8/12/09

El estrepitoso desmadre

EL MALCONTENTO

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

“Estática la vida invalidaba / su pacto más efímero, el retorno / fundacional, la confabulación / de los contrarios, / (…) y allí mismo el tránsito / estrepitoso de las horas predecía/la incompetencia de la realidad”. Préstamo del trazo de Caballero Bonald para declarar en verso (que no a gritos) que esta realidad parece ficción los más de los días.

Comienza el estrepitoso desmadre navideño, simbólico paradigma de casi todos nuestros males: la aculturización (nieve artificial y árboles canadienses en la selva tropical y el tórrido Pacífico); la mercantilización de casi todo (se venden emociones por libras, buenos sentimientos en tarros de vidrio, caridad en forma de cuota mensual); la doble moral (malignos alados el resto del año, inocentes elfos por encima de la Tierra Media en estos días de luces); el derroche (del) sin-sentido (comprar más de lo necesario, comer más de lo aceptable, beber más de lo razonable, mentir más de lo legítimo); la lección de la acumulación y la dádiva desde la más tierna infancia (regalos, regalos, regalos, grandes, costosos, inútiles, olvidados a los pocos días de aparecer bajo el papel y los lazos), y mucho de hipocresía concentrada (comidas de empresa, felicitaciones navideñas de quien nos odia o de quien odiamos, un regalo de migajas para la empleada en lugar de un salario de justicia y no mínimo…).

La realidad es incompetente para explicar cómo somos los seres humanos de estas sociedad ultracapitalistas que giran en torno a centros comerciales (“todo está aquí”, reza la publicidad de uno de ellos), a la basura como máxima creación familiar (no es solo un problema de la mala recogida de la Alcaldía sino de la enorme generación de los ciudadanos) y al regalo “pagado” cómo única muestra de afecto.

Unos amigos, de Radio Temblor, mandan un correo plagado de buenas intenciones que recomienda lo que nadie hará (consume con límite, regala juguetes educativos, no utilices luces de más…). No entienden que la raíz del problema está en la misma celebración y en sus coordinadores: los dueños de los negocios que quieren ver repuntar sus ventas en estas fechas. Ni el Niño Dios, ni Papá Noel ni el Papa de Roma son los capos de esta mafia mercantilista… ellos solo son la imagen de marca para fidelizar clientes.

El estrépito es siempre bienvenido porque distrae del silencio. Cuando alguien se entrega a sí mismo corre el riesgo de evaluar por qué hace las cosas, hacia dónde camina, cómo es su relación consigo mismo y con los otros. El estrépito es tranquilizador. En el ruido frenético del tráfico o de las miles de personas que atiborran los pasillos de los centros comerciales o entre las notas de los villancicos mentirosos que repetimos como animales de feria… es ahí donde se diluye el miedo a estar solos, a reflexionar, a sentir en lugar de sublimar deseos babeando ante una vitrina.

La mayoría habla de un mundo de locos, de un ritmo desquiciado, de estrés, de tensiones, de falta de tiempo libre, de créditos impagos, de pagos para incrédulos… pero repite el círculo todos los años, todos los días.

Imaginen, sueñen quizá, por un momento en una sociedad diferente, donde usted se toma tiempo para confeccionar con sus manos o con su alma el regalo de cada amigo o familiar, donde lo importante es compartir tiempo, charlar, bailar, reír con el otro sin necesidad de gastar un dineral o de perder el tiempo en compras fútiles.

Sueñen con un mundo donde en lugar de comprar árboles importados para decorar la casa, dedica horas con sus hijos a inventar adornos propios; en el que si se quiere una gran comida navideña se haga entre todos (en lugar de esclavizar a las mujeres para después celebrar la fraternidad); en el que quien no quiera celebrar nada no se sienta un extraterrestre o un terrorista amargado potencial. Sueñen que hoy, como cualquier día, su pareja logra que usted sienta que es el primer día de otros tantos primeros días, que usted hace sentir especiales a los seres que tiene cerca, incluso a los que se cruza y no conoce. Abran los ojos ahora y comiencen a practicarlo.

Es posible y todo empieza por cada uno. No hay disculpa (aunque seamos especialistas en excusas). No hay mucho tiempo en esta vida. Termino con quien empecé: “Esa apremiante asignación de pérdidas, / ese acumulativo desalojo/ (…) que metódicamente / mina los sustentos del tiempo, los indicios / morosos de estar vivo, qué le depararán mañana / al que ya está empezando / a dudar del recuerdo, (…) / cuando se acabará / desmantelando el último refugio / de la resistencia, las prevenciones menos fidedignas./Atrévete a inventar otras verdades, / no tienes nada que perder, / (…) solo / el conocimiento, la razón, la vida”.

1 comentario:

Jonhy Culé dijo...

Hola Paco. Hace poco que leo tus artículos y debo decirte que los estoy leyendo con mucha curiosidad y también con bastante interés. En cuanto a este en cocreto que te estoy comentando debo decirte que estoy de acuerdo en casi todo lo que comentas y es algo que yo vengo reflexionando durante algún tiempo de como la sociedad va deformando las ideas para intentar sacar el máximo beneficio sobre ellas hasta hacerlas perder el sentido que originalmente tenía dichas ideas o hechos. Y he dicho que en casi estoy de acuerdo porque hay varias referencias que no comparto contigo. Una y creo que importante es que la raiz de este problema que hablas está en la misma celebración y en sus coordinadores. Sí en sus coordinadores pero no en la misma celebración. Realmente la Navidad celebra la llegada de la revolución en el pensamiento, la llegada de Jesús y de su filosofía de vida, que es la que tu estás realzando en todo tu artículo. Somos nosotros o más bien quienes dirigen nuestras vidas las que cambian dicho sentido de la Navidad para darle el mercantilista y de máximo beneficio. Es en Jesús y en lo que él nos enseñó donde verdaderamente tiene sentido la revolución que nos gustaría que cambiara en la vida cotidiana de cada persona. Sé que ahora son malos momentos para hablar de Jesús, de hecho el que hablá de él ahora es tachado como de un anacrónico, de un antiguo, de un facha y hasta es visto como un bicho raro en la sociedad actual. Y lo más trágico de todo que sobre todo es por los que supuestamente están muy cercanos a la ideología de él. Pero tambíen las leyes actuales de los revolucionarios de izquierda es la de sentir un grado de superioridad moral e intelectual sobre los demás ideologías o pensamientos. Pero por lo demás estoy contigo en todo, el sin sentido que tiene la actual Navidad, nos lleva a un consumismo enloquecido y a una fariseismo de sentimientos de bondad por estas fiestas que luego de acabarlas desaparece de nuestras vidas. Pero no por ello hay que renunciar a la Navidad, hay que darle el verdadero significado, pero no solo estos días sino los 365, la Navidad es un sms o un correo que nos envian para recordarnos lo que debe ser el resto del año.
Me agrada mucho haberte localizado y me agrada también leer tus pensamientos. Un saludo
Esteban J.Valle