23/4/11

Manos a la obra



Sigo tu consejo Mir. Sigo en el empeño de hacer la revolución cotidiana al tiempo que imagino la cósmica.
En la casa han sucedido extraños acontecimientos en las últimas horas. Una mata de enredadera ha comenzado a crecer alrededor del televisor y hay unos extraños pájaros revoloteando en el pasillo que da a la despensa de la costumbre. He sacado de la cocina la nevera y a cambio he instalado aquella librería donde se apelotonan los mejores versos que he leido y algunos que nunca leeré para esquivar el abismo.
En la cama, esta mañana, me olvidé que me educaron como hombre, omito la dureza instalada en algún lado de este cerebro y me permito la ternura, la lágrima emocionada ante la belleza y el amor que recibo, muevo las manos y la lengua de otra forma, multiplico mis sensores, contengo las obligaciones y revoluciono mi manera de sentir, de derramar la energía que ya no es de-moledora.
Mi cabeza hoy no se parece a la de ayer. Pensaba entonces en el cómo subsistir y hoy dedico su tiempo a vivir en plenitud. Algunas veces, antes de esta pequeña revolución, algunas lágrimas eran ordenadas por mi cerebro ante nimios fracasos predeterminados, pero hoy ando ejercitando los músculos de la sonrisa como si fuera gratis este gimnasio con ventanas que llevo instalado en mis ojos.
En el trabajo he conseguido minimizar los riesgos laborales. Para conseguirlo he cerrado con llave la oficina, la he botado al río contaminado que surca esta ciudad y he saldio corriendo a trabajar en el jardín de mi madre: separar las malas hierbas de la flor por venir es tarea que requiere pericia, tiempo y ningún salario. Estoy dando los primeros pasos para descrear el sindicato de los gritos y las jerarquías para formar el colectivo anónimo de la horizontalidad: horizontal en la hamaca, horizontal en las conversas, horizontal para y en los derechos...
Vamos contruyendo la revolución compa... ¿cómo te fue el día?

22/4/11

Imaginar es hacer



Dicen que los libelos están de moda; que hay un tono panfletario en los textos que llaman a la indignación, a la revuelta, a levantarse contra este estado de cosas que en realidad es una lenta putrefacción de esas cosas. Critican que en las páginas del empute no hay muchas propuestas de solución. Cierto, no se trata de manuales de autoayuda sino de abrelatas de la conciencia. Las soluciones tocará armarlas entre todas y todos. Ya basta de reyes sol, de sabios, de dépostas ilustrados, de druidas o de iluminados de la revolución que conocen a la perfección la fórmula para la convivencia, para el desarrollo y para la igualdad. Sus soluciones nos han llevado hasta aquí y, a partir de este punto, no hay caminos conocidos.
Nada de acudir a viejas recetas, nada de añorar pasados que jamás fueron mejores. Es el momento de inventar, de equivocarnos pero por estar tratando de hacer algo nuevo, de destrozar hasta la última hebra el tejido de este sistema opresor, desigual, decadente en sí mismo, para, después, construir una alternativa que, probablemente, será más incómoda pero también más justa.
La mayoría, las mayorías, se encuentra aturullada. Las preguntas son retóricas y las respuestas decepcionantes. Por esto, desde la comunidad, desde la construcción colectiva, nos toca:

- Desenmascarar al sistema, quitarle la capucha a este verdugo que se nos presenta como padre protector.

- Medrar a cada instante para el desmoronamiento, el colapso, la ruptura sin retorno.

- Atrevernos a proponer ideas nuevas, por irrealizables que parezcan, y comenzar a diseñar su viabilidad.

Te imaginas... ¿unas elecciones sin votantes? ¿una toma masiva de viviendas vacías? ¿una desobediencia civil masiva a trabajar? ¿un boicot general a los supermercados? ¿la constitución de pequeñas comunidades de afinidades donde poniendo lo material en común se logre mayor libertad material? ¿mujeres que se nieguen a tener sexo con hombres patriarcales? ¿hombres que se nieguen a tomar las armas? ¿una sacada masiva de ahorros de los putos bancos? ¿misiones voluntarias en los barrios de médicos, de ingenieros, de plomeros, de psicólogos, de payasos, de agricultores, de filósofos...? ¿Te imaginas que imaginamos un mundo diferente y que lo ponemos en práctica?

20/4/11

Cuatro esquinas

Cuatro esquinas del planeta. No hay espacio que me parezca hostil cuando tu cuello me anuncia la llegada de tus manos. Hay realidades desbordantes, pero no insuperables; injusticias sangrantes, pero ni una renuncia a batallarlas; cañones hermosos por los que discurre savia fundamental, pero sin torrentes que nos hagan naufragar en el estremecedor paisaje de la hermosura; hay carros y gente y luces naranjas que dibujan un 'rebelde' y un par de otras obviedades, pero no distracción de lo necesario, de lo permanente.
Cuatro esquinas de una cama. Universo privado en el que no caben ni soldaditos de plomo ni tristezas sin fiesta o descanso. Aire fresco que solo circula para nosotros, olor, saliba, lenguas de tercipelo que buscan su premio después del amanecer de los párpados y el festín de las mondas que conforman nuestras máscaras. Único-y-sagrado-ritual de ser lo que nadie conoce, de soñar lo-que-nadie-puede-anhelar.
Cuatro esquinas de la encrucijada. Sin obligación de elegir. Disfrute en par de la duda del cómo vivir y de la certidumbre de la vida. Única posición posible en el entramado de la urbe emocional para los que, como nosotros, nos sabemos a salvo de las tempestades violentas del verbo escupido o del beso malencarado. Encrucijada permanente en la que siempre elegimos no elegir; estar para mirar, para tocar, para lamer la vida sin miedo sinsabores ni a dulces agriuras. Esas, de ñapa, suelen ser la antesala de azucarados placeres y de olivos centenarios dispuestos para la sombra y el parto.
Cuatro esquinas donde siempre te espero y donde siempre me acompañas. Cómo se puede sonreir tanto sin perder la razón. Cómo, cómo amor, mantener esta altura antinatura sin perder ni por un instante el equilibrio. Cómo, cómo, como mi vida, has logrado que estas luces parpadeantes del mediterráneo que albergo se hayan convertido en alboradas eternas para tus ojos....
Cuatro, tan solo cuatro esquinas de este infinito telar de casualidades.

11/4/11

Sólo imágenes

La decandencia y la decencia. El olvido, siempre.

Todo en el mismo espacio público, en el mismo andén de la ceguera. A un lado, decenas de chicas embadurnadas para paracer mayores, encaramadas a los andamios del patriarcado para ser cazadas. Hombres mayores que ellas, embutidos en camisas para dos tallas menos, colmillos afilados, torpes requiebros no de coqueteo sino de buitres carroñeros buscando hacer una muesca más en sus penes plásticos como plásticos son sus cerebros. [Flash back: Sayyed Qutb escandalizado ante la superficialidad de esos adolescentes y jóvenes gringos de los cuarenta]

Cerca,a escasos metros, llega el autobús de los que ya fueron y ahora tienen derecho a disfrutar. Otra generación, la que vio la mierda y salió de ella, la que tiene la culpa de habrnos permitido olvidar amparados en el silencio del "ya pasó". [Flash back: las series televisivas en Iberia muestran lo que fue un sueño de progreso disfrazado de folletín de amor. Sus protagonistas y opositores lo ven cada noche como si ellos no hubieran sido parte de esa historia. Nadie habla de ello.]

Ahora entiendo un poco más esta indolencia, esta parálisis que como profetizaba este fin de semana García Montero, nos llevará a la derrota, a la postración mansa de los derrotados y humillados. Los unos, ignorantes y estupidizados por una sociedad donde la apariencia triunfante y el aparente triunfo se marca en todos los horarios; animalizados humanos vestidos como payasos que no eligen ni quiénes son ni cómo parecen. Los otros, derrotados de una batalla de ideas y abrazados a la del confort. Ya dieron lo suyo, sí, trabajaron como mulas engañados por la responsabilidad capitalista, pero también ayudaron a hurtar lo nuestro. [Salvavidas: y veo a José Luis Sanpedro y recurso a Saramago y redignifico a Hessel]

En medio, todo un abanico de incoherencias e incoherentes, como nosotros. Luchadores contracorriente que saben perdida la batalla de antemano, bienintencionados peligrosos que juegan a mantener el sistema vivo con curitas y anestesia, politicastros con buen discurso que no han logrado evitar siquiera que extirpen de sus barrios las flores de primavera, periodistas que escudados en el emplo se han olvidado del sentido de su trabajo...

Las chicas de minifalda imposible y rostro transformado sólo aspirarán hoy a triunfar el próximo fin de semana. Los machos sin cabeza seguirá urgando en sus testículos para encontrar argumentos válidos para su miseria. Y yo, miraré a ver si la noche me deslumbra con la esperanza del nuevo día.

10/4/11

Manifiesto urgente sin prisa

No hay razones para luchar. O las hay todas. Dicen los viejos anarquistas, y más de un filósofo, que el unico sentido de la vida es su "sinsentido". No hay ningún fin concreto para el cual vivir, ninguna tarea impuesta por el destino, ninguna tarea superior encomendada por dioses o mercados. Sin embargo, ese "sinsentido" nos obliga a ser protagonistas de nuestro tiempo histórico. Se lucha porque es nuestro momento, porque no podemos enajenarnos a nuestra responsabilidad en la línea obtusa del tiempo. Pero no se lucha para ver resultados. Aunque parezca un argumento casi cristiano, en realidad es bien revolucionario. Como diría Malatesta, se hace la revolución cada día y se pierde al instante, por eso no hay que cesar en ella. Hacemos la revolución cotidiana para lograr la mayor: un cambio real en nuestras sociedades, pero ese cambio es lento, se cocina sin fuego, en las cocinas de las pequeñas luchas. Evo Morales le debe su presidencia a gentes que llevan luchando desde hace 300 años; las mujeres pueden votar hoy por la pelea de las sufraguistas que murieron sin votar; los derechos civiles se conquistaron con la sangre de millones de personas a las que se violaron sus derechos civiles.... En fin... que luchamos, simplemente para ser dignos, para reconocernos en el Otro, para mirarnos al espejo y no detestarnos.
Por eso no hay que desesperarse ni ser crédulos. Los partidos políticos occidentales de este principio de siglo llevan en su mochila el lastre de la verguenza: por lo que han hecho o, mucho más grave, por lo que han dejado de hacer; los sindicatos mayoritarioa todavía miran perplejos a su imagen desdibujada después de haberse convertido en "sistema" con la engañifa clásica de que "para cambiarlo hay que estar dentro"; los movimientos ciudadanos aún tratan de entnder qué les pasó, porque no han sabido leer el momento y reinventar su armamento ideológico y de acción.
Por esto, nos sentimos solos, en la terrible soledad de la lucidez -"martirio permanente, inimaginable proeza", como escribió Cioran-, del deber de actuar pero no encontrar escenario amable en dónde hacerlo. Eso no es grave, solo es real. Hay que ser conscientes de que solos no podemos hacer casi nada y de que la compañía se encuentra en el camino, en los incontables vericuetos del fracaso.
Luchamos solo para horadar al sistema con la paciencia de la gota de agua que esculpe montañas. Luchamos porque sí, porque no hay otra opción, excepto la muerte del alma por omisión, excepto la renuncia a creer en la Humanidad y refugiarnos en un onanismo individualista estéril. Como el viejo Hessel creo en el poder de la indignación, pero de la indignación colectiva y dicharachera, ruidosa, urgente, paciente, organizadamente anárquica, razonable, irracional, enamorada, provocadora, brutal... torrente de ira que se convierte en fuerza social imparable en el tiempo, aunque limitada en el instante. Luchamos para pasar de lo coyuntural a lo necesario, para -como cantan DavidvsGoliat- defender la alegría y organizar la rabia. La frustracion forma parte de este camino, pero sólo como instante reflexivo para rearmarse de sonrisas y argumentos.
Despertar es difícil; rendirse, imposible.