Tanta gente y tan poca alma. Tanta gente
y tanta alma luchando para que algún día esa gente sea gente. Tanta gente y yo
sólo pienso en vos.
Lejos de tu piel, huérfano de aliento,
vuelvo a ser el caminante que recorrió los páramos para cosechar tu amor en la
manigua. Ahora, estos días, plagados de mentiras a medias y de sueños
completos, de horas con 60 minutos enajenados, robados a la imprescindible
tarea de amarte, estos días de pausa en el sentido engo que concentrarme en
seguir respirando con esta garganta partida, desde estos pulmones sucios de
realidad. No te negaré que un par de minutos poder sentir el aliento del pueblo
organizado, concienciado, consciente, en lucha, han compensado esta estupidez
de la distancia. Luego, miro a mi alrededor, veo los cuerpos falsos convencidos
de que sólo con máscaras hay posibilidades en el paraíso, palpo la mentira
vulgar que condena a mujeres a ser esas mujeres y a taxistas a soñar con ser
pequeños mafiosos…. entonces me aferro a ti, me concentro en tu olor, en la delicada
textura con la que me arrullas, en el sonido de tu voz cuando está preñada de la
fuerza de la vida, re-construyo los pasos que hemos dado juntos y diseño
algunos de los que seguro nos quedan por dar.
Lejos de tu piel, huérfano de esperanzas ante
la implacable lentitud de los tiempos, me aferro a la única brújula que sabe la
ruta para abrazarte en silencio y recuperar esta voz que, a veces, solo a
veces, pierdo en el camino, rodeado de gente, de ruido, de gente, de tu
abrumadora ausencia.
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