. También pueden estar repletas del vacío, acompañadas de versos que les dan sentido al sinsentido de estar despiertos. Caballero Bonald se ha colado en mi vida como un visitante esperado al que no conocía. Cada letra, un paso más en este avance pétreo, cada intento de reconstrucción, campo baldío de dudas.

Fortalecido en la traición, el cuerpo
contempla un día la frustrada huella
de la felicidad, fuego engendrado
en cautelosa nieve, donde sólo
perviven ya rescoldos, momentáneos
delirios, rebeldías, simulacros
de desnuda agresión. Estéril
ya el olvido, toda la dicha cabe
en una lágrima, toda la culpa
en un recuerdo (...)

Una servilleta de papel, chupatintas delirante, es notaria del encuentro con palabras que solo pueden conmover, girar frente a nuestras lágrimas para que los desconocidos no detecten la dicha del dolor.

Llega el momento de decir la palabra
y se la deja caer, se la apremia
a transitar entre los labios,
anclada ya en sus límites de tiempo.
La palabra se funda en ella misma, suena
allá en la soledad de quien la dice
y puja poco a poco hasta nacer
y antes es nada y sólo una ansiedad
la hace constancia de algo irrepetible.
(...)
Es nada la palabra que se dijo
(no importa que se escriba para
querer salvarla), es nada y lo fue todo:
la música del mundo y su apariencia.


Algunos versos sueltos me obligan a retorcerme sobre mi vientre adolorido. El trago ya no adormece mi inconsciencia y trato de incorporarme hasta que leo "Cuántos anhelantes resquicios del deseo se iluminaron para mí, mientras anduve tropezando". Vuelvo a rearmarme y creo que ya soy libre de mi, pero él insiste: "Aquí me entrego, dije/preso soy en mi propia libertad". Le golpeo en las sílabas, trato de arrancarle de cuajo los fonemas no pronunciados, pero es él el que me remata: "¿No podía ser yo de otra manera, tenía que elegir mi libertad a costa de ser otro?". Sólo el poeta acepta su destino. "Únicamente soy/mi libertad y mis palabras". Aunque otro poeta, arrinconado en el mínimo balcón desde el que respira, me recuerda: "somos, hay veces, ay, qué pocas veces, víctimas de la poesía, no autores suyos".

La pelea no es con Caballero, es quizá con los fantasmas plurales que se enfrentan consigo mismos. Juego de máscaras, de sombras no.

Cuántos días baldíos
haciéndome pasar por el que soy.

Máscara sin memoria, líbrame
de parecerme a aquel que me suplanta.

Evito, con pericia inigualable, los versos de desamor, de amor, de prostíbulos y de pasillos donde los cuerpos creen ser del otro. Sin embargo, alguno logra superar la barrera de corales amorfos que predicen la marea. "Dentro de ti me aferro/igual que recordándote, subsisto/como la espuma al borde de la espuma/mientras e activa entre los cuepos/la carcoma voraz de estar a solas".

A solas, bebo un poco más en esta extraña ciudad a la que no termino de acoger. El poeta me susurra una frase de efecto... "la botella vacía se parece a mi alma". Debo pagar por llenarla. Una desconocida discute y se sincera. Yo, sociólogo de almas errantes, me divierto escuchando sus pasos al borde del abismo propio. Le grito en silencio: "¿hasta cuándo/vendrás a importunarme, a desmentirme, a llenarme la casa de utensilios inútiles (...)?". Ella insiste en la simpatía del origen, en el vínculo de la tierra. Cansado del juego, le callo al oído: "Cuando vuelvas mañana/nadie se llamará ya como yo".

Los viajantes -expatriados sin pasaporte en busca de lágrimas donde refugiarse, de recuerdos de los que aferrarse- son especie extraña. En aquella mesa, dos gringos apuran el décimo trago. En esta, demasiado sobrio de alcohol, demasiado ébrio de palabras, trato de concentrarme en los mapas y en sus designios, en botar la brújula de la vida a albercas tupidas de vegetación.

He navegado en barcos
desiguales
-dóciles, neutros
belicosos-
tratando de llegar
lo antes posible a ningún sitio
o acaso rezagándome en las últimas
demarcaciones de la soledad.

Al final, el cansancio de la inmovilidad me vence y me arrastro hasta el sueño. Una tarjeta plástica abre la puerta del insomnio para sumergirme en el letargo de lo impersonal. Son tantas ya... tantas tontas habitaciones en cuyas paredes voy dejando impregnadas mis dudas y mis certezas... cábala de números elegidos al azar, suerte de adivinanza matemática de la que no escapo.

Vuelvo a la habitación donde estoy solo
cada noche, almacén de los días
caídos ya en su espejo irreparable.
Allí, entre testimonios maniatados,
yace inmóvil mi vida: sus tributos
de tornadizo empeño.

La peregrinación está acabando. El destino, pintado en una placa de metal, no es nuevo, pero si diferente. Me dedicaré, entonces, a lo único que me es permitido para apostarle a la felicidad.

Desde un lugar que aprendo
a registrar cada mañana, vuelvo
sobre mis pasos y te espero
allí donde estoy solo.
(...)
¿Qué me queda
de aquel itinerario, habitaciones
clandstinas, subalternos refugios
del amor, qué me queda
detrás del sortilegio?
Ser feliz un instante y perderte mientras
vuelvo sobre mis pasos cada día.

Y una vez instalado en la espera....una esperanza....

Detrás de la cortina un cuerpo espera.
Nada es verdad si no es su encarnizada
inminencia, esa insaciable culpa
que a mí mismo me absuelvo
aborreciéndome. Nada es verdad.
Un cuerpo está esperando
tras el mudo estertor de la cortina.

30/1/09

Una mirada de regalo

Queridas y queridos, qué bueno que una amiga se ha decidido a compartir con nosotros la otra mirada, la que no puede deslizar en las historias por las que le pagan. Idoya sufre y goza este mundo y lo mira con inteligencia. Como yo la disfruto quiero compartirla con ustedes...

El Espacio entre las Cosas

28/1/09

La Crisis Ergonómica

El Fondo Mobiliario Internacional lo ha decretado: esta es la peor crisis ergonómica de la historia reciente. Todos los indicadores apuntan a una creciente incomodidad de los ciudadanos, un no-saber-estar en la piel asignada, en la locura dictada.
La crisis, y el receso ergonómico que comporta, se debe -según los asadores internacionales especializados en bifé de chorizo y lomito- a una saturación del mercado de grasas, a la proliferación de hongos de crédito crecidos a la sombra de los bosques financieros y a la ambición desmedida de comodidad mercadeada, de vitrinaje de mall, de soberbia con-sumisa.
¿Es lo mismo necesidad que ambición?, se preguntan los asadores. ¿Se podrán acomodar nuestros cuerpos a las nuevas sillas diseñadas en Davos Inc. y en las cumbres de Post-sidentes? ¿Tendremos que hacerle caso a los cafres del Forum Mundial Social y a sus siempre pesimistas augurios?
"Otro mundo es posible", gritan una vez más, ahora desde Belém de Pará, henchidos de razones y con la cantaleta del "ya-se-lo-dijimos". Y, efectivamente, ni los más experimentados asadores financieros de Guasintón creían que la comodidad modelo Ikea podría sufrir algún reajuste. El 'marcado' lo arregla todo, repetían. Y el 'marcado', al final, demostró que no solo de marcas vive el ser humano y que más vale la comodidad de la escasez que las maromas de la abundancia compradas a crédito y móntelas usted mismo.
Vivimos una tremenda crisis ergonómica y yo me dedico a observarla y reírme desde esta hamaca de la periferia. Acá, donde nada parece funcionar según los criterios de ¡Oh!-sidente, el viento mece suavecito a quienes por la costumbre de no tener, no tienen ni siquiera miedo a perder lo que no tienen.
Acomódense y disfruten.

El Malcontento del 27.0.109



La rebelión de las élites

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Hoy me convierto en ladrón de libros ajenos, que son el único patrimonio real que tengo como buen ladrón de conocimiento.

Comienzo con Angosta, una metáfora fácil pero contundente del mundo que estamos construyendo escrita por el colombiano Héctor Abad Faciolince en el que una ciudad está dividida en tres “estratos” geográficos y sociales. El alto (Tierra Fría), rodeado de alambradas y protegido por fuerzas internacionales del terrorismo: un mundo controlado de parques, canchas de tenis, casas hermosas y calles limpias y pavimentadas.

Allá lo público funciona para las élites económicas y allí llegan cada día trabajadores y trabajadoras no cualificados con el salvoconducto que le permite limpiar casas ajenas y cortar el césped de los bienaventurados. El medio (Tierra Templada), espacio lleno de indefiniciones, habitado por la clase aspiracional, por la que sueña con estar arriba algún día. Aquí la calidad de vida y la presencia de lo público merma y se vive a caballo entre el trabajo menesteroso (como buena clase media engañada por aquel lema del “trabajo dignifica”) y el miedo a la inseguridad que llega desde el estrato bajo, el “calentano”.

Ese último piso social y geográfico (Boca del Infierno) es el habitado por los excluidos que o son pandilleros, putas y malandrines o limpian casas y cortan césped en Tierra Fría. Allá la única presencia del Estado es la policial, dispuesta a hacer redadas para mantener el orden público fuera del “calentano” y la pobreza a su interior.

Puede sonar a fácil, pero, insisto, es en lo que estamos. Mano Dura para los guetos, puestos de empleo y deudas para la temerosa clase media, y urbanizaciones de lujo, centros comerciales video vigilados y restaurantes elegantes donde trabajan los “decentes” miembros de los guetos. Y las propuestas de nuestros políticos no hacen sino profundizar esta división. Lo público, en otra época propuesta de integración y justicia social, es hoy gerencia de la desigualdad, profesionalización de la gestión de la pobreza. La clase media, que se cree casi todo lo que le cuentan, sacó hace tiempo a sus hijos del sistema de educación pública, paga costosos seguros médicos inseguros y bebe agua embotellada. Por tanto, el sistema educativo, el de salud o los servicios conocidos en otra época como básicos se han quedado solo para los pobres. Conclusión, da igual lo que se invierta en ellos, nunca mejorarán.

No escribo teóricamente. En Panamá, buena parte de la actual clase dirigente y empresarial pasó por el Instituto Nacional, donde convivían estudiantes de distintos estratos sociales, con presión familiar para que la educación fuera de calidad, con un trasvase de experiencias enriquecedor que construía país. Ahora no.

Las escuelas públicas son guetos dentro del gueto, los maestros y maestras son tan pobres como sus estudiantes y educan a sabiendas de que lo que les espera a sus pupilos es ser saloneros de bar, limpiadores de hotel u operadores de maquinaria pesada (un orgullo para el actual gobierno). Nada indigno con estos oficios, pero la limitación del futuro intelectual y económico de estos estudiantes es evidente. Ni ellos, ni sus familias, ni sus docentes son estúpidos.

El segundo libro que me robo es el que da título a este artículo: La rebelión de las élites del estadounidense Christopher Lasch. En él, una de las tesis que se apuntan es la retirada de las élites de la vida pública, la creación de un mundo paralelo al servicio del cual está el entramado democrático.

Nuestras élites, aisladas en Costa del Este o en Coronado (depende del día de la semana), nos dirigen sin tener ningún interés real en incluir al ejército de seres que no pesan nada en la vida pública del país. Un Estado no protector, dicen los utopistas de derecha. Y los políticos cumplen a rajatabla porque la desprotección solo es para algunos (acaban de entregar al sector bancario mil 110 millones de dólares unas semanas después de que éste informara de tremendos beneficios en 2008).

Las élites decidieron que el resto somos solo trabajadores del “calentano”, o quinta columna del estrato medio dispuesta a defender sus privilegios porque aspiran algún día a tenerlos. Una vez más, animo al ejercicio político de votar en blanco y demostrar a los principales empleados de las élites –los políticos– que tenemos vocación de participar en las decisiones y en el diseño del país en que vivimos, además de ser mano de obra barata.

[C. sabe que muchos lectores no saben de él. Pero recuerda que su revolución es sin rostro y de palabras. Unas más: “Ando por un mundo repleto de deudores./Sobre unos pesa/el embargo de las alas./Otros, quieran o no,/declararán las hojas./Cada tejido nuestro/está en el Debe. /Ni una pestaña, ni una ramita/podrá ser conservada para siempre”. Cortesía de Wislawa Szymborska, desde Polonia].

26/1/09

Y....

Y Dios creo al hombre y dejó tranquila a la mujer.
Obama-comenzó-a-gobernar en la capital del desasosiego orbital.
tus palabras rellenan la ausencia en las calles, en las ventanas.
la amistad se torna bouyerismo incapacitado para ver tras la primera capa.
una azafata sonríe con mentiras.

Y decidí enarbolar la bandera de la renuncia.
tirar la toalla no siempre es un gesto suicida.
los aviones me acercan a la huidiza tierra.
las torres de diamante te saludan en el tremor del atardecer.

Cuando los delirios toman forma de lapicero se suelen parecer demasiado a si mismos: barrocos, innecesarios, indelebles, histriónicos, casi sobreactuados. Por eso es mejor mantenerlos en la prisión de lo que extraño para que nunca osen a escribirse de soslayo.

25/1/09

Dos alas

Hay muchas formas de utilizar las alas. El compadre me las muestra. Pueden ser motores que te impulsen hacia arriba, para tomar distancia y rozar los sueños, para buscar otros vuelos, estas nubes -las nuestras, la tuya-. La luz. Son también sostén en el vacío, posibilidad de frenar en el aire, sostenerse, resistir las embestidas del viento, observar con más calma, la mirada en un punto fijo, en el alimento que espera bajo la primera capa de agua caliente. Y cuando, empujado por la necesidad de llenar el alma de escamas plateadas, de reflejos de diamante sin valor, mi compadre se anima a lanzarse al vacío con piso de espuma, las alas se repliegan, juegan a airbag de contorsionista y permiten que los ojos buceen sin que el cuerpo los siga. Rebote, estabilidad, descanso tras el intento. Mi compadre, el pelícano, me cuenta que no es necesario pescar siempre, que es tan placentero el chapuzón en el mundo líquido que llenar el pico es solo el premio extra, el aderezo de este juego que posiblemente se llama vida. Lo que sí parece imprescindible es que las alas no sirvan para alejarlo de la familia, que no eviten los vuelos sincronizados, el placer de dentirse por unos segundos hermanado con otro pelícano, con dos, con cinco, con miles. Con los que hoy me regalan el espectáculo de la vida sin pedir nada a cambio, sin precisar del éxito para dejarse mecer por las olas hasta que las alas vuelvan a pedir aire y anhelos.

22/1/09

El Mal es un comodín ideológico

Rafael Sánchez Ferlosio es uno de los pocos españoles anti España y, no solo por eso, una de las mentes más lúcidas de ese decrépito Estado. Aquí algunas joyas que hoy ha publicado....

* (Tertuliano) Sería una grave injusticia despojar a las víctimas de su derecho a contemplar el retorcerse de los cuerpos y oír los alaridos de sus verdugos abrasándose en el fuego eterno.

* (Glosa a José María Ridao) Lo más descorazonador de los políticos es que siempre están empezando, y sin capacidad para darse cuenta de que todos sus empezares son un volver a empezar. Con este empezar recurrente se corresponde el que los gobernados pacientes tiendan a decir una y otra vez "Ahora sí que".

* (Obama 2009-glosa al anterior) Lo peor que podría volver a empezar ahora, una vez más, es una Nueva Era.

* (2ª glosa a la glosa a J. M. R.) Los días, los meses, los años, los siglos, son al fin cantidades de una misma cuenta, pero las Nuevas Eras son inconmensurables golpes de decrepitud.

* (Confianza) Algunos aprecian la coherencia o congruencia como una prueba de honradez en la conducta o como una garantía de verdad en el razonamiento, pero, al cabo, tiene un punto de vanidad estética: vale poco más que la rima, pero es mucho más peligrosa.

* (El gran comodín) Esa noción de "el Mal", extrapolada, encarnada y proyectada en el mundo con jerarquía de Ente, es tan falsa y fraudulenta como la pócima amarilla, sebosa y pegajosa a la que en el famoso "Processo degli untori" se atribuyó la peste de Milán, cuando pasaban por esta ciudad multitud de personas, sobre todo lansquenetes, que huían de la epidemia de peste extendida al norte de los Alpes. Cuando oigo la palabra el Mal, ontológicamente enfatizada, me digo: "Ya está ahí la purga de Benito, se ha terminado la averiguación". Es el gran comodín ideológico, exorcismo de urgencia para cualquier vacilación moral.

* (Equívoco pronominal) Se ponen como muy arrogantes usando el plural, porque piensan que Nosotros tiene la ejemplaridad de no ser personal sino solidario, pero Nosotros es tan persona como Yo, y, si cabe, muchísimo peor persona.

* (Anacarsis) Cada vez más ejemplarmente piadosa resulta hoy en día la respuesta del escita Anacarsis, que visitó Atenas en tiempos de Solón, cuando los atenienses le preguntaban que por qué no tenía hijos: "Por amor a los niños".

* (Creyentes en la inexistencia) Ahora salen con el eslogan "Probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y goza de la vida". No sé lo que es hoy en día "gozar de la vida" como no sea gastar dinero y hacer el mamarracho para sofocar el mortal aburrimiento de un mundo malvendido. Pero lo malo de la fe no es que Dios dé preocupaciones, sino todo lo contrario: Dios quita preocupaciones; Dios inhibe, enajena, insensibiliza, embrutece.

* (Tzipi Livni: "Todos deben elegir de qué lado están") Cuando la guerra es escatológica la enemistad entre las partes es una separación divina que sería apóstata infringir.

* (La normalidad) Siempre he sostenido y aplicado la idea de que las fórmulas verbales más comunes y estereotipadas expresan a menudo nociones o representaciones que forman parte del substrato ideológico más cotidiano de una sociedad. Recurren a manera de tics verbales fijados y consolidados en acuñaciones literalmente invariables. No hace falta un oído demasiado suspicaz para detenerse ante una fórmula como "volver a la normalidad", hoy cada día más repetida, ¡tantas anormalidades sobrevienen!, y oír en ella la expresión más profundamente representativa de nuestra sociedad burguesa, liberal y acomodada. La convicción y la confianza son las de que hay una normalidad, como un suelo seguro y permanente, una horizontal de equilibrio, a la que siempre han de volver las cosas tras los ocasionales disturbios o perturbaciones que se elevan o descienden, por así decirlo, con respecto al nivel cero de ese pavimento, alterando la calma e interrumpiendo momentáneamente la constancia y la fidelidad del mundo. Pero no hay que tener miedo: el mundo es fuerte y siempre vuelve a la normalidad.

La esperanza llega en domingo

Este domingo se celebra el referendo sobre la nueva Constitución boliviana. La mayoría la respalda, como respalda a Evo, aunque los blanquitos y mestizos de Santa Cruz, Pando y otras provincias jueguen un puslo duro contra el proyecto.
Evo y su gente ha cometido el 'error' de redactar una Constitución democrática. ¿Cómo se le ocurre al indigenita reconocer el derechos a la educasión secundaria o a la salud pública universal?, ¿cómo osa a proponer que los altos magistrados del país sean elegidos en elecciones directas y quitarles así su privilegio de clase 'profesional'?, ¿a qué loco se le ocurriría decir que los 36 pueblos indígenas con el 80% de la población de Bolivia deberían tener sus propios corregimientos, autoridades y presupuestos?
Así son los locos como Evo. Es probable que cuando lo tumben (es decir, cuando al soft Lula no le haga falta para que el suministro de gas a Brasil esté a salvo) todo cambie. Pero algo será inalterable. La mayoría de la población de Bolivia, despojada de todo derecho desde la invasión, habrá abierto los ojos y sabrá que los derechos no se conceden, sino que forman parte del patrimonio humano al nacer. Por eso hay que pelear por su defensa.
Lo que ha hecho Evo es bastante más tarscendetal, profundo y avanzado de lo que podrá hacer San Obama en el país del nunca-jamás... (...dejaremos de ser imperio: habló de "estar dispuestos a liderar el mundo humildemente", !qué contrasentido!). Pero es indígena, es suramericano y tiene pocos amigos.
Ojalá pudiéramos votar, ojalá voten todos los que pueden hacerlo.

20/1/09

Relato para el abismo

Y si… *

Manía extraña la de este ser. Levantarse bien de mañanita, bañarse de forma parsimoniosa, limpiar los zapatos observado por su desnudez aun, jamás engullir alimentos que podrían ser rémora para su alma amanecida, ajustarse el ánimo recién planchado y abrir la puerta de su diminuta casa.

Más extraño le debía parecer cruzarse con este acicalado paseante a los pocos ciudadanos que a esa hora dejaban huellas en las calles sucias de esta ciudad. A los que tomaban café en los cafés y a los que, de manera periódica, leían los periódicos en las mesas dispuestas para tal propósito. Este ser elegía al azar una de estas mesas, siempre ocupada por alguien o por algo que parecía alguien. Saludo clásico, olor a colonia barata, y una pregunta: “¿Y si…?”.

En la mayoría de los casos, la provocación se quedaba enredada en el hastío de ese alguien que empezaba a parecer algo. [El macilento limo de los días/repta desde la calle/y hay un brusco/despojamiento luminoso/ en el perfil de la ventana,/ mientras vacila el tedio en los distritos/irreductibles de la decepción]. Pero, como en toda historia sorprendente que se precie, este ser lograba de vez en cuando romper ese telumen de acero que tienen los viandantes que caminan por la vía instalada a tal efecto. Cuando esto ocurría la perturbación del ‘y si...’ irrumpía en ese alguien que ahora sí era alguien de forma tormentosa.

Es extraño –esta palabra se empeña en formar parte fundamental de este relato escrito para ser leído- cómo este ser solía llevar en su maletín de cuero marrón oscuro los versos justos para cada situación –que no sería de buena gente abrir una brecha y no cargar el ungüento espeso para repararla-. A él le gustaba mirarse como si fuera un médico o un plomero, dispuesto a reparar los desajustes del corazón o de la piel con la receta exacta.

Así, ante un dolor de ausencia, este ser deslizaría fuera de su caja fuerte de palabras un poema, lo pondría frente al paciente o la paciente desprevenida y le solicitaría -con la misma suavidad con la que él aparecía-, que le diera vida a los versos leyéndolos en alto, pero pasito.

No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.

No me quejo de que cumpla

como todos los años

con sus obligaciones.


Comprendo que mi tristeza

no frenará la hierba.

Si los tallos vacilan

será sólo por el viento.


No me causa dolor

que los sotos de alisos

recuperen su murmullo.


Me doy por enterada

de que, como si vivieras,

la orilla de cierto lago

es tan bella como era.


No le guardo rencor

a la vista por la vista

de una bahía deslumbrante.


Puedo incluso imaginarme

que otros, no nosotros,

estén sentados ahora mismo

sobre el abedul derribado.


Respeto su derecho

a reír, a susurrar

y a quedarse felices en silencio.


Supongo incluso

que los une el amor

y que él la abraza a ella

con brazos llenos de vida.


Algo nuevo, como un trino,

comienza a gorgotear entre los juncos.

De veras les deseo

que lo oigan.


No exijo ningún cambio

de las olas a la orilla,

ligeras o perezosas,

pero no obedientes.


Nada le pido

a las aguas junto al bosque,

a veces esmeralda,

a veces zafiro,

a veces negras.


Una cosa no acepto.

Volver a ese lugar.

Renuncio al privilegio

de la presencia.


Te he sobrevivido suficiente

y solo lo suficiente

para recordarte desde lejos.


A veces, una lágrima. Otras, una mirada perpleja, enredada en el anodino techo manchado del café, o dispuesta a travesar el vidrio que los separa de la pequeña plaza en la que dos ancianos aguardan a la plenitud [Todas las plazas tienen olor a espera]. Los designios de estas recetas son inescrutables y, a veces, de la perplejidad se han dado casos de acción. ¿Cómo que de acción? Qué quiere decir esta palabra tan manida y estúpidamente sobrevalorada –como la verdad, sí, como la verdad-. En realidad se trata, explicaría este ser, de activar el ‘y si…’ más allá de las conjeturas, dar vacilantes pasos en una dirección quizá no mejor que la habitual pero cuando menos sorprendente.

Este ser, por seguir con los ejemplos teóricos –aunque en verdad han acontecido pero tranquilizará al lector pensar que la realidad es apenas una hipótesis-, afrontaría a un ejecutivo de corbata, saco y carga infinita sobre sus hombros con una receta gastada de tanto ser dicha.

Cuántos días baldíos
haciéndome pasar por el que soy.


Máscara sin memoria, líbrame

de parecerme a aquel que me suplanta.


Uno sólo será mi semejante.


Estos versos confundidos en el rumor de las tazas y los olvidos podrían despertar a este hombre cuya vida se ha reducido a ganar dinero para mantener lo que se supone vida y es desdén. “Todo por mis hijos”, repite en un mantra previo al verso sin mirar a los ojos de este ser que parece decirle solo desde la muda comisura de los labios: “¿y si tus hijos a quién quisieran fuera a ti?”. [(...) el estremecimiento de existir/para siempre].

En ocasiones, la ingente tarea de este extraño ser que tanto nos extraña se desarrolla en otros espacios. Por ejemplo, en el quicio de un abismo, o en la solapa de un atardecer incendiado… incluso se le ha visto dispersando multitudes en los aburridos centros de diversión. Una vez, aunque suene osado, ingresó en una sucursal bancaria en crisis –según denunciaban los periódicos en crisis- y repartió unos papelitos recortados de forma primorosa donde con letra nacida de su puño cerrado se podía leer: “Levántate,/gobierna tus caderas, comienza el día/por una decisión/donde arriesgar tu nombre”. Evidentemente, las reacciones fueron de diversa índole dependiendo del patrimonio nominal, que no es lo mismo llamarse Anastasio que José, ni Yennis que María del Carmen. Ese día, las fuerzas de seguridad debieron decretar el cierre de esta triste sucursal porque el riesgo financiero se disparó sin causa aparente.

Otro día, de esos que no parecen contener conejos en su chistera –si los días pudieran vestirse de esa guisa-, el ser que nos acompaña encontró a una mujer aterida del frío de un abandono y dubitativa ante la hermosa amenaza de la resurrección de un amor dejado en la cuneta hacía 32 años. Hurgó en su cartera buscando algo que incitara a esta hermosa mujer cercana a los sesenta y solo encontró un fragmento que insinuaba lo posible.

Si estuvieras aquí

nada hubiese cambiado sino el tiempo,

el cadáver extraño de sus ríos

que siguen sumergidos

como tú los dejaste.


Ahora

siento otra vez mi cuerpo poblarse de veletas

y lo veo extendido

sobre generaciones de ventanas antiguas

mientras la noche avanza solitaria y perfecta.


A pesar de que este ser no estaba seguro de que su elección hubiera sido adecuada para este complejo caso de entumecimiento, de esa mujer le llegó una carta algunos días más tarde. Solo balbuceaba un agradecimiento que tomaba esta forma: “Si mi cuerpo pudiera contener más amor, probablemente moriría al pie de un abrazo interminable. Ese ‘y si…’ suyo ha sido la cura para mi ‘jamás’”.

Lo que no se ha logrado determinar es qué ha empujado a este extraño ser –ya mucho más familiar para los que hasta acá han llegado- a tan extraña rutina plagada de pequeñas victorias que podrían formar parte de algún apasionado relato si alguien con el don de la palabra se hubiera cruzado con él o con uno de sus retos. Solo el papel de narradores –siempre privilegiado, con capacidades de visión más allá de paredes y secretos buscados- nos permite intuir que fue la propia incapacidad de este extraño ser de afrontar un enorme ‘y si…’ lo que lo empujó a conjurarse con esos seres que podrían ser alguien si algo los empujara. También desde nuestra privilegiada torre de observación literaria hemos sido capaces de ver que este ser, cuando entra de nuevo a su casa, pisando suave, casi para no despertar a quien pudo estar en su almohada –si algún verso le hubiera hecho saltar a tiempo-, de manera ritual, como casi todo lo que hace, se sienta en este colchón demasiado grande para su soledad y lee cada día los mismos versos que si bien no curan tienen el venturoso poder de la nostalgia.

Desde un lugar que aprendo
a registrar cada mañana, vuelvo

sobre mis pasos y te espero

allí donde estoy solo.


Matinal

ofertorio del sueño, escribo el nombre

de tu vida, te vas desentrañando

entre las hoscas hojas conjuradas

en la noche. Eres la privación

donde me sacio, la apremiante

verdad con que te niego

cada día, el cuerpo intransitable

donde acude de nuevo lo perdido.


Vivo allí donde estuve,

junto al mar delirante, libre

velocidad inmóvil orillada

de fuego, bosque lustral

de la alegría.


¿Qué me queda

de aquel itinerario, habitaciones

clandestinas, subalternos refugios

del amor, qué me queda

detrás del sortilegio? Ser

feliz un instante y perderte mientras

vuelvo sobre mis pasos cada día.



*En este relato hay versos de Luis García Montero, de Wislawa Szymborska, Javier Egea, Leopoldo María Panero y J.M. Caballero Bonald.

'Es hora de aullar para parar la carrera hacia el abismo'

Los y las que me conocen saben que uno de mis pocos ídolos es Saramago. Siempre valiente, siempre buscando la coherencia. Una amiga me ha enviado una nota sobre una intervención de este sabio sobre la manida democracia. Lo quiero compartir acá porque aunque parezcan gotas de agua en un charco repleto, a mi me siguen pareciendo necesarias. La redacción era criminal, así que he sacado las palabras de Saramago.

Así que.... !toca aullar!


«Los gobiernos son los comisarios políticos del poder y del sistema económico»

«Al mundo lo dirigen organismos que no son democráticos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial»

«Es hora de aullar para parar la carrera hacia el abismo»

«La pregunta más banal del mundo, esa para la que no encuentro respuesta: ¿Qué estoy haciendo yo aquí». Para Saramago esta cuestión no aflora con el objetivo de hallar una finalidad a su existencia, «puesto que lo mejor es aceptar la vida que se ha tenido, que también está hecha de rellenos y vacíos», sino desde el convencimiento de que «vivimos con una terrible mala conciencia; sabemos con cada célula de nuestro cuerpo que no deberíamos vivir así, que el mundo es un horror y no nos damos cuenta de que todo eso se puede cambiar».
«Si no cambiamos de vida, no cambiaremos la vida».

«Vivimos en una época en que todo se puede debatir, pero en realidad no es así. Hay un tema que no se toca y es fundamental, ese en el que se asientan las bases, los cimientos, la sustancia de las relaciones humanas: la democracia»

«Vivimos en una plutocracia pues son los ricos los que gobiernan (...) en una democracia bien entendida el gobierno de las polis debería ser ejercido mayoritariamente por los pobres, porque los pobres son la mayoría, y, por tanto, los ricos estar representados en proporción»

«Como si fuéramos corderos nos ponemos en fila para introducir un papel que en principio expresa nuestra voluntad, pero que luego se reorienta por el poder según los intereses»

«Hay que hacer algo en el sentido de reforzar la conciencia, la voluntad de no dejar que nos engañen. No tenemos que dedicar mucho tiempo para saber, dónde, cómo y cuándo nos están engañando; es preciso no dejar que nos engañen porque el engaño es total; es el rey de la tierra»

«La derecha sigue siendo derecha pero la izquierda ha dejado de ser izquierda». «Todos los países que tienen gobiernos socialistas en la Europa actual no son realmente socialistas, nada más que poseen gobiernos de partidos que se dicen socialistas».

«No tenemos leyes de izquierda y aunque antes les gustaba mucho decir que la derecha era estúpida, yo tengo que decir que, hoy, no conozco nada más estúpido que la izquierda»

«A los ciudadanos les queda otra solución: despreciar a quienes nos gobiernan y nos engañan todos los días»

«si los ciudadanos son como los corderos que ni siquiera pueden balar, si se dejan llevar así y no hacen nada para contrariarlo, se podrá decir: tenemos lo que nos merecemos»

Publicado hoy en La Prensa de Panamá

EL MALCONTENTO

Desvaríos en clave presente

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

La vendedora de carne en palito habla duro. Se siente estafada por los políticos y asegura que ellos, en realidad “no parecen de este país”. La lucha de la supervivencia es dura, pero pareciera que para ella lo más difícil es pensar en futuro.

El futuro es un bien de consumo de lujo, solo disponible para las familias de clase media y alta que se pueden permitir diseñar el de sus hijos, soñar el de su jubilación dentro de este campo de golf virtual que se ha convertido en la nueva imagen del paraíso. Junto a ella, un joven ya casi sin sentido se tambalea en su propio fuego, pero alcanza a reírse de la cumbre contra el delito.

Presidentitos de corbata y saco, fracasados si se les midiera por metas, se reúnen en la ciudad de los cristales para decir que juntos, pegaditos en sus mentiras, van a luchar contra el delito organizado. ¿Cómo van a luchar contra sí mismos los delincuentes más organizados del planeta?

En las calles de El Chorrillo bulle la vida. Es la paradoja de la ausencia de futuro: hay que vomitar el presente hasta dejarlo seco, exprimirlo a falta de mayores perspectivas. Son calles sucias llenas de gente hermosa que todavía practica rituales sociales cada vez más en desuso: conversar sentados en el andén captando cada brizna de brisa, ayudarse entre vecinos, contarse la vida privada que en todo caso se puede ver a través de los cristales rotos de sus apartamentos, aguardar un milagro que –sin ser tan mediático como el del río Hudson– les permita pensar en un más allá que se traduzca por unos cuantos años.

Una fundación presenta propuestas ciudadanas para gobernar este desgobierno. Se gastan 200 mil dólares en reinventar la rueda que ya se ha diseñado en los diferentes foros nacionales (desde el 20/20 a la Concertación). Ningún candidato aparece (si Varela no cuenta como candidato), ningunean a la sociedad civil –denuncia el diario–. La noticia sorprendente será cuando leamos un titular que diga: “Candidatos tienen en cuenta a la sociedad civil–.

Unos jóvenes se desgañitan en una tarima pequeña instalada en una esquina ausente de la ciudad. El hip hop es su lenguaje y las líricas denuncian una supervivencia en un mundo que detestan, agresivo, triste. Solo el amor los consuela, la mirada de la menuda chica encaramada a una caja, los aplausos de los 15 amigos que comparten cajillas de cerveza que retan el consumo de barra. Gentes desconocidas aprovechan para conocerse y para conocer el alma de estos chicos que aún tiene fuerzas para ejercer la violencia de la palabra y rechazar las otras, las institucionales de los cuervos armados que vigilan esta ciudad de diamanticos, por ejemplo.

Un candidato a la alcaldía utiliza a los pobres para hacerse rico. Las vallas con su nombre que inundan la ciudad muestran siempre a descamisados de costillas marcadas, o a ancianas de ropa casi traslúcida del uso, siempre sonrientes ante este repeinado Bobby que quiere ser alcalde para que siga habiendo pobres, si no sería incomprensible su vulgar exhibición sin propuestas.

Hay una ventana–balcón sobre la calle A donde siempre hay un bombillo prendido y alguna alma sentada. Hoy, un hombre anciano de vida –no sabemos si de edad– y una muchacha que esconde sus brazos miran a la nada esperando el amanecer. No hablan entre sí, no hacen nada. Pasa el tiempo en donde el tiempo es caro, pesado, fangoso. En determinados lugares el tiempo solo se diluye con cerveza y seco, con olvido.

Ya tenemos a Obama presidente y el mundo adulador espera el milagro, que el procónsul del universo nos diga qué hace. “Oh, oráculo de Washington, ayúdanos a intuir el futuro esquivo porque ya nuestras certezas parecen poca cosa en este lugar de bombas y quiebras bancarias”.

Suena la radio a todo volumen y el estruendo nace en un carrito de raspados. Así de sorprendente es esta vida. Del frío bañado de sabores artificiales, puede brotar una canción tan triste como la que escucho. Y, mientras, Palestina ya no existe, Irak es un vago recuerdo, todo lo lejano se funde en este calor seco de verano y lo de acá suena tan ajeno como luchar contra el delito organizado.

[Algunos clásicos son necesarios para que C. siga anclado al sur: “También las ciudades latinoamericanas se hacen el lifting. Borratina de la edad y de la identidad: sin arrugas, sin narices, las ciudades tienen cada vez menos memoria, se parecen cada vez menos a sí mismas, y cada vez se parecen más entre sí”. Galeano dixit.]

Así funciona la democracia en Locombia

El pasado viernes 16 de enero la política de Alvaro Uribe volvió a mostrar los dientes. Sus fuerzas de 'seguridad' hicieron un allanamiento de cinco horas a El Salmón, el espacio de cultura y pensamiento que funciona en Bogotá y que lidera Yuri Neira (padre de un estudiante asesinado por policías en 2005). Es verdaderamente grave porque EL Salmón se había convertido en uno de los pocos espacios de libertad donde creadores, colectivos culturales, jóvenes, grupos de mujeres o cualquier colectivo podían encontrase sin miedo.
Si quieren saber más, entre al blog de El Salmón, pinchando aquí.

19/1/09

La thaumasía

Fragmento de un artículo de Emilio Lledó... a veces un párrafo justifica casi todo.....


"(...) no podemos por menos de recordar una palabra maravillosa de las muchas que hemos heredado de la cultura griega y que, espero, no se nos vayan olvidando. Esa palabra es el "asombro" (thaumasía). Parece que fue esta extrañeza ante los misterios del mundo, ante la armonía de los astros, ante la luz y la belleza que podían mostrarnos, lo que provocaba ese asombro. Asombrarse suponía descubrir lo "otro" y saber establecer esa distancia que nos permite entender. Si vivimos saturados de entorno, aplastados de noticias que no queremos o no podemos discernir; si no sabemos intuir esa lejanía necesaria para mirar, para entrever, incluso para tocar lo que nos rodea, estamos en el camino, en el mal camino, de perder la sensibilidad y, por supuesto, la inteligencia. Fue el asombro, la distancia, el no querer dar por hecho nada de lo que observábamos, lo que originó, decían los griegos, la filosofía, o sea, la curiosidad, el apego, la necesidad y la pasión por entender y entendernos".

Maruja sigue viva

me lo mandó una amiga, lo puse en comentarios, pero se merece un post directo. Esto escribió ayer Maruja Torres, una de esas personas que nunca se ha vuelto 'razonable' ni ha 'sentado la cabeza'

"Y sin embargo, que vivan los hombres y mujeres de buena voluntad, cualquiera que sea su religión o su falta de fe en ellas. Hombres y mujeres que no trabajan en la Organización de Naciones Unidas (si la llamamos ONU, la deshumanizamos; pero si recordamos su nombre completo, sabemos que son humanos deleznables y cobardes). Y la UE, o Unión Europea: calzonazos que contribuyeron al previo bloqueo, al hambre y a la falta de asistencia médica. Y último, pero no menor -perdonen el anglicismo-, el póstumo Gobierno de Estados Unidos, ensañándose, muriendo matando, pues puso las armas a su debido tiempo y dio su bendición, mientras el presidente electo miraba para otro lado. En fin, un asco. Todos con sus religiones y con sus santas esposas, y sus coches oficiales blindados y sus cuentas de dietas y sus sueldos, que pagamos los ciudadanos del mundo.

Queridos amiguitos, la irreverencia no mata. Las reverencias, sí."

El artículo completo, pinchando acá

18/1/09

El pinche sueño americano

!Despierten! Comienza de nuevo el show del sueño americano (de los que se robaron la palabra américa antes de robarse a América). Un tren, un espectáculo, como casi todo lo vacuo, banderitas de colores que molestan a los ojos y... oh sí, un presidente negro que, a sabiendas de que va a ser un empelado de lujo de asesinos, ladrones y violadores, pide perdón antes de empezar a trabajar. El mundo preocupado porque no sabe como este hombre va a gobernar sin Blacberry mientras la tierra arde al pie de bombas racimo y crisis de cartón piedra.
Lo simbólico se toma el poder -dirían los optimistas a la espera del advenimiento de un gobierno de semiólogos-. Lo superficial sigue en el poder -diríamos algunos cafres que nos negamos a disfrutar este momento de orgasmo cósmico-. El cambio siempre suena bien, hasta cuando es para peor. "Una oportunidad", reiteran los gurús de la postmodernidad. Y es que ahora: !Todo es una oportunidad queridos y queridas! La crisis: una oportunidad para reinventarse. La soledad: una oportunidad para reconocerse. La pobreza: una oportunidad para superarse. La estupidez: una oportunidad para rearmarse de inteligencia.
Pinches oportunidades... no es tan difícil cambiar esto, pero en el fondo subyace la profunda resistencia de la triste clase media a perder sus patéticos y mentirosos privilegios y de la clase alta a abrir las puertas de su retiro de oro. Sí, ya sé, tópicos de la lucha de clases, excusas de perdedores... lo que hay que hacer es trabajar y sacrificarse (para llenar arcas ajenas y pedir hipotecas propias). Así de troglodita soy, o de primitivista, que llevados al extremo le podemos pedir al presidente del sueño americano que nos devuelva a África, al fuego original.
En fin, comienza una nueva etapa y se parece tanto a las anteriores que me da pereza solo pensarlo. Mis colegas periodistas se derraman en elogios y predicciones fáciles (como fácil es saber que nada va a mudar). Mientras, este mar cambiante que me rodea me ofrece más esperanzas que esta tierra que pisamos. Bueno, y este universo de palabras cruzadas de gente que insiste en vivir en lugar de en soñar.
Salud.

17/1/09

Insomnio de verano

Hay lugares comunes donde somos únicos. Puede tratarse de un lago, donde el oleaje suave mece nuestra mirada hasta llevarnos a la somnolencia. Podría ser que se dieran en lomas africanas, peladas de hastío y de sangre. Incluso, forzando la figura, se podrían encontrar en desiertos de hielo donde la voz sea el único silencio asible. Pero también se pueden localizar los lugares comunes en una lavandería o en el forro de tu abrigo, hasta los tristes semáforos logran reivindicarse como faros imprescindibles a la hora de tocar puerto compartido.
Somos únicos, cada ser es único en lo común y se activa de manera diferente en función de los impulsos externos. Una caricia, un insulto, una melodía recordada, la sorpresa de dos palabras secuestradas... todo sirve para activarnos y cuando lo hacemos nunca es de la misma forma.
El cuerpo, resorte infinito desconocido por la mayoría, tiene conectores que van desde el alma (aunque los incrédulos insistan en que no existe) hasta las líneas secretas de nuestra espalda. El alma, receptáculo sin límites oculto a su portador, es un código de barras bloqueado a lectores di-gi-ta-les sin alma.
Hay lugares comunes donde somos únicos y hoy pretendo vestir el casco de minero dispuesto a detectar algunos lugares singulares donde sentirme común.

15/1/09

Un regalo

Vale, vale, me pongo sentimental pero es que miren, El Marido de la Peluquera fue una película que rozó mi alma hace ya 18 años. Anna Galiena me pareció la perfección, los bailes de jean Rochefor eran el más hermoso regalo de amor.... y luego Pedro Guerra escribe una canción casi perfecta y luego entra Bebe.... quiero regalarles la canción e invitarles a que si las lágrimas asoman las dejen derramarse....
besos

14/1/09

Afectos sin fecha de caducidad

(...)
Lavada está mi vida
en virtud de su asombro. Ayer, mañana,
viven juntos y fértiles, conforman
mi memoria conmigo.

Únicamente soy mi libertad y mis palabras.

(Caballero Bonald)

"¿Te acuerdas?". la pregunta es redundante cuando se hace en el reencuentro. Claro que nos acordamos, cada uno, cada una, según la clave en la que vivió el momento, lo que significó, lo que no pronunció el instante. Los reencuentros son encuentros si hay alma aún, si todavía tenemos algo de afecto sin caducidad rondando las pieles que tímidamente vuelven a saludarse, a olerse, a contarse el qué-hubo, el qué-más-
Cargado de afectos pues, vuelvo a mi soledad y sus delirios, a esta mesa-ancla, a ese colchón-hastío, a esta mañana nublada en el reino del sol. Sirven pues, sirven para mantener la dignidad ("me doblo pero no me arrodillo", decía un fantasma en un correo de pervivencia) y para alimentar estos días sin destino.
Una amiga buscando la puerta de la celda, un amigo bebiendo la vida de la boca de un alma sincera, otra que florece en la novedad de vivir, otra más que pervive en el amor, otros casos de los que hablar no quiero... Todos y todas ellas alojados en mi memoria como estrellitas del cielo del Sáhara o de una playa de dolor o de un mañana oscura de tanta luz.
No puedo extrañar lo que es tan conocido, sino abrazarme al afecto para reivindicar el poder de lo vivido y de lo que resta. El pasado no es un fantasma, sino la constatación de este presente tan plagado de incertidumbres.

4/1/09

Y entoces

Y entonces en este mundo que se cree el primero se celebra el año nuevo como si fuera nuevo, como si algo fuera a cambiar ante el diapasón de la rutina. Se miran los informativos de televisión y los bombardeos de Gaza antes de engullir un polvorón más y brindar por la felicidad impostada y las verdades heredadas. Hay gente hermosa, dispuesta a pensarse y repensarse, hay gente sonámbula que deambula de fiesta en fiesta sin saber si goza o se deja llevar, hay nubes y hay postales de conciencia para enviar a niños adoptados con tarjeta de crédito. Es necesario volver para partir, aunque los afectos queden desparramados en la distancia, aunque se tenga la certeza de que la incertidumbre es a única urdimbre posible en este mundo de anclajes.
Son idiomas diferentes, no pasa nada, pero son diferentes. Ninguno es mejor, pero algunas melodías son menos estridentes que otras.
En estos cinco minutos de conexión con ustedes solo quiero constatar que sigo siendo y eso, a estas alturas del partido, es casi mejor que estar.