Así. Así… desde el susurro de tu cuerpo asomo
mi perplejidad a la vida. Así… despacio, sin prisa, sin metas, sin aliento. Así
vivimos. Es verdad que a ratos sentimos el rigor de los barrotes y de lo
inevitable, pero la mayoría del tiempo rozamos con la punta de nuestros dedos
el paraíso –en el otro-, agitamos su respiración para hacerla nuestra, rozamos
el borde del anhelo para convertirlo en deseo.
Así… así de quedo dejo el asunto… cuando los
teléfonos y la torpe realidad asoma nos refugiamos bajo las sábanas limpias que
tejemos cada víspera, buscamos la mano del otro, entrelazamos nuestras
intenciones y nos atrincheramos en la sutileza de este amor sin aristas.
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