Se los llevaron vivos, vivos los queremos
Hay estados gaseosos y estados asesinos.
Ambos son difíciles de aprehender… se mueven inconscientes
del peso del lastre de su propio lastre
y creen que nada de lo que ocurre a pie de tierra terminará por afectarles.
Hay estados asesinos que culpan a quienes los denuncian de
ceguera o mala baba, de falta de docilidad y estupidez. Hay estados asesinos.
Los estados asesinos, emborrachados con su propio semen de
guerrero patriarcal, suelen olvidar que los pueblos son más bravos cuando
parecen dormidos, o desaparecidos -que hay muchas formas de desaparecer sin que
el cuerpo se extravíe-; que los pueblos, cuando menos se les espera, encuentran
43 razones de fuerza para resistir, para subvertir, para construir, para
caminar, para amasar…
Ayotzinapa apenas se distingue en el mapa de la realidad
pero es trazo fuerte en el sendero de los arrancados, de los nadie, de los
todos.
Hay estados asesinos que empiezan a morir por las 43 heridas
abiertas en su falo destructor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario