13/4/09

Fruto de vigilia



Estoy recogiendo los pedazos del universo. Se ha dispersado en cientos de esquirlas después de reventar en mi cara. Una vez más. ¿Cuál será la propiedad elástica de este territorio tan estéril como fértil es el sustrato del que está compuesto?
La verdad es que el juego es propio. Cada cierto tiempo, todo estalla, se descompone, se pudre en segundos para después convertirse en abono de nuevos anhelos. Cada cual restaura el universo en función de sus posibilidades. Unos, apuestan a encerrarlo en una hermosa urna donde agua y piedras conviven en temepratura controlada. Allá corretean niños gozosos, se planifican paseos al exterior llevando la urna en el maletero ante cualquier contingencia; los besos suenan a cotidiano y siempre hay un hombro donde reposar la cabeza cuando el peso o el lastre ya no es soportado por el cuello. Otros, se la juegan a reconstruir el universo en medio de la hamada, ese desierto sin fin donde solo se puede estar con uno mismo y con la humanidad al tiempo, donde la soledad es lo más parecido a una comunión con multitudes tan desconocidas como familiares...
Los hay que no se dan cuanta si quiera de que hay un universo enfrente, alrededor, dentro de sí mismos. Empujan, halan, continúan tallando el día a día sin mirar atrás ni a los lados. Tampoco al frente, que sería actitud irresponsable en ciegos tan profesionales.
Estoy recogiendo los pedazos de mi universo para darles sentido. Y en esta tarea me siento tan impotente como poderoso: montaña rusa tan similar a la ruleta rusa, tiro en la nuca que da la vida, desgaste cósmico que aceita tendones y músculos ajenos que siempre acuden en los momentos de mayor debilidad. Glenn Gould y Bach se alían con cientos de rostros para pegar las esquirlas y convertir el cansancio en una nueva granada de fragmentación capaz de reventar mi esterilidad.
Mi universo cobra sentido una vez más, se rearma dispuesto a despeñarse en la próxima curva que lo dirija, sin apelaciones, a los acantilados donde el mar no golpea ni acaricia.

3 comentarios:

náyade dijo...

¿Impotente por la inmensidad, poseroso por el simple hecho de intentarlo? Te entiendo, creo, tu universo es demasiado grande como para poder abarcarlo fácilmente, y a la vez tan sencillo y reducido que pudiera ser difícil encontrarlo. Suerte con el intento, ojalá encuentres ese sentido.

Baby dijo...

Dices recoger los pedazos de tu
universo para darles sentido
y sin embargo, ya presientes
el despeñadero, el irse directo
hacia el acantilado. donde el mar
no golpea, ni acaricia.
La voz del pesimismo, Paco.
Las cosas no cambiarán: cada
cual construirá su propio universo,
cada hormiga cargará lo que tolere
su magro cuerpecillo, cada cual
será el arquitecto de su propio
destino. Muy pocos desviarán
su curso para mirar a los lados,
muy pocos...
Pero esos pocos, se convierten
en tumulto, muchas veces.
Un beso
Baby

Elízabeth dijo...

Estoy realmente cansada. Son las 10:37 P.m. y mañana debo asistir al taller que dictas acá en la isla Margarita. Pero, leyendo tus escritos y observando las imágenes de tu Blog, recuerdo que en este punto del cosmos todavía hay esperanzas.
Un abrazo,
Elízabeth
PD.- No se escribe “temepratura” sino “temperatura”…lo lamento es el único trabajo decente que conseguí, no lo puedo evitar.