26/9/12

Contracrónica del 25S desde la rabia, la tristeza y la convicción


Partamos de la base que ayer no se trataba de rodear el congreso, sino de algo mucho más revolucionario: saltar la barricada del miedo. Eso es lo que hace todos los días: meternos miedo. Miedo a perder las cosas que antes nos convencieron de poseer, miedo a la desprotección, miedo a la violencia estructural, miedo a los terroristas, miedo al aire, miedo a nosotros mismos…

Y ayer se derrotó al miedo. No sé cuántos éramos, pero ni los 6.000 de la incendiaria delegada del gobierno ni los 200.000 de otras veces. Creo que la presencia estaba en la orquilla entre los 40.000 y los 60.000 y eso es mucha gente cuando se trata de superar el miedo y decirle al poder que ya basta, que ni nos los creemos, ni caemos en su juego.
Es cierto, algunos caen. Si el Gobierno quiere utilizar de excusa para el brutal y desproporcionado uso de la fuerza de anoche en Madrid es la provocación de cuatro antifascistas que no entienden ni el momento político ni la trascendencia de lo que se jugaba, lo puede hacer. Pro nadie en su sano juicio lo puede creer.
La acción del 25S fue pacífica, tremendamente pacífica, emocionantemente pacífica. Incluso, me atrevería a decir que fue pacífica contra natura. Después de semanas de desgaste, de que las autoridades pagadas con nuestros impuestos nos acusaran de fascistas, de golpistas, de peligrosos para la sociedad; después de que nos obligaron a caminar desde Plaza de España a Callao rodeados por un cordón policial sin brecha; después de que al bajar por la calle Alcalá los antidisturbios que nos esperaban iban con cascos y mostraban visiblemente sus armas… fuimos de un pacífico casi enfermizo.
¿Cómo aguantar tanta violencia estructural sin responder?, ¿cómo controlar el instinto, el enfado, la frustración, la rabia? Es sencillo: porque sabemos que tenemos la razón y que nos asiste la justicia (aunque no el derecho). Viví con emoción la marcha, los encuentros, la solidaridad, la convicción de que estábamos retando al poder con algo que ellos no tienen:  el coraje y la dignidad.
Estoy triste, sí. Pero no por la acción del 25S, que fue un éxito rotundo de un pueblo que ya ha demostrado en otras ocasiones que sabe despertar a tiempo. Estoy triste por la actitud vergonzosa de la mayoría de los medios de comunicación, que repiten sin pensar (o pensando, lo que sería más grave), el discurso del poder y que silencian el potente clamor de la ciudadanía; estoy triste por vivir en carne propia un estado policial, represivo y mentiroso; estoy triste porque los estándares europeos para el respeto a los derechos humanos sólo son válidos fuera de nuestras fronteras; estoy triste porque millones de personas vieran la brutalidad policial por la televisión en lugar de echarse a las calles de todo el Estado a reclamar justicia y respeto para los que ayer, siento decirlo, se estaban jugando la seguridad física y judicial por el resto…
Se dio un paso importante. Y habrá que dar más. Y habrá que ser conscientes que nunca serán las mayorías las que salgan a las calles. Pero hay que seguir, siempre son unos cuantos los que cargan a una sociedad en sus espaldad y hay que aceptarlo. Hay que trabajar desde la convicción de que es nuestra obligación en este momento histórico. Y que ni miles de policías, ni cientos de financieros nos podrán arrebatar lo único que no les pertenece, porque nuestro coraje, nuestra determinación a vencer el miedo no depende de ellos… esa es nuestra fuerza. Gracias a todxs los que ayer me hicieron confiar en el otro y sentir que formamos parte de algo que merece la pena.

1 comentario:

Felipe Giner dijo...

Completamente de acuerdo en todo . Por lo que he podido contrastar con gente que estuvimos alli, es un sentimiento que se debate entre la tristeza y la ilusión, como quizás no pueda ser de otra forma. No estamos hablando de flashmobs lúdicos, de jornadas solidario festivas ni de nada parecido; estamos luchando contra algo bastante poderoso, y no será fácil.Aprender, sentirnos juntos, continuar plantando cara, difundir nuestro mensaje...ahí debemos estar.
un abrazo,