10/3/11

Carnaval

El carnaval disfraza el disfraz. Ciudadanos enmascarados en la cotidianidad buscan nueva máscara para fingir alegría o simplemente para olvidar tristezas. No hay pues juego, sino desaliño, descontrol de cuerpo y olvido de alma para la falsa sensación de jolgorio.
La realidad, amarga para la mayoría, sigue su curso de mentiras y designios. El poder, que no descansa, sigue llenándose los bolsillos -cuenta orgullosa Forbes-, las mentiras llenan de su tinta indeleble los periódicos del ayer -cuentan todos sobre Libia y otros espectáculos de prime time-.
Mientras, unos cuantos, siguen en el desvelo de la urgencia de protestar, de hacer muescas en el brillante reflejo de la opulencia. Unos, desde las montañas vigiladas de la Comarca, otros, en esperpéntica Comparsa necesaria. Todos son pocos, pero todos imprescindibles en estos tiempos de mascaradas dobles.
Quizá por eso, en días de alegría fingida, el viejo Esteban decidió morirse, para recordar al resto de la Humanidad que los valientes no son inmortales, que la alegría no prende en las tiendas yermas tras el paso de la maquinaria del progreso, que en las luchas por la dignidad y la supervivencia no hay ni fiestas ni disculpas, solo necesidad y tribulaciones.
Sin máscaras, los activistas de la verdad se enfrentan al gigante contorsionista de la mentira armados de honestidad y de compromiso. No es poco.

1 comentario:

Unknown dijo...

Señor Nadal, me gustaría ponerme en contacto con usted, le agradecería si pudiera facilitarme su dirección de correo electronico.
El mio es nevermindtoday@gmail.com Gracias!