6/10/08

Para que leas tranquila

Entiendo a mi madre cuando entra a este blog y piensa que su hijo es monotemático y pelín oscuro. me rondaron unos pelícanos para empujarme a escribirle algo a ella, quizá igual que lo anterior pero nacido de forma diferente.

Lo que me ronda

Hay dos pelícanos que me rondan. Suelen volar rasante, pegaditos a la espuma del mar, a la espuma de la vida. Cuando pasan frente a mi me guiñan su ojo ladeado, me avisan de que en su bolsa transportan algo más que agua salada y pescado. No me lo muestran , pero intuyo que es el secreto para vivir: acumular recuerdos e instantes felices para después, en épocas de invierno y carestía, poder alimentarnos con ellos. La acumulación, así, no es en la cuenta de ahorros, sino en el alma.
El paraíso de los pelícanos también puede ser mi paraíso. Un lugar de sol y mar, un espacio aéreo del que bajar de vez en cuando para mojar el pico y las alas, un rostro golpeado por las gotas que salpican, por el viento que no manejamos. En este espacio escribo para mi madre. A ella le ha tocado un hijo pesimista de más para su gusto, atrincherado de más para sus prudentes convicciones. El secreto que los pelícanos le revelarían si pudieran volar por aquellas latitudes de gaviotas es que mi corazón es en extremo optimista, peleador desde la alegría, creyente de la bondad de la gente y de las posibilidades de vida que ofrece este mundo perturbador que me ha tocado y que le ha tocado vivir.
Yendo al extremo, los pelícanos no solo se alimentan del mar. Logran sacar lo mejor de basureros de mercado, no se frenan por la pestilencia ni por el desorden y saben seleccionar con su pico lo comestible, lo posible. Así trato de volar yo, en medio de un mundo que no me gusta y que apesta a podrido rescato cada pequeño atisbo de belleza, valoro, como el buscador de tesoros, cada pequeña pepita brillante que se esconde en la montaña de tierra parda. Vivir en esa alegría del descubrimiento es, probablemente, la única manera de vivir dignamente. Quiénes están cerca de mi, no solo los pelícanos, me acusan en los últimos tiempos de exceso de optimismo. Descubro ahora movimientos, personas que me parecen hermosos de base, por su empeño en sobrevivir, en exigir sus derechos, en desenvolverse con un grado de dignidad que emociona más que duele. Y quiero seguir así, revolcándome en el charco de la esperanza, rearmándome para dar una pelea que no parta de la oscuridad, sino de la luz de los que saben lo que cuesta dar cada paso. ¡Y hay tantos y tantas!
Eso sí, este exceso de optimismo no va a cambiar este camino que he llevo años caminando, aunque haya despistado en algunos momentos el paso. Cada vez más transparente, cada vez tratando de ser más coherente, aunque en el empeño me equivoque, me resbale o roce la estupidez. Al fin y al cabo, feliz o dichoso, soy humano, el mayor de los humanos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uf que descanso..
Pense Paco hiba a lanzarse lanza en ristre contra su Madre, recordando a nuestra heroina CASILDA RODRIGAñEZ..
Pero no se salvo la Madre!!!!
jajajaj Un beso a Edubis!!!
y a CASILDA.
http://www.casildarodriganez.org/

Anónimo dijo...

bello, hermanito

Paco dijo...

Intento llamar a tu ventana en estos días para decirte que en la distancia, estoy muy cerca. No he tenido suerte, pero sabes que mis pelícanos están contigo.

veronica dijo...

Paco: Me disculpo por opinar en este espacio que dedicaste a tu madre. Le puedes decir a ella que su hijo(o sea tú) y un bro de él, me acompañan mucho en mis insomnios, me regocijan cuando necesito ver gente que cree en lo que hace y sabes que te agradezco mucho por escribir, sobre todo cuando los vientos de otoño traen frío, melancolía, colores y un poco de nostalgia. Un abrazo.