10/7/09

Hermandad




No hay tiempo, ni edad, ni lógicas para que las almas se encuentren. Mi hermano Heriberto sigue regalándome sabiduría, tiempo, juventud... En su balcón hemos mirado el universo y lo hemos visto bien vestidito, como de domingo, dispuesto a darnos un beso en la mejilla. Otras veces, desde la misma hamaca hemos vislumbrado la cara más tenebrosa de la luna, la que deslumbra con sus luces artificiales hasta cegar a la mayoría de los seres que poblamos este estúpido planeta.
Con él, camino por las calles de un pueblo que a veces no lo parece, me baño en la fuente de la juventud para ganarle tiempo al tiempo, comparto los ingenuos sueños de justicia... solo eso: justicia.
Somos hermanos y acá -aunque él no lo vaya a ver-, modesta y orgullosamente al tiempo, le rindo mi homenaje y le doy las gracias a la vida por esa clase de regalos.

1 comentario:

Araceli Esteves dijo...

Sí, Paco, a veces el universo se pone de nuestra parte y nos guiña un ojo. Qué agradable remanso.