Y ahora las horas tienen estirpe de segundos. Se multiplica el tiempo para reducirse a un instante, el de encontrarte cerca, tanto... que la respiración se dificulte; tanto... que el único oxígeno rescatable sea el de tu aliento, el de tu boca de mariposas que aletean para darnos aire en la espera.
El desasosiego, de existir, tiene que ver con la imposibilidad de que mi piel se confunda con la tuya; con la certeza de ir a estar y de no estarlo en este instante en que empeñaría alma y conciencia con tal de escuchar junto a mi el ronroneo de tus sábanas, el tibio desperezo de tu pelo, la inconfundible melodía de tu mirada. Busco, te busco, para poder seguir respirando en este universo hostil en el que los amantes y la justicia son especies en peligro de extinción.
14/4/10
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1 comentario:
Vaya Paco, qué bonito. Qué suerte tiene el que es buscado, a veces.
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