Así lo ven, con esa mirada condescenciente, eurocéntrica y despectiva. El indiecito folclórico, el que habla raro y se confunde al denominar a este país como República, el que amenaza a 'nuestras' empresas... El desprecio es general aunque las formas de lo políticamente correcto obliguen a despreciar con 'respeto'.
Evo llega acá y habla claro y fuerte, pero el rey, ese fantoche trasnochado, le dice que garantice la 'seguridad jurídica' de los inversionistas. Le importa un carajo la vida o la muerte de los bolivianos... pero que Repsol no pierda plata después de haber esquilamdo los recursos naturales de ese país tan rico como empobrecido.
Un indiecito que debe estar manejado por Chávez porque aunque se le reconozca ahora el alma no se le puede atribuir inteligencia ni voluntad propia. Un indiecito solo no puede, seguro que es un títere, seguro. Evo habla de políticas para 'salvar a la humanidad', qué ingenuo, qué presuntuosos el indiecito... qué falta de pragmatismo...
Y los bolivianos se reúnen con él en un polideportivo de una fría ciudad fría, pero no helada de altura, sino congelada de meseta y desierto emocional. ¡Que nos den nuestros papeles', ruegan los exclavos del siglo XXI y los señoritos y las señoritas, los patrones, los ven por televisión agitando banderitas para saludar al indiecito que viste chaqueta rara y dignidad insultante.
Un día, no tan lejano, los indiecitos de este planeta pasarán la cuenta y quedaremos debiendo toneladas de respeto, millones de gestos de hermandad.
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1 comentario:
Al menos parece que sirve, pero NI eso creo,
para ver que el reyezuelo, es un simple esbirro de los empresarios.
No creo que tus compatriotas logren ni entender este detalle del maravilloso reino que disfrutan.
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