25/12/08

Dónde andas, Colón

La Plaza Catedral está vacía hace meses y a nadie le importa. Cuándo pregunto por Colón, todos suponen que está muerto y si lo está importaba tan poco que tampoco su muerte conmovió a nadie. En otras navidades, en otros años, cuando la Plaza dormitaba su hastío del 24 de diciembre con el aburrimiento de las farolas, el único que permanecía sentado ahí, en una banca, o en el murito del palterre era Colón. Solo como solo podía estarlo él. En la memoria sus tiempos de gloria, de pasador de droga, hasta sus glamurosos años de cárcel en el país que esnifa.
Ahora, la Plaza está sola de verdad y a mi me asola un sentimiento de vacío. ¿Cómo se puede desaparecer cuando ya se es un fantasma? A veces pienso que Colón en realidad no estaba solo, que el chino de la tienda o la portera del hostal donde dormía cuando tenía con que pagar el camastro lo echan de menos como yo. Los hommo sacer pululan a nuestro alrededor, fantasmicas con espíritu pero sin existencia. Su pérdida no resta, su esencia si debería sumar. ¿Desaparecerá así Vielka?, ¿se marchitarán así las sombras que esta noche asaltaban los faros de mi estúpido carro?, ¿Dónde andas, Colón?

5 comentarios:

César-in dijo...

Las ausencias que sólo notan los que de verdad han decidido hacer algo con la vida y vvivirla de verdad...
Buena noche, buen día y felicidad para tu vida, bro...

veronica dijo...

Hola Paco: tal vez nos debemos acostumbrar que así será cuando desasparezcamos de esta tierra, así como le paso a Colon. Mientras tando a vivir.espero que hayas vivido unas buenas fiestas y que sigas viviendo, como creo sabes vivir. Sin el espiritú de ser insolente, con mucho cariño

Anónimo dijo...

Y cuando una persona desaparece, el mundo parece olvidarlo inmediatamente, como diciendo que todavía hay miles de millones más. Poca gente es realmente capaz de darse cuenta de que no, que no habrá nunca nadie igual a cualquier otro...

veronica dijo...

Hay algo que debo aclarar, y en la linea de lo que dice Nayade, el que todos somos únicos, esta anonimidad peligrosa de las grandes ciudades, que llevan a que vivamos solos y muramos solos también. Sin que nadie lo nota y lo peor es que tal vez a nadie le importe.

Anónimo dijo...

Cierto, Náyade, somos únicos, buenos, malos o peores...El que se
acuerden o no de nosotros, dependerá de muchos factores: algunas vecen recuerdan a los extremadamente malvados: Hitler,
Atila...a los poderosos Césares,a los que dominaron los mares, los conquistadores... o a los santos vivientes: Teresa o Ghandi...pero,
hay tantos y tantas, que siendo
merecedores de loas y alabanzas,
no las reciben,sino,demasiado
tarde, cuando ya no están aquí...
Y, al pobrecito solitario, que vive
dentro de su propia cáscara, en
un mundo de fantasmas o de horrores, tal vez, sólo lo recuerde
algún alma compasiva, alguno que
le extrañe no ver más a esa sombra,
a ese "despojo" ocupando su banca
hatitual y que alguna vez se llamó
Colón...Tal vez, huiría en alguna
carabela hacia mares, no inventados.