20/4/10

Si gana el miedo, perdemos todos

Paco Gómez Nadal

paco@prensa.com

No es nada nuevo. Los arquitectos del poder descubrieron en la segunda mitad del siglo XX y, especialmente después de la caída –o tumbada- del Muro de Berlín que había que cimentar la catedral del miedo: miedo a los terroristas, miedo a la crisis económica, miedo a perder “lo que tenemos” –aunque lo que se tenga sea un cable pelado-, miedo a la delincuencia común y a los comunes que delinquen, miedo a la izquierda, miedo a Chávez y a sus palabras, miedo a la gordura, miedo a la soledad, miedo la fealdad, miedo del vecino, miedo de los desconocido, miedo de las profecías mayas y miedo de los besos sin mascarilla, miedo a la enfermedad, miedo al miedo…

En Latinoamérica, hasta bien entrados los 90 el principal miedo era a los comunistas: seres que comían niños, que querían quitarnos todo lo “bueno” que los dictadores de derechas y el Departamento de Estado nos había dado. Sigue inoculada esa paranoia entre nuestra gente, que confunde izquierda con comunistas y comunistas con barbarie. Pero en Panamá, el Ejecutivo de Martinelli está consiguiendo, con cierto atraso, lo que algunos de sus próceres del norte han cuajado con el tiempo: ha provocado miedo antes de que nada ocurra.

Con excesos verbales bien pensados, un par de leyes tan estúpidas como trogloditas y el nombramiento de unos cuantos gorilas acá y allá (como el que califica de poesía todo lo que no le gusta –se nota que no ha leído en su vida nada más que los manuales del Perfecto Fascista Latinoamericano) ha logrado que una buena parte de la sociedad tenga miedo. En los pasillos de la ciudad de Panamá y en las veredas del Interior se habla de dictadura civil, se baja la voz para expresar la preocupación por la represión venidera, se huele el miedo a kilómetros. El sindicato come niños está agazapado en los cuarteles de verano y la sociedad civil se esconde en renqueantes justificaciones dejando que el poder desvíe la atención sobre los asuntos importantes: una corrupción desmedida, una ineficacia en la gestión de lo público monumental, unos delincuentes que asaltan negocios a la luz del día porque saben que la Policía es de mentira y una Asamblea y un Orden Judicial que parecen más bien una reunión de patio y un desorden inmoral.

El miedo está ganando la partida antes que la realidad. Y ese es el mejor triunfo de estos arrogantes gobernantes de la miseria. No podemos ceder al miedo, hay mucho margen de actuación, de defensa de las esquirlas de esta democracia defenestrada antes de haber madurado. La sociedad civil, ese término ambiguo para definir el todo y la nada, es más amplia que un par de clubes de empresarios y un par de asociaciones más o menos acomodadas. En los barrios hay organizaciones poderosas de base, en el interior cientos de comunidades están organizadas y luchando. Su voz debe ser escuchada pero, para eso, unos cuantos medios de comunicación deben limpiarse los oídos y hacer de altavoces de la dignidad.

Los análisis simplones de la realidad solo alimentan el miedo y la ignorancia. Se sataniza a los maestros, se estigmatiza a los campesinos, se trapea el piso con los ambientalistas, se ignora a los indígenas. Quizá, si le damos la vuelta al argumento, esto ocurre porque el poder le tiene miedo a la gente y eso es esperanzador. Miedo contra miedo, luz contra oscuridad, poesía frente a tongos, palabras contra afrentas, ciudadanía contra carcelazos, ríos libres frente a muros de cemento, alzamiento en almas contra las armas de la torpeza.

[Si nos apegamos a la ley, hoy debería comenzar la condena de monseñor Ulloa y su combo. El sábado y el domingo cerraron las calles del Casco Viejo de Panamá de forma violenta, con vallas de ciclón, policías hasta en la sopa y requisas. ¿La Iglesia católica también le tiene miedo al pueblo? Lleven cuidado con hasta dos años de cárcel por cerrar así las calles. Me gustaría saber si la Policía y el SPI harían lo mismo ante un evento evangélico, de la comunidad indostán o de los afrodescendientes… no creo. El poder siempre ha cuidado a sus aliados]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La lectura de su artículo fue encontrarme con un texto inteligente, ágil y bien escrito, con el valor de una agudeza realmente excepcional en nuestro medio. Y, sin embargo, le pregunto: ¿Era necesaria esa crítica final al nuevo Arzobispo? ¿No es, dicho final, un párrafo "traído por los cabellos"? ¿No podría con el talento que tiene, tratar de tender puentes con gente creyente que sin fanatismos trasnochados puede y quiere aportar al país? Mire, Paco, no había habido en años, en Panamá -en lo que toma de posesión episcopal se refiere-, una convocatoria más sencilla, abierta y popular que la de la Misa del Sábado 17 en Parque Catedral. Lo del “cierre” es apenas obvio, se trataba de una manifestación importante a la que asistirían no dos ni tres personas, sino mucha gente de todas las clases sociales (familia enteras, por ejemplo), gente que tenían una cita muy importante para sus convicciones religiosas y había que garantizar un mínimo de seguridad. (La constitución panameña garantiza desde el inicio de la Republica y para todos, la libertad de cultos). También para otros tipos de actividades civiles y de diversos credos religiosos, el Gobierno ha tenido –históricamente- una colaboración muy similar. Este es un país, Paco, muy tolerante en materia religiosa y étnica. Aquí cada uno puede creer lo que quiera- esa tolerancia está inscrita en nuestro ADN nacional- y siempre se coopera con todos los credos: incluidos los evangélicos, los indostanes, los judíos, etc… No somos, ni hemos sido, Paco, una copia tropicalizada de la España franquista, ni de las dictaduras de izquierda. ¡Esto es Panamá!Volviendo al tema de la misa del 17 de abril, la verdad es que fue una fiesta del pueblo panameño católico (no estábamos solo católicos, sino mucha gente de buena voluntad y representantes de otras Iglesias y credos). Créame que no me lo contaron, estuve allí, como decimos aquí, "de cuerpo presente" con Pilar mi mujer y nuestros tres hijos, celebrando, escuchando, pensando y también orando por un Panamá donde la esperanza no sea una utopía sino una realidad posible en este país herido de “irresponsable indiferencia”, actualmente en manos de lo menos ilustrado de nuestra clase política… ¿No ha pensado, Paco, en los miles de católicos que sin suscribir ninguna postura anti-autoridad a lo interno de la Iglesia, están más cerca de lo que ud. se imagina de su postura racional y solidaria de la realidad, en nuestro caso inspirada (¡justamente!) por la Fe? Mire, Paco, no le serruche el piso al rostro plurales y auténtico del cristianismo contemporáneo. Esos rostro no está necesaria y exclusivamente en las periferias de esa entidad llamada Iglesia… Hay mucha gente que comparte su lucha, y que sufre y trabaja diariamente porque cree -creemos-, que otro mundo es posible. Esta gente entre la que me incluyo, lo hace inspirada por personas como Ulloa y –aunque ud. no lo crea-, por el magisterio de Benedicto XVI.
A la espera que esta carta sirva para un diálogo sereno y abierto, lo saludo. Con sincera estima,
Erasto Antonio Espino Barahona

Anónimo dijo...

Creo que hablando de miedo es un poco lo que Ud. transmite sutilmente en su mensaje, logicamente que mas prolijamente solapado pero es asi de cualquier manera.
En cuanto a Chavez, ojala nunca le toque a Panama un payaso asi si es que queremos conservar nuestra calidad de vida. Que hay que hacer mucho por los indigenas, los pobres y campesinos, si logico pero no a cambio de destruir la economia en experimentos ya probados que fracasan. Una cosa importante a tener en cuenta en Panama es mejorar la educacion y eso no es un tema de mejora de presupuesto solo ya que paises como Uruguay mejoraron el presupuesto educativo pero mantuvieron un corporativismo sindical del magisterio que matiene a la educacion hecha un desastre. Creo mas en lo que hace Sao Paulo, Brasil en donde la educacion ha mejorado grandemente mejorando los salarios a desempeño. El principal problema es que debemos ver las cosas como un todo y no ideologicamente ya que hoy Panama mas que nunca esta en un mundo muy competitivo donde paises que demuestran que hacen bien las cosas progresan, los otros caen rapidamente. Y me refiero a progreso no a tener grandes edificios, sino a que la gente viva mejor, mas contenta, menos violencia, mas tiempo para disfrutar del milagro de la vida.
Slds, Mono Electrico