La ciudad es extraña. Hace sol donde debería nublarse la
mirada. Hay alegre bullicio inconsciente donde el silencio de velatorio podría
marcar las horas. Unos jóvenes tocan, encorsetados, instrumentos nacidos para
ser libres. Las autoridades subvencionan la estupidez en lugar de permitir que se desarrolle gracias al libre mercado. La máquina de tabaco escupe ginebra en lugar de ron. Y tu. Tú no estás. Así, desconcertado, trato de superar la loma
para protegerme en nuestro universo. Justo antes de llegar, el tráfico me
recuerda que nada ha cambiado. Al fin.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario