18/5/09

Qué hacemos

Qué hacemos, qué hacemos cuando perdemos a un poeta. Habrá los que digan que no lo perdemos, que su obra queda, que seguirá hablando por él. Eso acontece con los malos poetas. Los que solo escribían. Los poetas y las poetas son, a su pesar, más que sus versos, bastante más que sus libros impresos para el solaz y la penuria del resto y para la supervivencia (magra) propia. En sus gestos, en sus tragos, en sus besos, en su desdentada existencia trasmiten tanto como en sus palabras.
Uno, que ha tenido la suerte de conocer poetas, de amar poetas, tiene autoridad moral para defender esta tesis. ¿Qué es más poético: el verso o quizá la persona que lo vomita? ¿Cuánto de poético tenía Bedetti en su ser y cuánto en sus palabras? Me dirán. con razón, que planteo preguntas, si no retóricas, estúpidas. Y así lo son, pero recuerdo ahora cada sorbo de ron desmenuzado en presencia del poeta de sonrisa imposible, cada abrazo, cada aullido en la madrugada de la araucaria premeditada. También me asaltan los minutos de locura lúcida y excepcional que me regaló la poeta en cuyo pelo me enredé tanto como en sus versos. Siento vivo el aliento en mi boca de esa otra poeta que tuvo la virtud de resucitar poros, extremidades y palabras. Me cuelgan del alma aún algunos versos de poetas con los que solo me he cruzado en tabernas o auditorios. ¿Y sus versos? Todos magistrales, todos necesarios, todos poderosos, como los de Benedetti, pero hoy, Saramago, preguntado por el uruguayo no habló de su obra, sino del poeta: "su coherencia como persona".
Qué hacemos cuando se mueren los poetas. Se siente, así como en los huracanes, un ruidoso desazón para el que no hay cobija ni consuelo. Saber que están vivos es una posibilidad de futuro, perderlos en la tierra es un-nuevo-fracaso-del-ser-humano. Si es que lo somos.

2 comentarios:

Idoya dijo...

"Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardíacos
y de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como un certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría."

Paco Gómez Nadal dijo...

Gracias Ido... qué alegría esa defensa de la alegría del susodicho