Celebramos tu y yo que yo y tu somos. Celebramos que nuestra
piel es una, que nuestras dos almas saben acompasarse. Celebramos que me faltó
contar hasta cinco y que a ti te faltó un suspiro esta tarde. Celebramos que
levantaron la barrera en este largo paréntesis y que el crustáceo que alojamos
dentro tiene la piel canela de ese mar en el que nos (re) encontramos.
Celebramos quizá que nos extrañamos, que nos cuidamos hasta
derretir el hielo incandescente que puede ser la vida. Celebramos el lento
transcurrir del olvido cuando estamos juntos, la corta distancia entre el
silencio y el estupor. Celebramos como se derrumba esta civilización mientras
construimos nuestra cueva de esparto, como, incluso en contra de las
predicciones, hoy el sol se ha sublevado en el estrecho margen de los cúmulos.
Celebramos, al fin, que no hay nada que celebrar, que nuestro llanto cósmico
está más justificado que nunca, que cada día es una nueva oportunidad para
morir juntos, celebramos tu y yo que yo y tu somos. Somos los dos en los dos.
Somos.
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