25/10/09

Virgencita, que me quede como estoy

Las vírgenes son ejemplares en vias de extinción. Excepto las de madera, o barro, o cera. Esas están por todos lados. Una extraña resurección del pensamiento mágico que un sicoanalista de tercera relacionaría con la necesidad de encontrar a la madre originaria, a la mujer que dejó su función para hacerse hombre, para perpetuar lo que el patriarcado ha grabado en nuestra sangre y en nuestro cerebro.
En esta ciudad donde el caucho dejó exclavismo y unos cuantos ricos hay ahora vírgenes regadas en cada esquina, a pocos pasos una de otra. Son pequeñitas y son la misma (deben ser los misterios de la procreación sin sexo) y todas ellas están encerradas en una urna de cristal no sea que algún degenerado o degenerada se atreva a meterles mano o a sacarles la mano.
Tiempos estos extraños en los que la tirana dictadura de la ciencia, el reino hegemónico de internet y sus pavadas, la eterna fiesta swinger de los aburridos sexos y los viajes intergalácticos conviven con estos cultos a la muerte, a la mitología y a la sinrazón.
Virgencita del Cirio de Nazaré... que me quede como estoy.

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