18/12/08

De insominio y razones

Lo razonable

Lo razonable en estos tiempos es vivir. Y vivir es tan poco razonable que las amenazas a ese ejercicio sin sentido son bíblicas. ¿Será que vivir consiste en alojarse en tu piel para que el invierno pase sin gélidos minutos que paralizan el alma? ¿O podrá consistir en un encierro voluntario en tu sexo para que, pasito, me susurres palabras guardadas durante 15 años para nunca ser pronunciadas? Es probable que solo de estas formas logremos que la vida parezca un útero de clima controlado, un espacio lleno de riesgos buscados y de laceraciones de miel y hierbabuena. No hay pruebas científicas de que lo razonable sea enterrase en la rutina, ni prender el televisor para desconectarse de la realidad roñosa, ni tan siquiera acumular metales preciosos para guardarlos en la caja fuerte de los miedos. Sin embargo, hay hechos que avalarían la teoría de que vivir, en todo caso, es jugársela, es buscar segundos de emoción salpicados de siglos de espumas. Lo razonable, te digo, es vivir sin plan de desarrollo y sin metas que evaluar.

Azul

Esta ventana es extraña. Dividida en dos partes, la inferior es como la de una celda de preso enmarañado. Permite ver cinturas y escuchar voces sin rostro. Borrachos que chocan contra sus rejas y turistas despistados ignorantes de lo que se cocina en el interior de sus rutas. La parte superior permite que el azul de este cielo único se agarre en mis pestañas. Una lata que suena recuerda las pisadas ajenas, unas hojas de palma laterales llaman a los pájaros que no vuelan. Una flauta amarra a esta ventana al piso y evita que se mueva en busca de visiones delirantes, divagantes. Esta ventana parece extraña, pero es la mía y uno le debe fidelidad a su propia mirada.

2 comentarios:

amalia dijo...

Parece que ni un simple comentario puedo enviar, hace poco te escribí algo a propósito de tu último texto. Es cierto, lo razonable es vivir, pero qué difícil es aprender a vivir. A veces, cuando uno cree que algo sabe, resulta que no, que hay que volver a empezar desde el comienzo. Otras veces, por esos malditos miedos que uno carga, se deja atrapar en dolorosas y conscientes rutinas, como es mi casa ahora en que me cuesta mucho convivir entre gente que no creo, a cambio de unas cuantas horas o de un simple roce entre gente que sí creo, y que me devuelve la razón de estar aquí, y te aseguro que no es excusa.
Por último, no me lo estás preguntando, pero siempre estoy aquí leyendo, y reflexionando a partir de tus reflexiones, masticando mi propia rutina, lo que hago y lo mucho que no hago. Como dijiste otro día, el silencio tiene también su propio peso.

Paco dijo...

Lo que es duro es vivir en este mundo, con estos modelos tan esquizofrénicos, con estas obligaciones tan poco razonables, con tanta mentira,con tanta verdad a medias. Los miedos, creo yo, nos los han metido bien intencionalmente porque son los que nos controlan y evitan que seamos como queremos ser... todo un pedo.
Cómo me gusta leerte, ya lo sabes.