30/3/10

El planeta a deshora

Avenida Balboa, ciudad de Panamá, 8:30 p.m., del viernes 26 de marzo de 2010. Faltaban 24 horas para la llamada Hora del Planeta, el momento en que miles de ciudadanos estupidizados por el marketing verde apagarían sus luces para prender la conciencia contra el cambio climático.

La megapantalla publicitaria instalada en el triángulo de la muerte (centro comercial, río contaminado, hacinamiento urbanístico) ilumina la avenida y enceguece a los conductores. Miles de vatios derrochados en nombre del mal gusto y del consumismo alocado en los que aparece un mensaje de la organización WWF anunciando la Hora del Planeta, el alegato contra el consumo energético. Casi me choco. Ya me parecía un performance poco efectivo el show del apagón, ahora además me resulta desagradable. La coherencia de la acción, si es que tenía, se diluye en un mar de electricidad aérea.

Averiguo más… la Anam es parte del comité organizador. Ahí el estómago empieza a revolverse. El personaje que dirige la Anam, el mismo que desprecia en público a los ambientalistas, el mismo que autoriza que se destroce el Bosque Protector Palo Seco, el mismo que permite que uno de los pocos resquicios verdes de la ciudad se venga al piso en nombre del “desarrollo”, el mismo que está vendiendo el país a cachitos, patrocina que los ciudadanos apaguen sus luces: pero las luces de la conciencia.

La Hora del Planeta no apuntó a los culpables del calentamiento global, sino que cayó en la trampa del sistema y responsabilizó a los ciudadanos. De nada sirve que las panameñas y panameños de a pie apaguen luces o consuman menos cuando los grandes derrochadores de la energía son los centros comerciales, las industrias y los supermercados (abiertos 24 horas en un acto irracional y que consume más energía que todas las casas de los barrios donde están instalados).

Decía el sábado Denis Moreno, administrador general de la Autoridad Nacional de Servicios Públicos (la oficina donde se regala el país), que las hidroeléctricas hacen falta y son buenas. Lo dijo en Chiriquí, casi para restregar a esta provincia que se esté quedando sin ríos. “Somos un país que ha sido bendecido porque a pesar de la crisis mundial Panamá ha seguido creciendo de manera positiva, lo que significa que la sociedad consume más energía porque la calidad de vida ha sido mejorada”, explicó el intelectual Moreno y justificó su tesis en el hecho de que en 1970 cada panameño consumía 50 kilovatios al año y ahora suma 300 por persona.

Es el problema de las estadísticas porque en una casa humilde se sigue teniendo el mismo bombillo, quizá hay un nuevo televisor. Pero esos 300 kilovatios son consumidos realmente por los edificios de Punta Pacífica, por los supermecados, por Albrook Mall, Multiplaza o los nuevos centros comerciales de Santiago o David.

La Hora del Planeta hubiera tenido sentido si hubiese atacado directamente al presidente Martinelli y su acto vergonzoso de anunciar un cambio en el Código Minero porque se lo pidió su homólogo de Corea del Sur; si en lugar de concierto en Panamá la Vieja hubiera concentrado sus actos frente a la ASEP y hubiera mostrado el disenso con el modelo energético del país; si en lugar del show ingenuo y dañino del apagado mundial de luces hubiera promocionado un modelo de decrecimiento que potenciara el pequeño comercio y la escala humana en lugar de los megacentros comerciales; si hubiera explicado a la ciudadanía que el modelo de ganadería del país aporta más al calentamiento global que toda la contaminación vehicular… en fin ¡Tantas cosas y tan pocas ideas!

Tiempo perdido en esos 60 minutos, futuro empeñado ante un gobierno con un modelo extractivo violento, antidemocrático e ignorante. Estamos en manos de locos y desde la sociedad civil la tibieza no ayuda. Que el planeta nos agarre confesados. Si hubiera juicio final (los católicos saben que es una patraña), Martinelli, Javiercito Arias, Denis Moreno, Alberto Vallarino y los cómplices ciudadanos arderían en las hogueras hechas con los restos del planeta. Mala suerte: el juicio final –como el “desarrollo”– es un cuento para adultos y la realidad está pavimentada de concesiones mineras e hidroeléctricas.

25/3/10

será el mar

Desde el cielo el mar no parece salado. Cobija levemente arrugada que contonea sus espejitos cosidos con hilo de coral a la espalda de la historia. No hay entradas a esta superficie infinita que no acaba donde la tierra restriega su lengua para alegrar la vida; continuidad aplastante de dónde solo se puede rescatar la nostalgia y un par de latas a la deriva.

18/3/10

Sólo humo

(texto para la exposición de Pilar Moreno que se inaugura hoy en ciudad de Panamá)


¿Qué piensas? No me mires ¿Por qué tienes la mirada clavada en la nada? Mírame ¿Por qué me miras a los ojos? Esos-dos-dedos-arqueados-por-el-peso-blanco. Ese-humo-cargado-liviano-donde-se-encarna-tu-historia-no-hablada-no-pronunciada-no-com-par-tida. Esa historia. Tu historia. Mi historia.

Refugio, tránsito, conversa, digestión, amarre, vómito, excitación, juego, coqueteo, código secreto, desnudismo impúdico, silencio… fumar es una conversación con uno mismo y un diálogo encriptado con el Otro. Pilar Moreno parece haber hablado con todos.

Personajes aislados por el humo y conectados por él, la mayoría solos, primeros planos que abren planos imprevistos; en algunos casos la historia paralela no verbalizada pero sí dibujada: el tren de hojalata y los corazones que fluyen con calma de este preso sin prisa; el sexo amable que se reivindica desde una caderas anchas que oculta el traje verde de esta mujer que nos mira de soslayo con ojos de Martini y que permite asomar a otra mujer que baila; la única pintura en pareja que transmite la calma sin cama y ese humo en el que una joven se agarra la rodilla en ese gesto que acaricia…. La atmósfera de cada obra es el aliento de la creadora, todos los personajes quedan tamizados por su mirada penetrante, por el mismo silencio que a veces protege a la pintora.

No hay acá cigarrillos que nos hagan más fuertes, más valientes o más sexys. No van los personajes a caballo, ni conversan en experimentos de celuloide como el de Jim Farmusch. Sí hay gente, tan anónima que parece conocida, envuelta en un clima que, por vaporoso, la define con precisión. Cuenta Pilar que no son amigos, que es la imaginación la que los ha convocado en torno al cigarrillo. Y es ella la que nos los presenta ahora para dejarlos a solas con nosotros. Es solo el humo de la vida, la necesidad de apurar, de respirar a través de un catalizador para construir una historia que se amontone y desaparezca con una brisa ¿Qué piensan? Me miran ¿En dónde se instalan cuando su mirada permea la nada? Me miran ¿Por qué me están mirando a los ojos? Me prendo un cigarrillo e invito a Pilar Moreno: "No gracias, ya no fumo".

16/3/10

La represión en la Avenida Balboa



La Policía de Panamá lamenta la violencia de los obreros y dice que eso los desacredita. ¿Será que la violencia que el estado de Panamá ejerce cada dia contra los usuarios del sistema de salud, contra las niñas y niños en las escuelas, contra los presos, contra las mujeres o contra los indígenas y campesinos desacredit ...a a los delincuentes de saco y corbata que le dan las órdenes a los gorilas de verde?

Dicen que no hay derecho a que un puñado de obreros altere la vida de la mayoría de conductores. ¿Hay derecho a que un puñado de burócratas nos jodan la vida a todos?

200 obreros presos.... ¿Cuándo arrestaremos a este estado opresor, violento y ninguneador??

El blog de Otramérica


Por si les interesa, este es el link a mi blog en Frontera D. Todos los lunes se actualiza ... por arte de magia.



http://www.fronterad.com/?q=node/968

Loa al grado de inversión

EL MALCONTENTO


Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Hay una señora en Mañanitas que ha decidido sentarse en la hamaca a contemplar el grado de inversión que se le va a conceder a Panamá. Considera, con suma prudencia, que eso le dará de comer a sus hijos y que solucionará las pequeñas pruebas diarias a las que la vida la enfrenta.

Un campesino de Veraguas ha dejado sus herramientas y aperos y está dispuesto a pedir un crédito a la banca internacional aprovechando la buena fama que nos da la reforma tributaria para vivir del cuento y endeudarse sin límite.

Parecida es la actitud de un indígena emberá de la cuenca del Chucunaque, quien, presto lector de los diarios nacionales, se ha dado cuenta de que ahora, una vez que las certificadoras internacionales nos reconozcan como un país sujeto de crédito más barato, su vida será más fluida que el futuro metro y sus problemas una broma fácil de superar.

El grado de inversión es la panacea… o una estafa. La macroeconomía, la que es ficticia porque se construye sobre las mentiras estadísticas, tendrá que solucionar todo o no será nada. Imagino yo que si toda una política de Estado gira entorno a conseguir el dichoso grado, será porque tras su concesión todo será más fácil y llevadero.

También imagino que ayuda a la buena imagen del país el hecho de habernos convertido en co–guardianes de la sacrosanta Jerusalén o que ya podamos encarcelar a los niños. Nos falta instaurar la pena de muerte y entonces ya nos regalarán el crédito como premio a la tarea bien hecha. Ya no hace falta que la política económica la dicte el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, hemos dejado la política pública en manos de las mismas certificadoras e instituciones financieras internacionales que casi llevan a la quiebra al sistema: ¡eso genera confianza!

Vamos bien. Vamos muy bien. Mulino se convertirá en el guardián de las calles, mientras la economía crece y crece y los ciudadanos ven atónitos como sus ingresos aumentan en el papel mientras no pueden comprar ni la canasta ni la básica. Dicen los vendedores del Mercado de Abastos que la cosa está parada, pero es porque no entienden que la mayoría del país se ha volcado a comprar en los Super 99 ante la bonanza virtual de sus cuentas de ahorros inexistentes.

Vamos bien. Una oposición ausente se dedica a contabilizar tránsfugas que confirman que esta democracia es una broma de mal gusto y que, una vez que las urnas ponen a algún malandrín en un puesto, éste puede traficar con sus votos como un narco con el polvo blanco.

Vamos muy bien. El presidente de la República, el todopoderoso Ricardo Martinelli, da órdenes a los gobernadores de firmar y ejecutar órdenes de lanzamiento porque no es posible que cuatro campesinos amenacen la seguridad jurídica de los inversionistas extranjeros que llegan atraídos por nuestro casi–grado–de–inversión; se entregan mochilas y cheques escolares tan tarde que los pobres ya había comprado mochilas, libretas y zapatos a sus hijos porque saben que mandándolos a las pésimas escuelas del país perpetúan el modelo de pobreza y tranquilizan al sector de transportes y logística seguro de encontrar mano de obra barata en el país de las oportunidades; ya nadie habla de la procuradora para evitar zozobra en los mercados de bolsa, y, por supuesto, el tema de las adjudicaciones directas es ya historia porque en un Estado–empresa como este los millones de dólares entregados a amigos son garantía de eficacia y confianza…

Lo más interesante es que alcanzaremos el grado de inversión cuando el grado de conciencia ciudadana está más adormecido y quizá sea esa una condición imprescindible para lograrlo. Un país dormido es cómodo, accesible y seguro jurídicamente. Seguro que los bienpensantes de clase media que sueñan con vivir en Miami responderán que algunos criticamos todo por criticar, que no amamos suficientemente a la patria… Un día despertarán y se darán cuenta de que “el dinosaurio todavía” está aquí (pero como para el grado de inversión no requiere de cultura general tampoco entenderán esta referencia… pobres sujetos de crédito).