8/12/11

Autodestrucción



No he podido quitarme esta palabra de la cabeza desde ayer. No es una palabra.
Desde mi ventana móvil intuía las chimeneas prendidas, el tedio de la comodidad instalado en las vidas de os bienaventurados. Los demás, los arrancados, la mayoría, corta leña para la incomodidad, relata las horas como letanía, lucha en causas imprescindibles y difusas que poco importan y nada figuran.
Durban, Marsella, Bruselas, Washington... los nombres huecos conducen en la noche y las curvas cada vez son más rectas. El camino es directo y el tiempo se acorta con la laxitud del embrague.
A casi nadie parece importarle este fin tan estúpido, esta manera de autodestruirnos con mentiras y con más de lo mismo. Por qué me resulta tan fácil imaginar el final de todo menos el de este capitalismo angurriento que nos carcome, del que parece que han eliminado las salidas de emergencia, de esta ceguera confortable en la que se atrincheran unos cientos de millones de afortunados...

Autodestrucción. Y un bobo -más preocupado de su pelo que de la humanidad- canta al amor que no puede conocer y al desamor al que se ve irremediablemente condenado. El vacío es esto. Debe ser esto: sentir que uno ve mientras el resto ama la oscuridad; dudar de la propia verdad porque si fuera tan evidente más la hubieran compartido; seguir empujando para que en el momento final -sin juicios ni trompetas-, poder decir: ya os lo advertí. Soy humano, hasta en eso; en la soberbia, en la estúpida creencia de que en esta ceremonia caníbal seré el único en no comerme a mi hermano.
No he podido quitarme esa palabra de la cabeza desde hace muchos años. La he compuesto de formas diversas, pero suele concluir en el mismo espacio de desidia y desesperanza. Cuando la mayoría prefiere un derby a una revuelta, la rebelión es una imposición moral. En eso estamos.

Por si acaso, y mientras tanto, he decidido refugiarme en el sarcófago rupestre de nuestros ancestros, he buscado la huella en la que encajo y me he prendido un cigarrillo. Os espero allá, en este final que huele tanto a principio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ANdele, que bueno leerte.