Perturbados por la indiferencia de los justos, de los biennombrados, sombras de dignidad se reúnen cobijadas por la noche. La palabra dulce, la indignada rabia, la verdadera incompostura se revelan ante los aullidos de lobos votados a quien no hay quien bote. La esencia de los resistentes combate contra la apariencia de los victimarios. Nadie es capaz de verbalizar el horror, de ponerle nombre al espanto, de identificar los rostros que se esconden bajo los pasamontañas del poder. La esencia es lo único que nos salva, la bondad de las intenciones que ya, en estos momentos sin historia, tienen que manifestarse con dientes de sangre. Desde los vientres vacíos nace una inconsolable necesidad de gritar la verdad de los desechados mientras en las vitrinas se exhiben cuerpos de cera rebosantes de turgencias falsas y vestidos de lentejuelas.
Perturbados por la indiferencia de los justos, de los biennombrados, los malencarados están girando la esquina del ensueño para despertar a un nuevo mundo: violento, peligroso, temerario, quizá, incluso, necesario.
16/4/10
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