23/4/11

Manos a la obra



Sigo tu consejo Mir. Sigo en el empeño de hacer la revolución cotidiana al tiempo que imagino la cósmica.
En la casa han sucedido extraños acontecimientos en las últimas horas. Una mata de enredadera ha comenzado a crecer alrededor del televisor y hay unos extraños pájaros revoloteando en el pasillo que da a la despensa de la costumbre. He sacado de la cocina la nevera y a cambio he instalado aquella librería donde se apelotonan los mejores versos que he leido y algunos que nunca leeré para esquivar el abismo.
En la cama, esta mañana, me olvidé que me educaron como hombre, omito la dureza instalada en algún lado de este cerebro y me permito la ternura, la lágrima emocionada ante la belleza y el amor que recibo, muevo las manos y la lengua de otra forma, multiplico mis sensores, contengo las obligaciones y revoluciono mi manera de sentir, de derramar la energía que ya no es de-moledora.
Mi cabeza hoy no se parece a la de ayer. Pensaba entonces en el cómo subsistir y hoy dedico su tiempo a vivir en plenitud. Algunas veces, antes de esta pequeña revolución, algunas lágrimas eran ordenadas por mi cerebro ante nimios fracasos predeterminados, pero hoy ando ejercitando los músculos de la sonrisa como si fuera gratis este gimnasio con ventanas que llevo instalado en mis ojos.
En el trabajo he conseguido minimizar los riesgos laborales. Para conseguirlo he cerrado con llave la oficina, la he botado al río contaminado que surca esta ciudad y he saldio corriendo a trabajar en el jardín de mi madre: separar las malas hierbas de la flor por venir es tarea que requiere pericia, tiempo y ningún salario. Estoy dando los primeros pasos para descrear el sindicato de los gritos y las jerarquías para formar el colectivo anónimo de la horizontalidad: horizontal en la hamaca, horizontal en las conversas, horizontal para y en los derechos...
Vamos contruyendo la revolución compa... ¿cómo te fue el día?

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