20/10/10

El viento

El viento de este trópico de alientos mueve su cuerpo de aire como si fuera nube. No alcanzo a ver, esta vez, la mugre que barniza los jirones de piel, ni las marcas de esas piernas que no sostienen ni sus pocos dientes sanos y salvos, ni los ojos de desprecio y asco con la que algunos conductores esquivan su cadáver, ese que se niega a dejar de moverse al ritmo de los centavos o de la miseria.
Imagino que el viento de este trópico sin vientos se la lleva, la rescata de este paraíso de pocos y la empuja al territorio de la nada desde el que se ríe viéndonos sobrevivir a la estupidez y el canibalismo.
Esa mujer casi desnuda y casi sin nada que perder es una esquirla de esta explosión de desarrollo que solo deja ventanales gigantes de vidrio y almas rotas de carne.

1 comentario:

pilar dijo...

Alienta ver otra vez, al fin, tus palabras en estos caminos; pellizcandonos de nuevo el alma para hacernos ver dónde ni siquiera miramos. Nos tenias un poco huérfanos, caminante.