14/5/09

Martes 12 de mayo

EL MALCONTENTO

Harto de estar harto

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Hoy estoy harto. Harto de tanta hartera, de tanto sentir el mundo a traspiés, de las infinitas mentiras de las que vivimos y en las que nos hacen vivir. De su mentira y de la mía, de la de los gobiernos y las de las organizaciones creadas para deshacer los entuertos de los gobiernos.

Durante los últimos 28 días solo una vez he escrito en este espacio sobre lo que ocurre en la Plaza Catedral. Es más, fue antes de que el 15 de abril se instalara el campamento de activistas nasos cuando escribí, justo después de las violentas acciones que sufrieron en su territorio a finales de marzo.

Pero estoy harto y me toca destilar con ustedes esto que me carcome. El campamento de los nasos (“¿qué es eso?”, preguntan muchos) es como un espejo donde, una vez reflejadas determinadas instituciones, las mentiras se reflejan con un poder arrollador.

Mentira 1. Los ciudadanos tienen derechos. Mentira, mentira podrida en un universo donde los derechos parecen privilegios, donde los ciudadanos tienen que mendigar esos supuestos principios básicos que solo están en el papel.

Durante 28 días, los nasos acampados y los que permanecen en la comunidades de San San y San San Druy solo han exigido su derecho a la tierra, a la vivienda, a la vida en paz. Y durante 28 días los funcionarios que pagan sus casas y sus vacaciones con mis impuestos los han ignorado.

Mentira 2. El Gobierno defiende la Constitución y la legalidad. Mentira, tanto que Reforma Agraria, un mecanismo del ejecutivo para el reparto equitativo de tierras, está a punto de conceder 840 hectáreas en San San a Mario Guardia a nombre de testaferros tan honorables como sus sobrinas, cuñado o yerno que, según los papeles legales firmados por funcionarios, residen en San San (no aguantarían ni dos días allá). Si así consigue los títulos de propiedad ahora, imagine cómo consiguió Ganadera Bocas el título de los años 60 en el que basa su reclamo sobre la tierra de las comunidades indígenas. La ley no es igual para todos porque aquí el negociado es de unos pocos.

Mentira 3. La Defensoría del Pueblo defiende al pueblo. No, nada, mentira. La Defensoría mantiene una aparente equidistancia del Gobierno que, en la práctica, es mentira. Sus informes –y su actitud– siempre juega a la ambivalencia: un poquito de razón al pueblo excluido, pero un supuesto apego a la seguridad jurídica que siempre da la razón a los poderosos.

Mentira 4. Las organizaciones internacionales que trabajan por el desarrollo trabajan por el desarrollo. Mentira doble. Exceptuando actitudes puntuales e individuales, nada han hecho en este caso, excepto acciones diplomáticas hasta ahora ineficaces y secretas. Por poner algún ejemplo: Unicef está en Panamá pero no puede atender o no atiende a las decenas de niños afectados por este desmán que los dejó sin casa, sin escuela y sin comida; o el Programa Mundial de Alimentos es mundial pero no tiene alimentos para los nasos por no sé qué mandato que lo impide. Ni un miembro de la mayoría de ONG nacionales e internacionales que pregonan su buena voluntad ha pasado por el campamento.

Mentira 5. Los ciudadanos somos solidarios. Será en la Teletón, que es caridad, porque con excepción de unas cuantas decenas de personas hermosas que han mostrado su solidaridad dedicando tiempo y comprensión a este problema, la mayoría mira hacia otro lado: como lo hace cuando una comunidad del interior se queda sin agua o como cuando una barriada de la capital se sume en la violencia. Ya, ni siquiera instituciones tradicionalmente hipócritas como la Iglesia, disimulan. Durante 28 días, los beatos y sacerdotes que asisten al estadio–catedral de San Felipe se han dignado a cruzar la calle e interesarse por sus “hermanos” nasos. Quizá es que no los consideren como tal.

Mentira 6. A nadie le importa la suerte de los excluidos. Mentira demostrada. Muchas personas han estado al pie de la plaza, ayudando, animando, dando esperanza al grupo de luchadores y luchadoras que cada día que pasa nos da una lección nueva.

Harto como estoy, lo único bueno que saco de todo esto es que, si por algún minuto había caído en la tentación de ser magnánimo con alguna de estas instituciones, se me pasó la tontería. Ya no me los creo. Es más grave la hipocresía de los que se declaran solidarios y no lo son, que la indolencia evidente de las mayorías.

4 comentarios:

Elízabeth dijo...

Hola Paco, soy Elízabeth ¿cómo estás?
No me canso de leer los partos nocturnos de tu exquisita pluma, conoces bien la admiración que dejaste por estos lados del continente. Pero, leyendo este artículo, me tomo la libertad de preguntarme (tú mismo no enseñaste a ser críticos): ¿cuál es la intención que tiene nuestro guapo y apreciado periodista, Paco Gómez, al pretender equiparar un problema de semejante magnitud, con una mera circunstancia jurídica? Que si la Constitución, que si la Unicef, que si…No me digas que el pueblo naso y ustedes, sus defensores, están enfrentando a un grupo de partisanos discípulos de la madre Teresa de Calcuta. Es más que evidente que tanto TU como el pueblo naso enfrentan al complejo mundo del negocio de los narcóticos y sus tentáculos por toda esa zona. No es justificable la indiferencia ante la desgracia humana, pero tampoco nos digas que es asunto de las organizaciones internacionales poner fin a estas problemáticas, sabiendo que las mismas son dirigidas por grupos mafiosos conectados internacionalmente. Ya va, espérate, voy a leer otra vez….¿en verdad tú tienes confianza en el ordenamiento jurídico internacional?

Paco Gómez Nadal dijo...

No Elizabeth, no tengo mucha confianza, pero nos toca jugar a despertarlos. Por desgracia, nuestros gobiernos solo actúan, a veces, cuando sienten presión externa. De todas maneras, lee otra vez... no me baso en argumentos jurídicos, sino éticos. Y, aunque los abogados creen que tiene algo que ver, en realidad son veredas opuestas de la trinchera

Elízabeth dijo...

Ay, precioso, discúlpame…soy muy torpe! Jamás dudaría de tu nivel profesional. Es sencillamente, que el panorama se presenta muy claro en este caso y, a estas alturas, como latinoamericana, me resulta imposible creer que toda esa despreciable situación se corresponda tan sólo con la acostumbrada ineficiencia e incompetencia de las administraciones públicas del continente. No podemos olvidar el papel que jugó la United Fruit Company en Centroamérica o la Benetton en Argentina, y particularmente esa zona que habitas es altamente sensible al tema del narcotráfico.
Ahora, habiendo leído mejor tu artículo, te explico mi posición. Ese individuo Mario Guardia, es propietario de la Unysis World Trade, la cual a su vez tiene nexos con el famoso Unibank (léase lavado de dinero proveniente del narcotráfico). De igual manera, la empresa pública de Medellín y la compañía estadounidense AES, con unificarse para desarrollar un proyecto en esa área sin considerar las poblaciones humanas, demuestran que las oligarquías del continente están buscando imponer, inteligentemente, el viejo Plan Puebla Panamá o Mesoamérica, para palear los efectos de la crisis energética mundial. ¿Recuerdas la reunión del presidente Uribe y Torrijos inaugurando la empresa de interconexión eléctrica Colombia-Panamá? Allí el narcotraficante Álvaro Uribe afirmaba textualmente: “no hay que descuidar la inversión en energéticos, ya que una vez despunte la recuperación de la economía mundial puede frustrarse por falta de oferta de energía”.
Mi humilde conclusión: El desalojo arbitrario e inhumano que sufre tu amado pueblo naso, tiene que ver con la industria de narcóticos. Eso es evidente.
...Muchos besos!!!

Paco Gómez Nadal dijo...

Sí con la industria de narcóticos, con el plan Puebla-Panam-a-Colombia, con el IRSA y con tantos otros planes diseñados por terceros para explotar estas tierras con o sin sus gentes. estoy de acuerdo Elizabeth, ni tu ni yo somos ingenuos.... lo que pasa es que explicarlo todo a veces agota y corremos el riesgo de ser considerados como paranóicos..jajajaja