3/9/13

Mar y trincheras

La trinchera está llena de mar. Contra las paredes desgastadas por la guerra fratricida de la humanidad, enviste el salitre de tus labios. Aquí, cobijados por el bombardeo de afecto, somos capaces de soportar sequías y estupores, el lento aletear de la vida.
Mar por los tres costados, mar para ser mar, mar preñado de olas sin violencia, de repeticiones sin pauta que componen el cotidiano acariciar, la imprevisible repetición del amor, el invento insospechado de su genética. Hoy caminaste la trinchera en dirección al agua dulce con la que nos salpicamos cuando el juego se apodera de los estrechos márgenes que nos tomamos. Vi la frontera del paraíso, la promisoria vereda por la que discurro cuando son demasiadas las esquirlas que se cuelan en el refugio. Mar salada de tan dulce que es, mar necesaria para navegantes como nosotros, desacostumbrados al dolor, gozosos, a veces responsables de nuestros actos, casi siempre comprometidos en la irresponsabilidad de sonreír sin causa. La trinchera rebosa amor, rebosa de este mar que contienes en cada gesto, de este mar que se ríe de mis límites, de este mar que deposita tu nombre en cada marea.