4/12/08

Insomnio con helada tropical

El frío

Cuál es el frío que entumece tu piel de fumar. Cuál es el calor que necesitas en esta noche que para otros sería refrescante, apenas una rumba, dos tragos caros con música en directo. Te conformas con un cigarro para calentar esta pinche vida cuesta arriba en la que peleas con los carros de los que tenemos carro y con la malparidez de los hombres que siempre cuidaron carros. Ajustas tu gorra y me cuentas del borracho que te insulta y de tu madre que se muere. La vida se acaba hoy mama y da igual que yo saque el sobrante dólar del bolsillo o que te dé conversa o tiempo. Yo miento y tu también porque este teatro no se inventó para que nos amemos. Ni tan siquiera para que nos respetemos. Morirás antes que yo si el destino no se encarga de ponerme en mi sitio. Y a nadie importará mucho. Ni siquiera a tu madre si te sobrevive porque su próximo delirio tendrá forma de pañales gigantes a 32.50 y deberá concentrarse en buscar alguien más que la lave y que despiste sus yagas. Qué frío da esta puta injusticia. Qué miserable soy, somos, al calor de nuestras miserias.


Cónclave

Reunidos alrededor de una estúpida y coherente charla, hemos decidido seguir caminando sin decisión a la espera de que alguien decida por nosotros reventar este estúpido y coherente sistema.


Quizá
Hay una llamada y la voz transmite el afecto que de manera tan esquiva repartimos en las auroras. Quizá, solo quizá, estemos a la espera de un despertar plagado de alientos y de besos, de esquirlas de todo lo soñado esparcidas en las sábanas prestadas, de ese apretar de cuerpos que aleja el abismo y burla a la muerte. O, tal vez, solo tal vez, lo que estemos esperando sea una simple llamada que nos recuerde que en alguna esquina del olvido hay una voz que nos ama. Suficiente. Quizá.

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