28/7/08

Algo está pasando


Y la esperanza tiene sentido. Hace unas semanas aseguraba yo, pesimista, ignorante quizá, que no había esperanza en Colombia. No sabía lo que decía. Después de 10 días de inmersión en los sueños de los que no pretenden estar de brazos cruzados, mi mirada ha cambiado.
Una mujer desplazada que lucha desde un rincón de Bogotá por la memoria de las víctimas, un grafitero dispuesto a marcar el universo con sus anhelos, un hermano que riega semilla de quinua y de tolerancia como paciente campesino sin estaciones, decenas de líderes indígenas prometiendo resistencia y pervivencia, estudiantes organizados para no dejarse ganar la batalla –y para no ahogarse “en el mar de mentiras”, obreros que gritan consignas y trazan derroteros de dignidad, estudiosos que no se callan, estudiosas que no se frenan, un editor que pesca en la red ideas para multiplicarlas…
Hay tanto y tan bueno, hay tantas energías apostándole a no creerse el cuento que algo debe ocurrir. O quizá ya está ocurriendo. La saturación de mentiras y de manipulación está provocando una reacción. Como cuerpo herido, atacado por bacterias, el ser humano despierta para buscar sus propias soluciones.
Hay trincheras, hay bandos, y hay que elegir con quién se está. No comer cuento y sí alimentarse de cuentos. Cuentos de libertad y de autogestión. Dispersar poderes y concentrar energías, repite Alirio y se le ilumina una sonrisa para confirmar el sentido de lo dicho.
Algo está pasando.

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