22/4/09

El Malcontento de ayer martes

EL MALCONTENTO

¡Circo! ¡Más circo!

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Estos días puede ir al circo. Y es gratis. Quiero decir, puede gastar la platica y visitar la inmensa carpa rosada que se levanta junto a un centro comercial de la ciudad, o sentarse frente al televisor o el periódico y, sin gastar un balboa, observar a las fieras en actitud humillante.

Cuando la política consiste en una paella, un par de maletines, un baile de pasaportes o unos lemas tan vacíos como los cerebros de quienes los promueven… el circo está servido.

Último artículo sobre esto que llaman contienda electoral. Claro, que ya estamos encima, no es que sea yo muy original, pero sí es cierto que si la política es el reflejo del estado de un país, Panamá está viviendo una de sus peores crisis de los últimos 20 años.

Tres países se mueven de manera paralela. Probablemente más. El de los políticos y sus asesores; el de los empresarios y los beneficiados del maná económico; y el de la gente normalita, la que corta calles, grita al viento y sigue ignorada. Es obvio que estos últimos son la carne de cañón de los primeros.

Hace unos días, participaba en un diálogo radiofónico con uno de los candidatos a la alcaldía de David, Amael Acosta. El hombre repetía una y otra vez, como quien se grabó tatuaje mental, que él lo que quería era recibir órdenes del pueblo y ejecutarlas. Ni una propuesta concreta, ni un plan creíble, ni un mecanismo de participación previsto para que ese “pueblo” se comunique con él… pero, instalado en la demagogia, intuyo que Acosta creía sinceramente que lo que estaba haciendo era política. El oráculo pueblo luego se traduce por lo que a-mi-me-de-la-gana, que para eso me han elegido. O, en el ¿mejor de los casos? en bolsas de comida, que es lo único que sabe distribuir Chello Gálvez o el mismo Gobierno. Tratar a tu propio “pueblo” como mendigos hambrientos en lugar de como ciudadanos sedientos de ejercer sus derechos.

Una vez en sus puestos, una vez elegidos libremente –aunque es una libertad bastante secuestrada esta de la gente cuando va a las urnas– los políticos se ponen manos a la obra en otro camino paralelo. El gobierno real, pero el invisible, es para los de siempre: buenos negocios para los que ya son millonarios, mejores negocios para algunos nuevos ricos que surgen a la sombra del nuevo poder, y un futuro de oro garantizado para ellos mismos. Y el gobierno mediático: algún tipo de bono para indígenas o jubilados, becas inútiles para fingir que educamos a nuestra sociedad y un par de obras faraónicas para poner la plaquita al final y que no se recuerde solo al presidente de turno por los casos de corrupción o por la ineficacia.

Nos queda aún con este gobierno otra etapa de paralelismos. Si el PRD pierde las elecciones –lo que parece bastante cantado– tendremos dos meses de acelere para liquidar negocios, dar unos cuantos permisos millonarios a minas, hidroeléctricas e inmobiliarias y tapar el sol con un dedo para evitar, en la medida de lo posible, largos procesos judiciales una vez que el fuero oficial no los proteja. Paralelamente, comenzará una orgía de inauguraciones fastuosas –la cinta costera o la autopista a Colón– y entregas de todo lo posible –títulos de tierra, informes de gestión, Prodec hasta la sopa– para demostrar que estos cinco años de sopor y venta del país (en la que lo único que me parece rescatable es cierta modernización del Estado) no fueron tal.

Sigan mi recomendación, rasquen en el bolsillo y vayan al circo donde los payasos después de la función se quitan el maquillaje. El circo gratuito tiene de malo que nunca acaba, que tenemos que convivir con payasos y contorsionistas el resto de nuestra vida (si no, miren los invitados a la famosa paella).

[¿Quién va a evaluar al sistema judicial que alimenta impunidad, al Ministerio Público que prometió ser azote sin clases y ahora no da clases ni en las escuelas ruinosas, o la Asamblea Nacional de bellas y honorables durmientes? El Estado no es el gobierno, ni el Gobierno el presidente, pero estamos en este universo “populopresidencialista” donde sólo recordamos vagamente nombres como Endara, Pérez B. o Mireya… ¿quién se acordará del triste Torrijos? Algunas de las víctimas de su desidia por acción u omisión seguro que no lo olvidan]

2 comentarios:

amalia dijo...

si por lo menos fueran payasos de verdad. Me parece injusta la comparación. A diferencia de los payasos, los políticos son una tragedia para estos países. No provocan la más mínima risa. En cambio, nos mantienen con los labios apretados de rabia impotente, de tristeza reprimida, de letal indiferencia. Qué arrecho

Yorch dijo...

Lo mismito en todos los putos sitios del mundo... pero que daño pueden hacer estos buenosparanada donde el pueblo está flojito, donde la situación es delicada. Qué noxo!
Pero que rico sabe cualquier gesto digno, cualquier brazo en el hombro cuando la gente apenas habla. Es poco pero sabe tanto.