Hace un año los días eran más largos /el olor de tu pelo no rellenaba los ángulos muertos de mi casa/. Hace un año intuía tiempos amables /no sabía que se avecinaban días de sonrisas incontenibles ni noches repletas de algodón/. Hace un año conjuraba la tristeza con un par de lecturas esperando tu paso firme y temiendo un arrepentimiento sin lágrimas /y saltaste al abismo como quien sabe que, como los dioses, goza de la inmortalidad del alma/. Hace un año un año más sólo era una utopía /ahora pareciera cada año nuevo un regalo con lazo que pudiera desempacar cada maána/.
Hace un año sabía que te amaba. Hoy, sé que es esa la única manera de negociar con el tiempo y sus aconteceres.
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