10/5/13

Pesos y liviandades

Qué cabrón esto de andar con la balanza. Cuando vemos, cuando sabemos, medimos los esfuerzos y las injusticias, los tanteos y las trincheras. "Conviene que no sea muy profunda para sacar la cabeza; sería inteligente que no sea muy larga para que no se convierta en una fosa común cargada de anhelos". La trinchera en la que nos jugamos esta vida, amor, está construida de lucidez, pero no evita ni los disparos ni las servidumbres.
Tu y yo logramos arrumar sacos cargados de caricias, de miradas cómplices, para soportar los embates de este sistema tan poco humano de vivir. El molusco viscoso de trabajo trata de agarrarse a tu espalda para hacerla vencer, mientras yo la apuntalo con el contundente aliento de mis huellas. Las sombras del dolor hacen todo lo posible por ajar la solidez de mi [buen] humor, por convencerme de que no tiene sentido seguir sembrando en estos bancales cansados de heladas provocadas y de sequías calentadas en las aulas de la obediencia. Lo logramos, logramos rearmarnos, logramos alentarnos con los alientos propios y las fuerzas contagiosas de los locos que han escapado de las camisas de fuerza que regalan en  los centros comerciales. Vamos juntos, estos pesos no pueden con la liviandad de estas alas que tejemos al abrir los párpados a la vida.

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