20/4/11

Cuatro esquinas

Cuatro esquinas del planeta. No hay espacio que me parezca hostil cuando tu cuello me anuncia la llegada de tus manos. Hay realidades desbordantes, pero no insuperables; injusticias sangrantes, pero ni una renuncia a batallarlas; cañones hermosos por los que discurre savia fundamental, pero sin torrentes que nos hagan naufragar en el estremecedor paisaje de la hermosura; hay carros y gente y luces naranjas que dibujan un 'rebelde' y un par de otras obviedades, pero no distracción de lo necesario, de lo permanente.
Cuatro esquinas de una cama. Universo privado en el que no caben ni soldaditos de plomo ni tristezas sin fiesta o descanso. Aire fresco que solo circula para nosotros, olor, saliba, lenguas de tercipelo que buscan su premio después del amanecer de los párpados y el festín de las mondas que conforman nuestras máscaras. Único-y-sagrado-ritual de ser lo que nadie conoce, de soñar lo-que-nadie-puede-anhelar.
Cuatro esquinas de la encrucijada. Sin obligación de elegir. Disfrute en par de la duda del cómo vivir y de la certidumbre de la vida. Única posición posible en el entramado de la urbe emocional para los que, como nosotros, nos sabemos a salvo de las tempestades violentas del verbo escupido o del beso malencarado. Encrucijada permanente en la que siempre elegimos no elegir; estar para mirar, para tocar, para lamer la vida sin miedo sinsabores ni a dulces agriuras. Esas, de ñapa, suelen ser la antesala de azucarados placeres y de olivos centenarios dispuestos para la sombra y el parto.
Cuatro esquinas donde siempre te espero y donde siempre me acompañas. Cómo se puede sonreir tanto sin perder la razón. Cómo, cómo amor, mantener esta altura antinatura sin perder ni por un instante el equilibrio. Cómo, cómo, como mi vida, has logrado que estas luces parpadeantes del mediterráneo que albergo se hayan convertido en alboradas eternas para tus ojos....
Cuatro, tan solo cuatro esquinas de este infinito telar de casualidades.

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