19/12/09

Notas de viaje (Pedro González, Las Perlas, 16 de dic 2009)

Los mercenarios

Hay cierta normalidad en la inmoralidad. La vida acontece de manera vertiginosa: los dueños mandan a los mercenarios a poner orden en el potrero; éstos, al llegar, pisan la arena de lo que ya han sido, se miran en el espejo negro de estos rostros de salitre cruzados por hilos de sangre. Son los mismos, son yo en él, lo que ya sufrieron mi tía, mi mamá y, por esa memoria y el reflejo de la luz multiplicado por los cristalitos atrapados del tiempo, las armas se tornan paletas de limón y donde hubo un rictus de muerte se cierne una sonrisa hermanada.
Es posible, ojalá improbable, que estos mercenarios de hoy sean mañana, aquí mismo, en esta plaza de pelícanos y botes con nombre, los asesinos de hermanos que se suponen. Si ocurre, será normal. Si no, también. Meto mis pies en el agua para romper el espejo en el que yo no me veo y, aún confuso por lo que no tiene explicación, solo añoro dejar algún día de ver.

Gallera

Cuando estos gallos
callen
el tiempo de los vivos habrá
terminado.
La jarana silenciosa no
dará oportunidad a los trovadores
ni correrá la cerveza por
este
pueblo fantasma y ardiente.
El día en que los gallos
callen
ya serán estas calles
paramo de turistas rosados
alquimia vestida de
desarrollo
metástasis importada de
donde
ya
no
queda
qué
joder.

Precaución pirómana

No hay que llorar
por este pueblo consumido
por un voraz incendio de angustias.
No.
En estos casos
parece más prudente prender una mecha
de anticipación
y quemar los cuerpos
que,
sin haber sido del delito,
aún tienen el alma encendida.


El puente

Ya el puente está casi terminado. En las madrugadas radiantes -mientras las pesadillas atracan a oficinistas y prudentes- acarreo bloques y vigas, arena de río y cantos rodados por el tiempo, fragmento de nuestra historia, clavos y visagras, memoria de tus labios, prisas-de-los-míos, algo de argamasa ("yo amante de lo cacofónico") y pintura apenas sencilla. Con todo ello acerco mis yemas a tu promesa y puedo rozar tus sueños como tu acaricias mis desdichas. Cuando el puente esté terminado ya nada será igual. Unos pasos marcados en la arena movediza de estos tiempos tan deleznables me llevará siempre a tu remanso para tomar aliento y volver a respirar seguro de que en ti podré ser, al menos, humano, dichoso, bondad en tanto campo minado.

2 comentarios:

Baby dijo...

Mi corazón, entristecido, late,
quizás a otro ritmo, pero siempre
por ti, adalid de los desamparados...
Un beso, querido amigo
Baby

Paco dijo...

Estás siempre cerca Baby a pesar de esta distancia que mi incapacidad impone