El terco empeño de la vida, a veces, pasa de largo. Otras,
te obliga, si tienes alma, a mojarte, a asumir las consecuencias, a buscar la
consecuencia de forma consecuente, a escribir para vivir, a vivir antes de
escribir.
Son pocas las personas que se engarzan en esta lógica y
cuando vuelven a la tierra dejan un espacio huérfano de aliento, de lógica o
sentido.
El viejo se ha ido y es una mala jugada en días de
resistencia hueca, de silencios abrumadores, de acoso sin límite a la
humanidad. “Es un muertito más”, dirán algunos; “no entrará en las estadística
de la violencia”, asegurarán con determinación los otros. Y es verdad. Pero
Gelman entra en la callada lista de los que dignifican a esta especie capaz de
crear belleza y experta en diseminar el terror y la violencia. Gelman entra
como sale, en un grito sin eco, en un vivir comprometido, en un crear en el
borde de la necesidad, sin pantallas, sin espejos, sin estruendos.
Nos dejas solos viejo, y eso es de mal gusto. Aunque,
viéndolo bien, ya era hora de que los que sólo somos comencemos a asumir que
nos toca estar y pelear cada adjetivo, cada pequeña composición que nos defina.
Buen viaje viejo Juan.
1 comentario:
Hermoso, muy cierto y sentido lo que dices, mi querido Paco. Hacía tiempo que no entraba por aquí, el sitio donde te conocí y que aún te sigo conociendo.
Un abrazo, desde mi abrumado país.
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