Comprender el amor es como tratar de hacer una autopsia a una medusa. En apariencia transparente, lo que oculta es lo que se ve y lo que se ve, en general, oculta demasiado como para poder explicarlo. Lo que es cierto es que su toque, el roce del amor cuando es liviano, se parece mucho al quemazón de la medusa... en realidad, a un ataque masivo de medusas que se relevaran unas a otras para no permitir que la piel, ni el regazo, puedan olvidarse de su presencia.
Vuelvo al mar pues, buscando el agua fría del norte donde el amor se ensañe conmigo. Tu-amor-que-me-quema-tanto-como-me despierta-como-me-incentiva-como me obliga a volver siempre a-bus-car-te antes de cerrar los ojos, sin remedio antes de abrirlos, embebido siempre para mirarte cuando estoy en vigilia.
No comprendo a las medusas, me dices. Jamás lo intentes, te aconsejo. Mejor, nademos juntos en este mar lleno de trampas donde lo único que nos permite estar despiertos, permanecer vivos, es el incesante tumulto de medusas que revolotean como las mariposas que anidan en tu estómago.
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1 comentario:
Fantástica descripción.
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