24/2/09

El Malcontento de hoy 24 de feb.

EL MALCONTENTO

Pequeño homenaje a la grandeza

Paco Gómez Nadal
paco@prensa.com

Es probable que este no sea el momento más adecuado para homenajes. Ahora, cuando todavía es Carnaval, cuando la mitad del país está inconsciente y la otra mitad toma el sol en algún rincón playero. La tercera mitad (la que nunca cuenta) sigue en su malmorir cotidiano, quizá con un par de pintas de más. Así que no sé si estas letras tendrán muchos destinatarios. Desde luego, merecen las mejores por perseverar.

Este homenaje está lleno de grandeza porque está dedicado a una inmensa minoría que está dando una pelea fundamental por el resto, una lucha planetaria librada en cada comunidad de nuestras montañas y costas.

En las últimas dos semanas y media he podido compartir tiempo y conversaciones con ellos y ellas. Son humildes (en el concepto economicista de la palabra), son humildes (en la óptica de quien no busca reconocimiento) y son humildes (porque son conscientes de que solos no hacen nada). Hablo de las decenas de lideresas y líderes consagrados a la defensa del medioambiente. Es más importante de lo que parece por varias razones.

La primera es la amenaza brutal que se cierne sobre la riqueza ambiental de Panamá. Empresas, Gobierno e instituciones financieras internacionales han decidido ponerle precio a ríos, montañas, manglares y paisajes. Se trata, entonces, de una simple operación mercantilista en la que siempre hay rentabilidad al explotar recursos que técnicamente son propiedad de la Nación. Es decir, en la lógica de nuestros gobernantes, casi un regalo a esos generosos empresarios nacionales y extranjeros que están dispuestos a invertir por nosotros. Prácticamente ninguno de estos proyectos de minería, hidroeléctricas o turismo tiene en cuenta el equilibrio ecológico, ni el respeto por las poblaciones que viven en esas zonas, ni el daño a la identidad cultural de estos pueblos.

La segunda, es porque la mayoría de estas personas que lideran el movimiento ambiental en todo el país ya ha entendido que la lucha no es por la conservación de la naturaleza. Al menos, no es solo por esto. Se trata de salvaguardar una forma de vida en relación con los recursos naturales. Esto aplica de manera evidente en el caso de los pueblos indígenas (cuya cosmovisión no permite aplicar fórmulas de mercado a nuestros recursos naturales), pero también a los miles de campesinos que contra viento y marea siguen produciendo alimentos para nosotros, los que leemos el periódico en la ciudad.

La tercera razón para este homenaje es que la lucha es desigual. Mientras estas lideresas y líderes pelean desde la escasez de recursos, poniendo su tiempo y su poco dinero para estas lides, en muchos casos con la incomprensión de su entorno cercano, la mayoría de la sociedad los ignora y el Gobierno no solo los estigmatiza como “enemigos” de la patria y el desarrollo sino que los persigue, espía y ficha en una auténtica cacería de brujas.

Yo hoy les debo agradecer haberme devuelto la esperanza en que las cosas pueden cambiar. No en el camino hueco y falso de los que utilizan la palabra “cambio” para ganar elecciones, sino en la medida en que las comunidades estén más formadas y alerta para defender sus derechos fundamentales frente a la arrogancia del poder.

No voy a poner nombres acá porque me dejaría muchos por fuera y me parecería un irrespeto. Pero ellos y ellas saben a quién me refiero. Los he visto trabajar horas y horas bajo un techo de zinc en una escuelita de Bocas del Toro, o caminar las trochas bajo el sol solo para mostrar su solidaridad con comunidades amenazadas, o redactar informes y denuncias ante organismos nacionales e internacionales aferrados a la legalidad que el poder siempre ignora… Es un pequeño ejército de la esperanza, de la grandeza de quienes sí quieren a su país y a sus recursos.

Sé que hay días en que desfallecen, o que sienten que la pelea es demasiado larga y cuesta arriba, pero también sé que entre ellos y ellas hay lazos de solidaridad que les permiten continuar en nombre de su gente y de nosotros.

Por estas razones, que no son pocas, vaya hoy mi homenaje sincero, mi respeto y mi aliento a todas las personas que están en la lucha ambiental desde el terreno, sin discursos elegantes ni oficinas con aire acondicionado, ni apoyos millonarios para proyectos “bonitos”.

[C. se suicida hoy. Ha decidido que su revolución de palabras además de estéril es retórica. Un ejercicio onanista que a pocos lectores interesa y menos cambios logra. Mejor ceder sus pocas palabras a los verdaderos revolucionarios de carne y hueso].

20/2/09

El Chocó en la lucha

Los hermanos del Chocó (Colombia) no se aguantan más la discriminación y el abandono del que son objeto desde hace siglos. Las mentiras y las falsas promesas del presidente de los colombianos que no viven en esta tierra del olvido han provocado un paro cívico total en Quibdó.
Este es un video hecho por mis hermanos el Mono, Diane y Miguel. Como siempre, son más rápidos que los acontecimientos. Se los regalo.
http://www.youtube.com/watch?v=XyJ32zP9zj0

14/2/09

Conexión gente

La conexión es con la gente. Los paisajes, que son hermosos, perturbadores a momentos, no son nada al lado de la gente. Hablo con mujeres y hombres que confían en el desconocido, que le brindan un cafecito, un pescao frito para el hambre acumulada, una hamaca, una chicha fresca para reponer el ánimo. Son resistentes, resistentes a este modelo de progreso impuesto, al avance de la maquinaria pesada, de la maquinaria electoral, del desarrollo del Plan Puebla Panamá... o resisten a cosas mucho más sencillitas. Como Flor, una mujer de unos sesenta años cuyo problema es que Quebrada Grande se llevó el puentecito que conectaba las tres casas de su comunidad con la calle de salida. Hoy, un tronco mal puesto es la salida de emergencia y nadie los ayuda a poner "aunque sea unos rieles viejos". Ella pelea, se mueve, habla con unos y otros para que la justicia llegue a su vida. Y la justicia, para ella, es un pinche trozo de metal que permita a sus vecinos y a ella pasar sin miedo a quebrarse el brazo (algo que ya le ha ocurrido a su hija) o rasparse la piel (como a su nieto).
resistentes que me conectan a la vida, a la imperiosa necesidad de seguir vivos. Qué privilegio, qué regalo este que trato de exprimir al máximo sin ansiedad y sin prisas.

9/2/09

Lo de adentro


















Me había prometido darle un respiro a El Malcontento. La ruta, el viaje, el tiempo, las conexiones, no reman a favor de este blog, pero hoy que le he robado unas horas a la noche y a un buen enganche a internet no pude resistirme.

Hay algo de esta ruta que me descoloca. Todo es tan normal, todo es tan habitual. No sé de qué me sorprendo. Los años que llevo en Latinoamérica me han enseñado que la exclusión no es una escepción. La bondad, tampoco. Ahora me pregunto por qué he tardado tanto en conocer a fondo Panamá. Viajamos tan mal habitualmente. Parar en el camino, compartir un café de olla, dedicar tiempo a escuchar, a dejar que el viento mueva el reloj sin que nosotros lo empujemos... lo hacemos tan poco.
Llevo pocos días de viaje y ya siento que he aprendido más de lo panameño que en cuatro años y medio de residir en el país. Hay corazón y hay desazón, hay gentes dignas que dan la pelea en cada recodo de la injusticia y gentes que han perdido el hilo que los conectaba con su ser. Acabo de hablar con Yaritza, una lideresa comunitaria de Dolega y todavía sus palabras me conmueven... "Cansa tanto esta lucha... pero es tan bello saber que en cada esquina del país hay otros como uno". En su caso, la pelea es para evitar que las hidroeléctricas supulten su forma de vida, desvíen los ríos, acaben con el patrimonio natural y cultural de los pueblos.
Escuchar, escuchar, escuchar hasta que la cabeza estalle. Hoy la tengo así, repleta de rostros y de voces, de saludos de tanteo y despedidas de hermanamiento.
Es un gran pueblo este, probablemente como todos. Pero yo no lo conocía bien. Viajar, si tiene algún sentido, es cuando se viaja hacia el ser humano. Los paisajes, sin nosotros, las mujeres y hombres que los poblamos, solo son postales ajadas sin más poesía que la de un triste copy publicitario.

4/2/09

Re-activaciones

Últimamente las plumas andan agitadas. Hace unos días se re-activó Idoya Noaín en El Espacio Entre las Cosas, ahora es Santiago Fascetto el que vuelve a la carga con Y Entre los Árboles... Qué bueno que los que coquetean con la palabra lo compartan y que esta sea la puerta de entrada a alguno de ellos y ellas. Hay otras plumas que son permanentes, solo recordarles la de Bárbara Celis en Crónicas Bárbaras, la de Araceli en El pasado que me espera o la de Marta Sanuy en La Mujer sin atributos...
Disfruten

3/2/09

Las intermitencias de la ruta

Yo sé que en este blog no somos muchos ni muchas, pero estamos hechos de constancia y hermosura. Por eso, les hablo directamente. El jueves comienzo un nuevo proyecto que me llevará a recorrer buena parte del país que tan generosamente me ha acogido y al que algo le quiero devolver. por eso, no sé con qué frecuencia podré mantener vivo El Malcontento. Dependerá de los tiempos, de las energías y... claro, de las conexiones a internet.
Mientras, pueden encontrarme en otro blog en el que contaré este viaje periodístico y personal. Trataré allí de reflejar cada día las historias del camino. les agradezco cada segundo que me leen (es un absoluto privilegio saberles ahí). Será una maravilla tenerlos también en Panamá en ruta

Mil abrazos, mil palabras

El Valor del vuelo

Una gran amiga escribió esta carta que es un acto de apertura y belleza. la comparto con ustedes y los invito a rodarla por sus blogs o sus espacios de discusión.



El valor del vuelo
CARTA PARA EMILIA


La norma
Lo normal es aquello que se encuentra dentro de la norma, la norma es un estándar que se saca de la media, y la media se promedia de la mayoría, por ello las minorías siempre estarán fuera, y lo que está fuera “no es normal”, así, no son normales los cristianos en una nación mayoritariamente musulmana, ni son normales los blancos en África negra, y el ateismo tampoco es normal, ya que 95 de cada 100 personas en el mundo, cree en Dios, y es en este único sentido que preferir (no hablemos de amar, por que el amor no siempre está presente) a alguien de tu mismo sexo no es normal.

Muchas veces cuando se dice que alguien o algo no es normal, se implica una carga negativa, contrario a lo bueno, a lo que es “*natural” y en algunos casos así es, porque también son minoría los asesinos, los violadores, los maltratadores, los ladrones (aunque no las violaciones, ni los maltratos, ni los asesinatos, ni los robos, desafortunadamente). Aquí hay que hacer una pausa, trazar una raya y pensarnos la diferencia. Y la diferencia está en el daño, como probablemente el arte esté en la intención (desvariando un poco, quizás esto es lo único que separa un cuadro de un chimpancé del de un artista), porque qué mal hace un cristiano en un sociedad musulmana, qué de malo un ateo en un universo creyente, mi preferencia, mi deseo, si no es impuesto ni obligado, ni impositivo ni obligante? Entonces, ¿cómo distinguir? Se me ocurre otra semántica, lo normal también representa lo ordinario, porque es lo común, lo que abunda, por eso podríamos decir que lo que está fuera de lo normal, está fuera de lo común, está fuera de lo ordinario y ‘fuera de’ es justo el significado del prefijo ‘extra’ por lo que las minorías son tan anormales como extraordinarias, dejémosle a la palabra anormal su carga negativa, de malo o de inferior para hablar del daño y quedémonos con el extra para lo demás.

Razones y azares
Ordenamos, categorizamos, encasillamos para entender, postulamos una hipótesis, hacemos un grupo control, miramos variantes y constantes, realizamos una predicción y vemos que pasa. Bueno, más o menos es así en la ciencia, la respuesta o respuestas siempre serán una aproximación, sujeta a revisión y verificación.

Afinamos la observación con instrumentos pero sabemos desde el día uno, más bien desde el dos, que la percepción es incompleta y truculenta, no solo por la potencial complejidad de los procesos, si no por que no existe tal cosa como una realidad exterior e independiente del observador, la observación altera la naturaleza del hecho observado, al menos en la física de partículas, y con esta mirada cuántica quisiera decirte que no suele haber respuestas únicas en la vida. Hay varias investigaciones científicas sobre la homosexualidad, algunas muy limitadas y con fallas, otras mejor formuladas, no las voy a detallar aquí, pero ciertamente te diré que el más reciente estudio publicado (junio 2008), de una muestra de casi 4 mil mellizos (8 mil individuos), concluye lo siguiente: “Este estudio le echa un balde de agua fría, a la pretensión de encontrar un gen gay, o una única variable del entorno, que pueda señalarse como el factor que hace que una persona sea homosexual, los factores que influyen en la orientación sexual son complejos, y no nos referimos solo a la homosexualidad, el comportamiento heterosexual está también influido por una mezcla de factores genéticos y ambientales”. Dr. Qazi Rahman, coautor del estudio1.

Por ello no todas las mujeres abusadas en su infancia o adolescencia son lesbianas, aunque si hay muchas lesbianas que han sido víctimas de abuso y, probablemente, no todas las mujeres que recibieron una dosis extra de testosterona en el útero mientras fueron *gestadas son gays aunque tal vez algunas si... * difícil de corroborar.

Como tampoco se es gay porque las relaciones homoeróticas entre mujeres sean necesariamente mejores que las heteroeróticas, es un mito que muchas lesbianas se construyen en su necesidad de explicarse -¿expiarse?-, supone que por el mero hecho de ser mujer, una sabe lo que la otra desea, requiere, necesita o le gusta.

Es mucho más complejo y en muchos casos más hermoso. Puede darse en el ejercicio de la libertad, el descubrimiento, el goce, la diversidad, o en el miedo, el rechazo, el temor, el dolor, la antipatía; en diversos grados, matices y procesos.

*Nuestra naturaleza no está únicamente ligada a su destino biológico, somos capaces de crear cultura, concientemente modificar los entornos, procurar significados, y reflexionar sobre ello. Somos capaces de separar la esfera de la reproducción (destino biológico) de la esfera erótica (cultura). Pero aun siendo reduccionista, ante el argumento de que no es ‘natural’ antepondría la evidencia que nos enseña la propia naturaleza a diario, que la vida no se manifiesta de una sola forma, no existe un solo y único tipo de ser orgánico, existen miles de miles, es un proceso, que se expresa en un número enorme de posibilidades, que nos apunta constantemente hacia el asombro y la riqueza.

El amor
“Estoy por fin despierta a la belleza de lo semejante”,
Sabina Berman, Canción para arrullar una querencia.

Quisiera decirte que es transgresor y alternativo pero en demasiados casos reproduce con exactitud milimétrica los patrones aprendidos, la desigualdad machista, los roles asignados adscritos a un exterior estereotipado o no. El amor lésbico tiene las mismas cargas y contradicciones, desesperanzas e ilusiones pero con el terrible lastre del silencio, el repudio, la condena y la invisibilidad. Procura crear su mundo en el mundo, pero se corre el riesgo enorme de crear un gueto. Y por tratarse de una minoría es más reducido el universo de posibilidades y mayor el grado de dificultad.

Ojalá amar a alguien de tu mismo sexo significara otro modo de construir las relaciones, de forjar los lazos y aprehender el amor. Ojalá fuese una empatía erotizada y erótica, inteligente y divertida. Ojalá en eso radicara la diferencia y ojalá esta diferencia se contagiara. Pero por ahora y casi siempre, solo radica en el objeto amado y no en la forma de amarlo.

No hay nada más publicitado que el amor como fin en si mismo o como medio, tampoco hay nada que desee ser tan proclamado, tan gritado a los cuatro vientos, pero ese es un privilegio reservado a las relaciones formales heterosexuales, los amantes de otro signo deben vivirlo en el anonimato en la reserva en la trampa en lo doméstico. Guardándose la luz en la mirada, la sonrisa fácil, el arrobo.

Conozco pocas personas que renunciarían al amor, sea cual sea su preferencia sexual. Los unos y las otras creemos que son cosas del corazón aunque básicamente sean cosas del cerebro. Dopamina, feniletilamina y oxitocina. Da lo mismo, no dejaremos de componer y cantar ni de escribir ni correr en el impulso. Tampoco dejará de dolernos, ni de herirnos ni de embelesarnos. Ni dejaremos de buscarlo, acecharlo, emboscarlo, su ausencia no es silencio sino vacío, y aunque no crea en el mito platónico, en la media fruta de nada, es algo que marca la diferencia entre solitude y loneliness (disculpa el inglés pero el español que es muy bueno para lo permanente y lo transitorio –ser y estar- en este caso no ayuda). Lo primero viene de saberse uno en el todo (en eso vuelve a ser preciso el inglés all-one=alone) lo segundo es esas ganas de ser en compañía, de individualidades compartidas de intimidad efervescente.




Entre México D.F. y ciudad de Panamá, octubre de 2008

1/2/09

El desesperanzado vacío de Yates y Mendes

Cuando el espejo no tiene ni una curvatura, ni una mancha, ningún atisbo de biselado, las imágenes que devuelve pueden ser demoledoras. En una entrevista Jesús Franco asegura hoy que la literatura es "más hermosa, más dura y contundente" que el cine, aunque hay veces que en la sala de proyecciones las palabras y las imágenes se tornan literatura para atentar contra la tranquilidad del alma.
Revolutionary Road, de Sam Mendes, es una gran película porque es la otra cara de una tremenda novela de Richard Yates. Hay algo de poética en ella. Cuando lo que trata, cuando las palabras y las imágenes conectan directamente con las grandes inquietudes que nos acechan. No se trata de un análisis del amor, ni de las relaciones de pareja (aunque también), sino una pregunta permanente sobre quiénes somos y quiénes queremos ser. "Sabes lo que tienes, sabes lo que necesitas, sabes de qué prescindir: control de inventario". Consciencia para sumirse en el letargo, miedo a ser o a vivir. Patriarcado, cobardía, normalidad embotellada en una postal de la vida ideal que hace aguas por cada rendija abierta a punta de preguntas.
La historia no deja lugar a disculpas. Ni los hijos, ni el trabajo, ni las supuestas "responsabilidades" libran a sus protagonistas de enfrentarse a ellos mismos.
Quiza tenga razón alguien muy cercano que siempre me dice: "no me hago preguntas para no tenerlas que responder". La fórmula trae tranquilidad, ese letargo suave en el que el aburrimiento se parece a la vida. Lo demás, emoción, posibilidades, "inmadurez", altibajos, dudas, pero repletas de posibilidades, de ventanas y puertas por las que salirse de las trampas.
Preguntas, solo preguntas para identificar en qué coordenadas de este "desesperanzado vacío" nos queremos ubicar.