He vivido en la distancia el último proceso de conversión de
Podemos. Lo que nació, en teoría, como una propuesta democrática, abierta,
desde abajo y, por tanto, contradictoria y compleja, ahora es un partido político
de corte representativo, cerrado al disenso, con élites internas y con una
propuesta lo suficientemente vaga como para ser un hit electoral. Podemos es una criatura de la democracia mediática
que llevamos sufriendo ya hace décadas en la que los estrategas tienen más peso
que los políticos y los consumidores de sueños más que los ciudadanos con
criterio político.
No dudo de que dentro de 20 años, el ‘fenómeno’ Podemos se
estudiará en algunas facultades de Ciencias Políticas, pero el hecho de que
algo sea un fenómeno no lo convierte en positivo (véase Marie Le Pain en
Francia).
Podemos sabe recoger el enfado de la mayoría silenciosa del
electorado de clase media, cierta protesta infantilizada de algunos sectores
juveniles poco o mal politizados e, incluso, la frustración de algunos sectores
de la izquierda tan acostumbrados a perder que la leve posibilidad de victoria
les provoca sueños húmedos. Podemos generó un estado de ilusión asamblearia
intencionalmente sin estructura para poder cooptarla en cualquier momento. Y
así lo ha hecho.
Podemos es un fenómeno en varias dimensiones:
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La droga
de la ensoñación para los despolitizados. Ya saben que una parte importante
de la sociedad española se dio cuenta que no vivía en una democracia real justo
el 14 de mayo de 2011 por la noche. De ahí un 15 M de jóvenes y adultos que los
últimos años habían vivido la sopa boba del estado del bienestar que compraba
su indolencia a cambio de salarios inflados y adosados a las afueras. Un día
nos dimos cuenta de que no era oro lo que hacían relucir de la Transición y
entonces levantamos las manos y, preñados de ingenuidad política, dijimos
aquello de “no nos representan” o “lo llaman democracia y no lo es”. Para una parte de esa gente el que salgan
unos jóvenes profesores hablando de casta y de democracia es casi narcótico. Da
igual que no se cuestionen las estructuras o que haya que jugar con las armas
del enemigo. Lo importante es participar en ese Juego de Tronos que tanto gusta
a Pablo Iglesias y compañía. Da la sensación de que Podemos ofrece un papel en
la serie y, como actores primerizos, nos lanzamos al casting sin reflexionar
demasiado en cómo afectará a nuestra carrera.
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El sueño
erótico de la derecha. La derecha española se había quedado sin enemigo.
Una vez desaparecido Zapatero, el leviatán que todo lo justificaba;
autodinamitado el PSOE y automarginada IU, no había un enemigo claro con el que
desviar la atención de las propias miserias. Los catalanes no parecen ser
suficiente aglutinador de las filias españolistas de la rancia derecha y
Podemos cumple mejor el perfil del enemigo interno-externo con capacidad de
llevarnos al caos y de instalar un protochavismo cañí que nos sumerja en una
profunda crisis poco bolivariana. En este país donde mantenemos los ecos de la
posguerra y la dictadura enterrados en fosas comunes hay que remover poca
tierra para llamar a la batalla.
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El postmodernismo
ya tiene siglas. Dudo que podamos encuadrar a Podemos en el populismo
clásico. Es cierto que con un uso del lenguaje brillante han logrado cautivar a
parte del electorado de centro, de la izquierda y de la derecha. Discípulos del
postmarxismo de Ernesto Laclau y de la teoría de las hegemonías de Antonio
Gramsci, los cachorros de Podemos pueden mostrar el perfil que el electorado
quiera ver en cada momento porque ellos buscan el “pluralismo agonal”. Todo
cabe, todo vale… una posición también del postmodernismo en el que todo es
líquido y no hay por qué encasillarse. Buena lectura de las flácidas sociedades
en las que nos movemos.
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El fin de
los tiempos. Podemos ha acelerado algo, pero no el fin del régimen del 78,
como gustan de presumir. En realidad han empujado con decisión la crisis de la
socialdemocracia española (que ya jugó a renunciar al marxismo y a los
principios sólidos) y de la izquierda tradicional. En el primer caso, ha
evidenciado la profunda inutilidad de la socialdemocracia para un régimen
capitalista radical en el que ya no es necesaria una fuerza de medias tintas
(como el PSOE) para calmar las ansias revolucionarias. Esas son historia y el
enemigo lleva turbante. En cuanto a Izquierda Unida y, consecuentemente, el
Partido Comunista Español, Podemos acelera su descomposición porque, al margen
de los históricos errores del PCE, lo cierto es que en esta sociedad de
consumo, entretenimiento y caminos fáciles, las militancias o los debates
complejos no tiene cabida.
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El reino
de las dicotomías simples. En consecuencia, Podemos sincera al electorado
español y lo trata como un aficionado radical al fútbol en el que no caben más
de dos ideas antagónicas (mi equipo/el contrario). La formación dominada ahora
por el trío Iglesias-Errejón-Monedero lo traduce en casta/gente, en
democracia/dictadura, en ellos/nosotros. No hay matices. Ni falta que hacen. En
épocas de polarización lo mejor es tensar la cuerda. Tampoco son tiempos de
ideas que requieran de demasiada elaboración. Podemos aprende del fracaso de
Equo y su apuesta por el decrecimiento y propone más crecimiento (que eso si lo
apoya el electorado); aprende del derrotismo histórico de la izquierda
minoritaria y lo traduce en triunfalismo infantil y contagioso; aprende de la
automarginación de muchos de las y los mejores pensadores de este país y le
apuestan a la sobreexposición mediática…
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El
despotismo ilustrado. El nacimiento de Podemos, apoyado en Círculos
acéfalos de generación espontánea, fue brillante porque logró crear el
espejismo de la democracia directa. En realidad, como se ha demostrado en su
congreso fundacional, la propuesta pasa por un despotismo ilustrado, uno más,
en el que unos cerebros privilegiados piensan lo que es bueno para el resto y
los que tengan ordenador, internet, el tiempo y las habilidades necesarias, que
aplaudan con un ratón.
El fenómeno tiene muchas más aristas, pero estas son algunas
de las más llamativas. Yo, personalmente, he decidido escribir algunas de mis
ideas porque me niego a caer en el error de que “no se debe cuestionar a
Podemos” porque eso es darle alas a la derecha sociológica española (la inmensa
mayoría del país, por otra parte). El peligro de no hablar, el peligro de no
mostrar que hay otras alternativas desde abajo, que se cocinan a fuego lento
aunque sean menos espectaculares, es que Podemos puede enterrar a la izquierda
española por un par de lustros, así como hizo el PSOE tras su abrumadora
victoria de 1982 y posterior traición a sus propios postulados.
No se trata, pues, de buscar los tres pies al gato, pero sí
de develar algunas de las falacias y meandros en los que se mueve esta nueva
casta política que homogeneiza al resto de la sociedad y pide la adhesión sin
condiciones. Hasta ahora sólo han demostrado gran capacidad estratégica y
publicitaria. Será interesante verlos moverse en la realidad. Mi sueño erótico
es estar errado y que Podemos logre empujar un cambio real en esta sociedad tan
cansada, tan dormida, tan hastiada.
6 comentarios:
"aprende de la automarginación de muchos de las y los mejores pensadores de este país"... ¿Te incluyes, querido Paco, con este artículo? :) Gracias por no caer en el compinche y traernos noticias desde la realidad!
Brillante análisis.
Desde luego, con este análisis alguien pone por fin negro sobre blanco lo que mucha gente vislumbra entre tanto éxito desmesurado. La experiencia nos dice que muchos globos se desinflan antes de tiempo y demasiadas similitudes se van materializando.
Somos muchos quienes estamos expectantes ante la llegada de Podemos a la realidad, es decir, a las instituciones y la política cotidiana. Singularmente en lo que a política de alianzas se refiere.
1583Interesante análisis. A tener en cuenta. Acabo de ver la rueda de prensa en la que los profesores Vicens Navarro y Juan Torres han presentado el programa económico que consta de 64 páginas y que estará publicado en la web de PODEMOS, mañana a las 10:30am
Estando de acuerdo contigo en muchas de las cuestiones que planteas, yo me planteo cuanto cambiarían las cosas si aquellas personas que como tu demuestran capacidad de análisis y de vista a largo plazo se hubieran acercado a los círculos.
Los dirigentes hacen lo que se les deja hacer, y los caminos se marcan en función de la capacidad de quienes hacen el camino.
No se si es mejor seguir apostando por luchas de paso lento porque dudo de sus resultados y no se si todo esto que criticamos se podía haber evitado.
Nos dieron una oportunidad de hacer democracia directa (mas bien participativa) y algunos como tu la han rechazado. Algunos como yo lo hemos intentado pero contamos con poca fuerza compañero.
Todos somos responsables de este futuro incierto.
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