24/9/12

La espalda doblada

En realidad lo de la espalda es pura precariedad... ¿cómo aguantar tanta carne, tanto músculo inutilizado, tanto dolor y tensiones con esa pobre estructura que mantiene en un equilibrio precario los pernos de la vida?
Yo la levanto cada mañana y aunque no es a mi a quien le duele trato de absorber el tuyo, de diluirlo en mi fortaleza aparente para aguantar el siguiente envión. Cuando no funciona el remedio, beso uno a uno los poros que dibujan el mapa de tu espalda, esa que sólo lleva a cipangos reales en donde la riqueza se mide en labios rozados, en párpados dignos, en la tranquila escucha que alimenta.
La espalda doblada, el signo de nuestro tiempo de esclavitudes suaves, de estupidez envasada en sentido común, de sentidos vacíos de todo lo común para llenar su opulencia de individuos aislados como islas sin aforo para más de una palmera y un egoísmo a prueba de tsunamis.
La espalda doblada es justo lo que no nos podemos permitir. Los dos, juntos, armados de la complicidad que nos amarra desde la primera mirada, levantaremos la del otro, recoseremos la frágil estructura con el tejido sutil de las almas limpias, con la dignidad de aquellas que nos enseñan y nos inspiran...

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