11/6/13

La pluma

La pluma juega con mi vientre. Cuando está dichosa, suele encaramarse sobre mi, acaricia con sus bárbulas con huellas mi torso encalado por el tiempo. Su liviandad ocupa todo el espacio. La miro juguetear. Hay alguna lágrima que pide abismo. Mejor sonrío. Me recompongo y trato de sujetar a la pluma con mis manos. La verdad es que se deja... se deja rozar, contonea su cálamo adolorido con la alegría de quien en su interior siente la savia de la libertad y,
                                                                                       como
                                                                                          distraída,
deja que yo atrape el contorno de su alma sin vergüenza.
La pluma se hizo pluma al mismo tiempo que yo me hice agua. El mismo día en que yo encontré el cauce para ser caudal que fluye en vez de avenida tormentosa. Mi camino ayuda la pluma a suspenderse con referentes; su liviandad me permite huir sin mapa de la lacerante gravedad que domina en este planeta anémico ocupado por seres esperpénticos.

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